Jorge Gaviño Ambriz
“El hombre es un lobo para el hombre”.
Como si hubiera otras alternativas donde vivir, el hombre (ser, no género) es el peor enemigo del planeta, ignorante de su propia destrucción, sigue contaminando la atmosfera, hidrósfera y litósfera, y en un futuro, si se le permite, hasta el espacio sideral, no hay limite… es como aquel individuo que, ciego del porvenir se orina y defeca en el único pozo donde él mismo consume agua.
En 10 mil años de historia de la humanidad, sólo le ocupó los últimos completos, cavando enormes yacimientos, acelerando el desarrollo de la agricultura, construyendo desviaciones de ríos artificialmente, construyendo segundos pisos y grandes distribuidores viales; explotando sin medida los recursos naturales como los minerales y el petróleo. El resultado es alarmante: en los últimos 20 años se ha deteriorado el 40% de la capa vegetal, se han desertificado seis millones de hectáreas, lo que equivale a 30 veces la superficie del territorio mexicano; se han destruido los ecosistemas provocando la extinción del 13% de las especies en pájaros, 25% en mamíferos y 34% en peces aproximadamente; de los bosques que una vez cubrieron la tierra, 29 millones de kilómetros cuadrados han desaparecido y el 22% restante, está amenazado por la extinción de madera. De seguir así, el suicidio es inminente, terminamos con el ciclo humano en la Tierra y la dejaremos como la desolada luna: fría, sin oxigeno y, por lo tanto, sin vida….
El planeta esta sufriendo un calentamiento global por la acumulación de una serie de gases en la atmósfera, que no permiten pasar el calor del Sol de regreso al espacio, actuando como un impermeable, haciendo el efecto de un invernadero y suscitando cambios drásticos en el clima alrededor del mundo, alteraciones en la agricultura, la descongelación de los casquetes polares; en breve, se incrementara el nivel del mar y se causaran inundaciones en las zonas costeras y continentales en todo el mundo.
Otro efecto grave es la contaminación del agua, porque según datos oficiales, su consumo provoca la muerte de 30 mil personas al mes; se trata de agua contaminada o envenenada, que contiene bacterias o químicos: plomo, mercurio, níquel y selenio entre otros. Un dato es alarmante: de 6 mil millones de habitantes en el mundo, solo el 18% consume agua purificada, mientras que el 50% de la población humana ingiere aguas de mediana a pésima calidad. Aunado a lo anterior, en México existe el problema de que la distribución del agua es muy irregular, porque el 72% se genera en la cuenca del sur del país, en los ríos Grijalva, Usumacinta y Balsas; siendo que el 80% de la población habita del centro al norte del territorio, lo cual implica que en zonas muy pobladas e industriales en las que se descarga el agua, ésta contenga contaminantes de desechos urbanos o químicos.
Lo que ocurre en el mundo nos invita a reflexionar en lo que podemos y debemos hacer en México y en nuestra ciudad capital; ya que es urgente que nuestros legisladores federales y los de la megalópolis, tomen conciencia del problema ambiental, porque el efecto de la pasividad implica la desaparición de un sinnúmero de seres. Los diputados deben establecer postulados rectores y estratégicos, que tengan como finalidad la protección a la salud y la utilización prudente y racional de los recursos naturales.
El agua se esta convirtiendo en un recurso estratégico para el siglo XIX, se dice que la siguiente guerra mundial será por este vital líquido. Debemos ser visionarios, para poder esperar un mañana, ver más allá de nuestros propios intereses, ver por nuestro medio ambiente y por los que nos rodean; en pocas palabras ser conscientes de nuestras acciones.
Twitter @jorgegavino
Publicado en el Sol de México el 28 de mayo del 2012