27/1/11

PEDERASTIA VS. MORAL

(Publicado el 24 de mayo de 2006 en Rumbo de México)
“Existirá la verdad aunque el mundo perezca.”
San Agustín*

En los años cuarenta, cincuenta, y sesenta del siglo pasado, Marcial Maciel Degollado, fundador de los Legionarios de Cristo, fue acusado de abuso sexual cometido en contra de seminaristas y menores de edad. El caso se destapa en 1995 cuando, en su lecho de muerte, Juan Manuel Fernández Amenábar, ex rector de la Universidad Anáhuac y Legionario de Cristo en su adolescencia, le confiesa al hoy ex sacerdote Alberto Athié Gallo que fue abusado sexualmente por Maciel y le hace jurar que hará pública la denuncia.

La Congregación para la Doctrina de la Fe del Vaticano nombró al sacerdote maltés Charles J. Scicluna, como fiscal especial para reabrir el caso de Maciel, inculpado por el delito de absolución de cómplice, toda vez que el de abuso sexual contra menores prescribe a los diez años de acuerdo con el Derecho Canónico. El padre Scicluna revisó más de 30 expedientes y entrevistó a la mayoría de los denunciantes quienes ahora cuentan con más 60 años y que, según se ha mencionado, sufrieron vejaciones por parte de la orden de los Legionarios de Cristo cuando eran niños y adolescentes. Después de varios años de investigación y litigio en los tribunales eclesiásticos, la Congregación aplicó al sacerdote mexicano Marcial Maciel la máxima suspensión canónica “a divinis” con la cual queda impedido para realizar funciones sacerdotales en público.

El Código de Derecho Canónico establece en su norma 1333, apartado 3, la pena máxima que en términos eclesiásticos un sacerdote puede recibir. Este castigo consiste en el impedimento de todos o algunos de los actos de la potestad de orden o del régimen, como oficiar misas en público, dar conferencias u otras presentaciones públicas, además de que no deberá ofrecer entrevistas a medios por ninguna vía. ¡Menudo castigo! En la historia de la Iglesia Católica no se registran antecedentes de que el Vaticano haya impuesto una pena como esta a otro fundador de alguna Orden.

Es un duro golpe para la congregación de los Legionarios de Cristo, por que el padre Maciel será el primer institutor de una orden religiosa católica en no ser canonizado. Ya no pertenecerá a los “Santos Fundadores” como San Agustín, de los Agustinos; San Francisco de Asís, de los Franciscanos; Santa Clara, de las hermanas Clarisas Pobres; o de los más recientes como Santa Teresa de Calcuta, de las Misioneras de la Caridad.

Aún más dolorosa para los Legionarios de Cristo y el Regnum Christi (rama secular de los legionarios) es la derrota en una batalla contra sus grandes rivales del Opus Dei, pues el fundador de esta última orden, José María Escrivá de Balaguer, sí fue canonizado en 2002, y a Maciel no se le verá nunca en los retablos eclesiásticos.

Es por todos conocida la lucha entre las congregaciones del Opus Dei y los Legionarios de Cristo por ganar adeptos que favorezcan sus posibilidades de obtener los recursos para mantener su imperio; es una pelea constante por ser los más cercanos al Vaticano y así obtener favores papales para sus miembros, los cuales esperan, en recompensa, un mejor habitáculo en los cielos.

Los Legionarios de Cristo, congregación fundada 1941, cuenta aproximadamente con 650 sacerdotes; 2500 seminaristas, y 50000 miembros del Regnum Christi en todo el mundo; para tal universo, la sentencia del Vaticano quizás no signifique un demérito, pero para la sociedad en general sí viene desvirtuar el trabajo realizado por el fundador Maciel. La crítica principal se funda en que los Legionarios de Cristo rinden culto a un hombre que públicamente aparentaba ser íntegro, pero que, presuntamente, entre cuatro paredes era un pederasta sin la menor calidad para trascender los temas morales.

El padre Maciel, un hombre de 85 años que había logrado escapar de la justicia, con una personalidad protegida por el Vaticano para encubrir sus propias sotanas, un sacerdote cobijado, ha sido castigado por una supuesta debilidad por la carne, bajo el mismo principio que impuso a sus Legionarios, la obediencia secreta, que no es otra cosa que la complicidad del silencio, la de no esclarecer la verdad. Qué crueldad para Marcial Maciel, cuya ambición era lograr la canonización; pero en el presunto pecado, llevó la penitencia, pues se impuso su denunciada desviación sexual queriendo formar parte de los altares.

Por lo pronto, qué lejos estamos de la verdadera humildad del Nazareno que recorría caminos polvorientos buscando la salvación de las almas; hoy, en su nombre, se siguen cometiendo millones de crímenes pequeños o de lesa humanidad.

* Aurelius Augustinus o San Agustín de Hipona (354 - 430). Hijo de Santa Mónica, considerado junto con San Jerónimo, San Gregorio y San Ambrosio, padre de la Iglesia latina. Durante su juventud destacó por su genio retórico, pero se dejaba llevar por las pasiones mundanas. Desde los diecinueve años mantuvo una relación por catorce años con una mujer con la cual tuvo un hijo, Adeodato. En 383 se trasladó a Roma, en donde fue nombrado “magister rhetoricae”. En 386 se separó de su mujer y se consagró al estudio formal y metódico de las ideas del cristianismo; un año más tarde, contando con treinta y tres años de edad, fue bautizado y regresó a África, vendió todos sus bienes y repartió el producto entre los pobres. Se retiró a vivir en vida monástica. En 391 fue elegido por aclamación de la comunidad para ser ordenado sacerdote y en 395 fue consagrado obispo. En 397 escribió Las Confesiones y en 413 La Ciudad de Dios.

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