24/5/20

CORRUPCIÓN: TELEGRAMA NO RECIBIDO

“No mentir, no robar, 
no traicionar.”

Canon de la 4T

El pasado 21 de mayo el INEGI publicó la Encuesta Nacional de Calidad e Impacto Gubernamental (ENCIG) 2019. Este instrumento estadístico ofrece información referente a la satisfacción de la población con los servicios públicos básicos, el contacto con las autoridades y sirve para medir el fenómeno de la corrupción.
Muchas veces a lo largo de este sexenio, hemos escuchado a las autoridades de Morena expresar cinco palabras con la misma certeza con la que Galileo aseguraba que la Tierra se movía alrededor del Sol: “¡Ya se acabó la corrupción!”
Sin embargo, a diferencia de lo aseverado por el astrónomo de la Toscana italiana, las evidencias no soportan los dichos del partido de la llamada Cuarta Transformación. De hecho, lejos de desaparecer, la corrupción en nuestro país ha incrementado desde que la “honestidad valiente” llegó al poder. Basta un sencillo análisis del estudio publicado por el INEGI para demostrar lo anterior.
En primer lugar, si observamos la “Tasa de prevalencia de corrupción” que mide la población que tuvo contacto con algún servidor público y que experimentó algún acto de corrupción, nos daremos cuenta que el total fue de 15,732 por cada 100,000 habitantes. Esto representa un aumento del 7.5% con respecto del 2017. No bajó, subió.
Este incremento no es gratuito. Es decir, la corrupción tiene un costo directo para la gente. En el caso de 2019, el costo total fue de 12 mil 770 millones de pesos, un incremento del 64% en relación con el 2017, con un costo promedio por persona afectada de 3,822 pesos. 
Para darle un poco de dimensión a esta cifra: es más de lo que se juntaría si rifaran cuatro veces el avión presidencial o el equivalente al 94% del presupuesto aprobado para todo el Poder Legislativo Federal para el 2020 (13,540 millones de pesos).
El viernes 22 de mayo, un día después de la publicación de la ENCIG 2019, el presidente de la República comentó en su conferencia de prensa matutina que ya les había mandado telegramas a los funcionarios corruptos para avisarles: “Situación cambió, cero corrupción, cero impunidad. Ten cuidado, no vayas a terminar en el bote”.
Más allá de que la eficiencia del medio de comunicación elegido puede ser muy cuestionable, lo importante sería que el mandatario retome la bandera que lo llevó al puesto que hoy ocupa y que aplique la ley a aquellos que no atienden a sus telegramas.
Está bien que quieran limpiar la corrupción como las escaleras que se barren de arriba para abajo, pero aumentemos la velocidad del barrido.
Tiene que haber consecuencias para esos que desde el poder mienten, roban y traicionan.

Publicado en: https://www.cronica.com.mx/notas-corrupcion_telegrama_no_recibido-1154660-2020



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NECESITAMOS PRUEBAS

Es un error capital teorizar antes de tener toda la evidencia.
Sherlock Holmes


El pasado 14 de mayo, el subsecretario Hugo López-Gatell recibió una pregunta muy concreta sobre el bajo número de pruebas de diagnóstico que ha realizado México: —¿Fue cuestión de presupuesto? —La respuesta fue precisa—: No.
Siguió inmediatamente un segundo cuestionamiento: —¿Fue cuestión de decisión técnica? —A lo que el subsecretario respondió—. Es correcto.
De acuerdo con el encargado de la estrategia para atender la emergencia sanitaria por el COVID-19 en nuestro país, no nos hacen falta pruebas.
Esto no es nuevo. Desde el inicio de la crisis, las autoridades mexicanas han sido interrogadas constantemente por este hecho. La pregunta cobra mayor relevancia ante el anuncio de que pronto “regresaremos a la nueva normalidad”.
¿Cómo regresar a algo que es nuevo? Desde un sentido lógico, el argumento resulta una falacia. Este tipo de errores tan evidentes en la construcción de un plan, sustentan la impresión que muchos tenemos respecto al manejo de la epidemia en nuestro país: se trata de una improvisación.
Hace menos de un mes, el Harvard Global Health Institute publicó un estudio donde advierten que, para que un plan nacional de reapertura económica sea exitoso, debe de minimizarse un factor llamado “índice de positividad”.
El índice de positividad es el porcentaje que se obtiene de calcular el total de infecciones confirmadas contra el total de pruebas realizadas. En el caso de México, hasta el pasado viernes, este índice era del 27% según las cifras oficiales: 45,032 casos positivos de 163,691 pruebas realizadas.
Para ponerlo en contexto, Corea del Sur (uno de los países que mejor ha logrado limitar las transmisiones basándose en pruebas) tiene un índice de positividad del 3% y la Organización Mundial de la Salud ha sugerido que este índice no debe rebasar el 10%.
La conclusión a la que llegaron los investigadores de Harvard es que, realizar pruebas de manera ubicua, es esencial para que cualquier nación pueda implementar una reactivación económica por fases, y permitir que esa economía permanezca abierta.
De lo contrario, la probabilidad de que haya un rebrote de mayor fuerza aumenta. Si la gente sale a realizar sus actividades cotidianas y nuestra capacidad de pruebas sigue siendo tan limitada, el resultado puede ser catastrófico.
Los datos son un elemento fundamental para el método científico. En este caso, resulta insólito que un científico decida apostar por una estrategia que se basa más en corazonadas y estimaciones “de buen cubero”, que en evidencias para sustentar sus acciones.
Teorizar sin datos, sesga el juicio. Si tenemos el dinero, ¿por qué no invertir en pruebas?


