Jorge Gaviño Ambriz
“El ser humano en su estado de felicidad,
no es aquel que consigue y satisface sus aspiraciones,
sino aquel, que es capaz de soportar el dolor
y corregir el camino emprendido.”
Zacarías
Una travesía que recorre los temas que desde el principio de los tiempos han inquietado al ser humano, y se detiene en los pilares de la filosofía occidental con una mirada atrevida, cuyo destino final no es otro que una reflexión abierta sobre la felicidad, es el dolor o la muerte y la posibilidad de mejorar nuestra existencia a través del conocimiento.
Hay que partir de la idea de que la felicidad es ausencia de dolor y que sólo en una sociedad democrática es plausible el bienestar. Cuando uno está feliz no es por que consigue y satisface sus metas, sino porque es capaz de soportar la frustración y el dolor, y así corregir el camino emprendido sintiendo una felicidad momentánea.
Uno de los más grandes maestros, tanto de la filosofía occidental como de la universal fue Sócrates, pues desde muy joven llamó la atención de los sabios que lo rodeaban por la agudeza de sus razonamientos y su facilidad de palabra, además de la fina ironía con la que salpicaba sus tertulias con los jóvenes.
La sabiduría de Sócrates no consistía en la simple acumulación de conocimientos, sino en adentrarse a la experiencia, tomarla como base y construir ideas más solidas. A la vez, fue capaz de llevar tal unidad al plano del conocimiento, al sostener que la virtud es sabiduría y el vicio ignorancia.
El contraste entre la felicidad y el dolor llega cuando la ausencia de uno, se convierte en la presencia del otro. Son estados a los cuales estamos atados durante toda la vida; tratar de lidiar con estas polaridades nos lleva a un largo camino de reflexión sobre nuestra existencia para poder mejorar la calidad de vida y elevar nuestro conocimiento.
Haciendo reflexión de los pensamientos y análisis del maestro Sócrates en el sentir del dolor y felicidad, concluyo que hay que aprender a convivir con la felicidad y con el dolor. Sólo si somos capaces de salir del laberinto de nuestros errores entenderemos que la felicidad se sitúa en el presente de lo ya conseguido y en los logros cotidianos más que en el futuro de las aspiraciones. Por lo tanto, la felicidad no es eterna, sino momentánea, al igual que el dolor. Algunas de las personas más felices del mundo, son aquellas que llegar a suicidarse, pues así como son capaces de conocer la felicidad más grande, conocen la peor de las tristezas.
Los ideales griegos de considerar la felicidad como fin y no como medio de nuestra vida nos lleva a pensar que debemos conocernos y respetar nuestros ideales para posibilitar el conocimiento universal y el respeto con los demás. Así como Sócrates aceptó morir bajo las leyes y principios atenienses a pesar de replicar y defender su oficio filosófico, Violeta Parra decidió terminar con su vida por desamor. Por un lado, Sócrates pasó los últimos días de su vida detrás de las rejas de la justicia tomando la cicuta, mientras que Violeta Parra los dedicó a las letras y canciones.
Una sola persona puede tener en diferentes momentos contrastes pronunciados, que pueden representar lo sublime en un sentimiento, haciéndonos dudar a veces que sea la misma pluma. Comparemos dos fragmentos de esta autora:
“Gracias a la vida”
…Gracias a la vida que me ha dado tanto
Me dio dos luceros que cuando los abro
Perfecto distingo lo negro del blanco
Y en el alto cielo su fondo estrellado
Y en las multitudes el hombre que yo amo…
Frente a:
“Maldigo del alto cielo”
…Maldigo del alto cielo…la estrella con su reflejo,
maldigo los azulejos destellos del arroyuelo,
maldigo del bajo suelo la piedra con su contorno,
maldigo el fuego del horno porque mi alma está de luto,
maldigo los estatutos del tiempo con sus bochornos,
cuánto será mi dolor….
Twitter @jorgegavino
Publicado el día 13 de febrero del 2012 en el Sol de México