17/1/11

¡SANTA GUERRA!


(Publicado el 1 de octubre de 2001 en El Día)
“El que camina en integridad será salvo,
mas el de perversos caminos, caerá en alguno.”
Proverbios 28:18

Representantes de muchas naciones han justificado las acciones emprendidas por los Estados Unidos para encontrar a los responsables de los ataques terroristas en Nueva York y Washington; sin embargo, ello ha fomentado el deseo de venganza en la mente occidental, mientras que en el mundo Islámico se ha ido arraigando un sentimiento antiyanqui que difícilmente logrará ser extirpado.

El Papa Juan Pablo II ha manifestado su preocupación señalando que: “No es justificable que los Estados Unidos se dejen llevar por un deseo de venganza ni que promuevan y cometan actos de injusticia... Deseo reafirmar el respeto de la Iglesia Católica por el Islam, por el Islam auténtico, el que reza y el que sabe ser solidario con quienes lo necesitan”.

Lo que está ocurriendo querámoslo o no, es que el mundo occidental, en su mayoría Cristiano, ya sea Católico o Protestante, se está enfrentando a países árabes que han sido señalados como protectores y auspiciadores del terrorismo, y cuyos habitantes son mayoritariamente musulmanes; lo que hace suponer que ha llegado la hora fatídica de una nueva cruzada de creyentes contra infieles.

Es fundamental recordar que las palabras árabe y musulmán no son sinónimos, pues el término árabe se refiere a una categoría étnico racial, mientras que musulmán se refiere a un concepto religioso, al practicante del Islam. A partir de los atentados terroristas en la Unión Americana, se está generalizando una tremenda confusión con estos dos conceptos, en el ánimo del norteamericano está surgiendo primero un temor y luego un odio racial, que se proyecta a lo religioso, que de no manejarse con cuidado, será el inicio de la más grande y cruenta guerra jamás imaginada, guerra que no tendrá como otras, la posibilidad de rendición porque no se enfrenta contra países y territorios definidos, sino contra una raza y contra principios fundamentalistas que se han esparcido en todo el orbe.

La “Liga de Estados Árabes”, creada en 1945, nació como una agrupación regional para luchar contra Israel; las diferencias existentes entre los diferentes pueblos árabes se vieron minimizada por la urgencia de hacer un frente común contra los judíos, sus enemigos ancestrales.

Hoy, los representantes de muchas importantes naciones árabes se alinearon con los Estados Unidos de América; no así los pueblos de estos países quienes mantienen un odio creciente contra los símbolos de occidente. Por otra parte, y a pesar de que el Presidente Bush ha manifestado su respeto por la fe islámica, algunos musulmanes residentes en los Estados Unidos se han visto obligados a dejar de asistir a sus escuelas y han sido víctimas de agresiones en la calle, en sus templos y en sus propiedades. Sería importante que los norteamericanos entendieran que la guerra es contra el terrorismo de los fundamentalistas, no contra los musulmanes.

Después de la intervención Rusa, y gracias a los Estados Unidos, Afganistán quedó inundado de armas, líderes militares y fanáticos religiosos, entre los que destaca Bin Laden. Desde entonces, quedó en el olvido el nombre de Mahoma, y crímenes de lesa humanidad se cometen en su nombre; pero también en el nombre de Cristo a quien rezará el Presidente Bush antes de iniciar sus ataques.

Valdría la pena recordar a aquel Mahoma, el camellero epiléptico e inculto, conductor de caravanas en el desierto y casado con la viuda Jadidja, quien sorprendido por el Arcángel Gabriel, fue tomado tres veces por el cuello y sacudido violentamente mientras recibía la orden: ¡Predica!, ¡predica!, ¡predica! Así, inició su guerra santa, derrumbó 360 ídolos paganos e impuso una nueva religión que afirma: “No hay más Dios que Alá y Mahoma es su profeta”. Perseguido, huyó a Medina, marcándose el comienzo de la era musulmana (musulmán significa “abandono”) y creó el islamismo, un monoteísmo integral, sin trinidad. A partir de aquel momento, el árabe se postra cinco veces al día volviéndose hacia La Meca, toca la tierra con la frente y reza con devoción.

Ahora bien, el Corán tiene 114 capítulos subdivididos en versículos llamados “Suras” que consignan ideas inflexibles y tremendas: “Las peores bestias de la tierra, son los ingratos…”, “Con la espada del profeta, descabezarás al infiel…”; no obstante, debemos recordar las profundas enseñanzas de Mahoma: “Es caridad exhortar a los hombres a las acciones virtuosas, es caridad enseñar a los hombres el camino cuando lo han perdido, es caridad guiar al ciego, es caridad quitar del camino de los hombres piedras y espinas, es caridad echar en el cubo del hermano el agua del propio cubo”; “…bondad para el joven, generosidad para el pobre, buen consejo para el amigo, indulgencia para el enemigo”; “…la limosna llega a las manos de Dios antes de llegar a las del pobre”; “…sed bueno con los parientes y criados, con los huérfanos y los pobres”.

Cerremos este artículo con algunos preceptos mahometanos: Pensar bien antes de obrar. Devolver bien por mal. Socorrer al afligido. Dirigir al extraviado. Enseñar al ignorante. Despertar al negligente. Confortar al débil. Consolar al triste. Tranquilizar al tímido. Saciar al hambriento. Dar de beber al sediento. Vestir al desnudo. Ayudar al siervo. Ser humilde y sumiso. No pensar y decir mal del prójimo. No hablar en vano. Ser bueno de corazón y caritativo. Preferir los pobres a los ricos. Respetar a todos.

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