Publicado en:https://www.cronica.com.mx/notas-necesitamos_pruebas-1154092-2020


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CARBÓN Y ENERGÍAS LIMPIAS

Cualquier cosa en la que estés interesado no ocurrirá si no puedes respirar o beber. Haz algo.
Carl Sagan

Que alguien le diga a la secretaria de Energía Rocío Nahle, y a Manuel Bartlett Díaz director de la CFE, que el mundo necesita dejar de usar carbón; éste, impulsó la era industrial y puso al planeta en el límite de la catástrofe, ciertamente es barato, abundante pero el más contaminante de los combustibles fósiles.
Uno de los mayores peligros a la salud es la contaminación ambiental y hoy, en plena crisis causada por el Covid 19, cobran relevancia diversos hechos que podrían acrecentar los riegos, dada la determinación del gobierno de México por frenar la generación de energías limpias y estimular el monopolio de la CFE y Pemex, cuyas fábricas anacrónicas utilizan combustibles fósiles, incluyendo al carbón.
Las centrales que más emiten CO2 en el mundo son las carboeléctricas y el carbón es el combustible fósil que más contribuye al cambio climático.
Ahora es un momento crítico, tanto a nivel nacional como internacional, para dejar atrás el carbón y sus secuelas. Numerosos países de una manera responsable, están cambiando el rumbo y empezando a construir un camino en el que el carbón no tiene espacio. El futuro próximo, los siguientes meses y años, serán fundamentales para el necesario abandono del carbón en una transición equilibrada y sostenible; atendiendo y apoyando a las empresas y las personas afectadas.
El carbón es el combustible fósil que emite más gases de efecto invernadero. Este mineral genera casi el doble de CO2 por unidad de energía comparado con el gas natural. Además, su quema, libera grandes cantidades de otros elementos contaminantes como los óxidos de nitrógeno, de azufre y partículas.
Para evitar efectos del cambio climático irreversible, debe dejarse de extraer y quemarse carbón de inmediato.
Unidades generadoras de energía eléctrica instaladas en México se encontraban semi-paralizadas, y con el pretexto de que se debería con fines nacionalistas, producir energía eléctrica por CFE, en lugar de comprar a empresas extranjeras energía limpia eólica y solar más cara, se decidió poner en funcionamiento nuevamente a toda capacidad las plantas que consumen carbón, privilegiando aspectos económicos y chauvinistas, dejando atrás al humanismo y aspectos ecológicos, causando un daño irreversible para el medio ambiente que se prolongará para las próximas generaciones.
La producción de energía eléctrica utilizando carbón, a la larga, será un negocio muy caro para la CFE, pero será más caro para la ecología, para las nuevas generaciones y se condenará a esa empresa productiva del Estado Mexicano a la obsolescencia.
Si el objetivo es el de fortalecer a la comisión Federal de Electricidad, hay que apostarle a las nuevas tecnologías modernas, termoeléctricas, hidroeléctricas, de ciclos combinados, energía eólica, solar, marina, plantas termovalorizadoras de ultima generación, esa sería la mejor inversión. Parafraseando a Buryaile: “No heredamos la tierra de nuestros padres, la tomamos prestada de nuestros hijos”.


