(Publicado el 4 de octubre de 2005. Excélsior)
“…maldita será la tierra por amor de ti;
con dolor comerás de ella todos los días de tu vida.”
Génesis 3:17*
Allá por 1906, portando una Bandera Nacional y un estandarte con un billete de cinco pesos, cantidad demandada como salario mínimo, los empleados de las minas de Sonora iniciaron uno de los movimientos laborales más importantes de la historia de nuestro país: la huelga de Cananea; haciendo caso omiso de la prohibición de Porfirio Díaz de realizar uniones de trabajadores.
El paro en Cananea y, más tarde el de la textilera Río Blanco en Orizaba, Veracruz, marcaron un hito en la historia laboral de México, pues constituyeron las primeras muestras de tendencias sindicales para exigir incrementos salariales y trato equitativo para los trabajadores.
El resultado fue amargo, pues un gran número de obreros pagó con su vida la búsqueda de mejores condiciones de trabajo.
En 1911, después de que Díaz es embarcado en el Ipiranga rumbo a Europa, el sector obrero se aglutinó en organizaciones de tipo mutualista, que más tarde se convertirían en sindicatos. Muchas de estas Uniones se congregaron en la Casa del Obrero Mundial, la cual tomó posteriormente un matiz de corporación o federación sindical, sobre todo por la cercanía con los caudillos revolucionarios; incluso, esta agrupación formó el famoso Batallón Rojo, que dio apoyo al triunfo de la Revolución Mexicana.
Tales antecedentes, dieron la pauta para que los trabajadores buscaran prestaciones que mejorasen su calidad de vida: vacaciones, jornadas razonables, protección a la mujer y a los menores, indemnizaciones por riesgos de trabajo y pensiones.
Entonces, se presentaron dos iniciativas que recogían estas necesidades laborales; una por Francisco I Madero y la otra por Victoriano Huerta; ninguna encontró eco debido a lo incipiente de dichos gobiernos.
Es la Constitución de 1917 la que concreta, en su artículo 123, la garantía social a los trabajadores; este cuerpo normativo reúne las condiciones mínimas de un pacto laboral entre empleados y patrones, congrega prestaciones como la previsión social, y exige a los empleadores responsabilidad e indemnización por los accidentes de trabajo.
El crecimiento acelerado de la economía en los años veinte del siglo pasado, influyó en la creación de entidades que tuvieran como función primordial la de asegurar el bienestar social, tal fue el caso de la Dirección General de Pensiones Civiles y Retiros, que nació en 1925 con el propósito de administrar las pensiones de los trabajadores.
En 1938, surgió la Federación de Sindicatos de los Trabajadores al Servicio del Estado (FSTSE) para garantizar la seguridad en el empleo burocrático y su libre asociación. Aún con esto, los servidores públicos no consiguieron las mismas condiciones laborales que sus homólogos en las empresas privadas, por este motivo y, teniendo como antecedente a la Ley de Pensiones Civiles de 1947, en 1959 se adicionó el apartado B del artículo 123 constitucional, a efecto de convertir las propuestas de la FSTSE en exigencias legales para gobierno como patrón y en derechos para los trabajadores.
En 1959, el Lic. Adolfo López Mateos expidió la Ley del ISSSTE, dando nacimiento a esa Institución que sustituiría a la antigua Dirección General de Pensiones. Entonces, se daba protección a 488,000 derechohabientes con 14 prestaciones que marcaba la Ley; hoy en día, su cobertura supera al 10% de la población nacional, con más de 20 prestaciones.
Estas referencias históricas, no se deben a otra cosa sino al deseo de celebrar y hacer un homenaje a los trabajadores del ISSSTE, porque el primero de octubre el Instituto cumple un año más de prestar atención médica y brindar gran cantidad de servicios a la burocracia federal mexicana. Como mencioné en mi entrega pasada, son más de 10 millones los derechohabientes de este descentralizado; de ahí la importancia que reviste esa fecha, porque todos los servidores públicos que trabajan en él, médicos, paramédicos, enfermeras, administradores, directivos, camilleros, en fi n, todos en su conjunto, son quienes permiten, día a día, que la misión del ISSSTE se cumpla.
No podemos dejar de considerar, la relación de cordialidad y respeto que ha logrado mantener su Director General, Benjamín González Roaro, con la base sindical y su representación, sosteniendo que el fundamento para una excelente reforma es el convencimiento y no el pacto de vencimiento que malgastó las relaciones laborales del IMSS, por ejemplo.
Sirva pues, este medio para enviarles una cordial felicitación a aquellos que con su esfuerzo y profesionalismo nos atienden en cada una de sus áreas, extendiéndola además al Sindicato que los representa, SNTISSSTE, y a su líder el Dr. Ricardo Pontigo Márquez. Elevar la calidad de los servicios que ofrecen las instituciones públicas, es uno de nuestros mayores desafíos, y garantizar el otorgamiento de las pensiones, es otro de los retos; por eso la urgencia de la reforma de la Ley del ISSSTE como una prioridad.
*Génesis. Es el primer libro de la Torá y de la Biblia, tradicionalmente se ha atribuido a Moisés. Relata el origen del mundo, del género humano y del pueblo judío; la creación de Adán y Eva en el huerto del Edén; la caída de ambos en desgracia por comer del fruto del árbol del conocimiento del bien y del mal; la historia de sus dos primeros hijos: Caín y Abel; la aparición de tribus y razas; la historia de la Torre de Babel; la narración del diluvio anunciado por Yahvé a Noé, a consecuencia de la maldad y corrupción humana; la reconciliación de Dios con el hombre y su alianza; la historia los patriarcas Abraham, Isaac y Jacob; la historia de los doce hijos de Jacob y el nacimiento de las doce tribus de Israel; el relato de José; el Exilio del pueblo Hebreo en Egipto y su esclavitud.
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