Publicado en: https://www.elsoldemexico.com.mx/analisis/carbon-y-energias-limpias-5266487.html

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11/5/20

SANA DISTANCIA TARDÍA

“Los hechos no dejan de existir
sólo porque son ignorados.”
Aldous Huxley

Entre toda la controversia que se ha desatado por las críticas a la relevancia y cuestionamientos a la veracidad de las cifras que cada tarde presenta la Secretaría de Salud con el motivo de informar acerca de la pandemia del coronavirus en nuestro país, hay un hecho que se ha ido perdiendo en la polvareda.
Me refiero a la acción tardía por parte de las autoridades para implementar la única acción que podía mitigar el golpe por la pandemia del COVID-19: el “distanciamiento social.”
Una de las pocas certezas para enfrentar esta emergencia sanitaria, comprobada en otros países que tuvieron que pasar por esta experiencia antes que nosotros, es que, la única manera de romper la cadena de contagio de un virus para el que no existe vacuna ni tratamiento y de “aplanar la curva”, es el aislamiento.
Antes de que empezara el año nadie esperaba que ocurriera una pandemia. Lo imprevisible, lo inesperado desbarata los planes más formidables. Tal parece haber ocurrido con el proyecto de la administración que apenas iba empezando su segundo año.
Cuando ocurrió eso que era imprevisible, lo único que podía hacer el gobierno ante ese momento de crisis era prever.
Tristemente, en el caso de México, no se actuó con oportunidad. La “Jornada Nacional de Sana Distancia” empezó oficialmente el 23 de marzo, a pesar de que muchas voces en todo el territorio nacional pedían que se tomaran medidas desde semanas antes.
Las autoridades no escucharon. Tan solo en la Ciudad de México, se permitieron eventos masivos, desde la cabeza del Ejecutivo, se llamó a la gente a que saliera y comiera en restaurantes, contradiciendo la propia estrategia de salud.
Cuando la magnitud del tsunami estaba clara, se cambió el semblante. Entonces sí comenzaron a intentar transmitir mensajes con más seriedad, ahora sí se empezó a decir que las decisiones se basarían en la ciencia porque “los políticos no somos todólogos”.
Pero era demasiado tarde. Aún cuando desde enero sabíamos lo que venía y sabíamos cómo teníamos que actuar, no hubo preparativos para esta etapa.
¿Dónde quedaron las políticas públicas y cuál fue la planeación que permitiría a la población seguir la indicación más importante de todas que era “quedarse en casa”?
Hoy nadie que abra los ojos y mire a la calle puede decir que hubo tal. La gente no puede quedarse en su casa, aunque quisiera, y el gobierno no les ayudó. La saturación de hospitales es una consecuencia directa de este hecho.
La falta de acción oportuna y la falta de planeación, han sido exhibidos por la propia realidad porque esta no se puede manipular.
Aunque se les pretenda ignorar: Los hechos, hechos son.
La sana distancia llegó tarde, pero más vale tarde que nunca...



Vicecoordinador del Grupo Parlamentario del PRD en el Congreso de la Ciudad de México.


Publicado en: https://www.cronica.com.mx/notas-sana_distancia_tardia-1153453-2020


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DÍA UNO DESPUÉS DE LA PANDEMIA

“Nadie es tan valiente que no se ve perturbado por algo inesperado.”
Julio César


En 1940, cuando la Segunda Guerra Mundial estaba en pleno apogeo, el primer ministro británico Winston Churchill, acompañado por su puro y su vaso de whisky, ya empezaba a imaginar cómo sería la reconstrucción económica de su país, sin descuidar lo inmediato: las operaciones militares para derrotar a Hitler.
Este ejemplo encarna a la perfección aquella frase atribuida a grandes mentes como George Bernard Shaw, Otto von Bismarck, James Freeman Clarke y el propio Churchill: “El político piensa en la próxima elección; el estadista en la próxima generación”.
Así, hoy el llamado que impera en nuestro país, es para que el Presidente de la República deje de ser lo que siempre ha sido, un político, y se convierta en estadista.
Sabemos que el peor momento de la pandemia por el coronavirus aún está por llegar y que las medidas de aislamiento y distanciamiento social son sumamente importantes para mitigar el golpe.
Pero, independientemente de cuánto más vaya a durar el encierro, es necesario empezar a construir los planes para la rehabilitación económica de México para que, en el momento en que las condiciones de salubridad lo permitan, el aparato esté listo para ponerse a trabajar de inmediato.
Es cierto, la reactivación tiene que darse de manera gradual y selectiva. Sin embargo, no es necesario elegir entre salud y economía si procedemos con cautela y responsabilidad.
Por un lado, tenemos que comenzar a trabajar de manera local. Hay que buscar la forma de apoyar a las pequeñas empresas y a los comerciantes que han perdido sus negocios con capital semilla para que se levanten y logren rehacer los empleos que se han perdido en esta emergencia mundial.
Los municipios y las alcaldías tienen que empezar a revisar, desde el confinamiento, cuáles son los trámites que pueden ir agilizando para que sectores como el de la construcción, que beneficia a una amplia parte de la población, se reactiven tan pronto como sea posible.
Es urgente apoyar al campo, invertir en un proyecto de independencia agrícola y aprovechar las condiciones geopolíticas de México.
Estados Unidos está desesperado por reabrir su economía y crecer rápidamente. Si actuamos con inteligencia podemos engancharnos a esa necesidad y aprovecharla como un motor de desarrollo.
Es cuestión de alinear el enorme potencial financiero de nuestros vecinos con nuestra capacidad manufacturera. En esta coyuntura, se abre la posibilidad de detonar nuestras industrias y ayudar a millones de familias mexicanas que están sumidas en la angustia.
Para lograr esto es necesario que todos los sectores se involucren. Que el gobierno entienda que, si bien ya no vivimos en un contexto de grandes empresas de Estado, el primer mandatario debe convertirse en el pivote de ese desarrollo porque, de lo contrario, será más difícil y nos tomará mucho más tiempo salir adelante.
Estamos en una crisis global. La palabra “crisis” viene del griego κρισις (krisis) y significa “separar” o “decidir”. Por lo tanto, “crisis” es rompimiento y es análisis.
Es un punto crucial y decisivo. Sin embargo, no hay crisis permanente: o se agrava y el pueblo o nación que se rompe es aniquilado, o aprovecha la oportunidad que ofrece el riesgo y resurge con más fuerza
Lo inesperado puede ser perturbador, pero también puede ser fuente de provecho.


Vicecoordinador del Grupo Parlamentario del PRD en el Congreso de la Ciudad de México.


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5/5/20

POSTPANDEMIA: ¿UTOPÍA O DISTOPÍA?

“Ojalá que vivas en tiempos interesantes.”
Antigua maldición china

Los antiguos chinos lo decían como una maldición. Vivir en tiempos interesantes es vivir en tiempos que no se comprenden, es no tener paz.
Nosotros no tenemos opción, nos toca estar presentes en uno de los momentos más interesantes de la historia de la humanidad.
El mundo que conocíamos hace unos meses, que dejamos para recluirnos en nuestras casas y cumplir con “la sana distancia” (el aislamiento como medicina), ya no existirá una vez que el bicho deje de ser una amenaza mayúscula y el exterior sea declarado “seguro”.
Desde nuestro confinamiento voluntario, tenemos que empezar a imaginar cómo será esa nueva realidad. ¿Qué nos espera? Así como hay utopías, también puede haber una siniestra distopía.
Estamos ante una experiencia inaugural, el cambio de paradigma ha iniciado. El freno de la economía global ha permitido que muchos vean las grietas en el sistema: la desigualdad social, la fragilidad de los sistemas públicos de salud y la debilidad del Estado han sido puestos en evidencia por un virus.
Algunos vemos en esta situación la oportunidad de instaurar cambios positivos, de reformular la relación entre gobernantes y gobernados.
Muchas voces empiezan a exigir instituciones económicas más justas y redistributivas, la creación de una renta básica universal, un sistema de salud público fuerte y robusto y una transición inmediata hacia las energías limpias.
Todo esto es necesario y el coronavirus lo ha dejado muy claro. Pero el camino no está libre de peligros.
Dicen que si uno quiere ver hacia dónde va el mundo, hay que mirar hacia el Extremo Oriente, en particular hacia China, Taiwán y Corea del Sur. Es ahí donde encontramos la imagen más concreta del futuro hacia el que esta pandemia puede llevarnos.
Estas naciones asiáticas lograron controlar la crisis sanitaria gracias a un modelo donde la sociedad se encuentra cibervigilada al más mínimo detalle y la obediencia a la autoridad es incondicional.
Ese es el riesgo inmediato más cercano para Occidente: que, ante la amenaza del virus, la protección adopte la forma de la renuncia a nuestro derecho a la privacidad. El que quiera salir del confinamiento y disfrutar de la movilidad, del contacto social, debe entregar sus datos al gobierno.
En México estamos por atravesar lo peor de la pandemia. Sin duda vienen días difíciles. Nos han convencido, con evidencia, que debemos tener miedo de contagiarnos. Pero no podemos permitir que manipulen nuestro miedo para que renunciemos a nuestros derechos a cambio de una supuesta protección.
Se abren varios caminos. Nuestra mejor brújula será la reflexión: Dudar en lugar de creer. No temer a la duda sino a los que ofrezcan certezas. La duda es la mónita de un futuro promisorio.
Son tiempos interesantes.

Vicecoordinador del Grupo Parlamentario del PRD en el Congreso de la Ciudad de México.


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