(Publicado el 18 de enero de 2005. Excélsior)
“…a imagen de Dios los creó, hombre y mujer los creó”.
Génesis 1,27*
La mujer es considerada por la teología vaticana como un ser inferior. Sólo tiene acceso a seis sacramentos puesto que no puede ser ordenada sacerdotisa; sin importar que haya merecido de Jesús el útero que lo engendró… Cristo, se argumenta, eligió sólo hombres; no obstante que tal elección de varones debió haber sido simplemente un hecho histórico superable.
La práctica de no ordenar mujeres en la Iglesia no es una tradición verdadera ni válida, toda vez que la misma descansa en un prejuicio contra ellas. Las mujeres fueron consideradas inferiores por naturaleza y por ley. Tanto la filosofía griega, que fue adoptada también por los cristianos, como la ley romana, que fue la base para las leyes de la iglesia, daban a la mujer un estatus inferior en la sociedad.
Se señala, con supina ignorancia, que “sólo el hombre fue creado a imagen de Dios”; es impensable, añaden refiriéndose a las mujeres, que semejante “ser” pueda ser ordenado sacerdote. A ellas, se les ha hecho responsables de traer el pecado original al mundo y de representar una continua fuente de seducción. Hubiera sido totalmente inapropiado que tales “criaturas pecadoras” fueran escogidas como canales de la gracia de Dios.
Las mujeres eran consideradas ritualmente impuras, pues se suponía que su flujo menstrual las mantenía en un estado regular de profanación ritual por lo que no se les podía confiar el cuidado de las reliquias sagradas. Después de haber dado a luz, tenían que ser “purificadas” y se les prohibía estrictamente tocar objetos sagrados tales como el cáliz, la patena o el mantel del altar.
La violencia contra la mujer en América, tiene su origen en el momento mismo de la invasión europea: las tierras recién descubiertas presenciaron asesinatos, genocidios culturales contra los pueblos supuestamente inferiores, salvajes y sin alma, a los que se les tenía que enseñar emprendiendo una gran cruzada para “civilizarlos”. Junto con esta violencia se produjo la violación feroz de las vírgenes del sol y las demás mujeres, reduciéndolas a objetos sexuales y de reproducción biológica. Es ese el origen de nuestra sociedad machista y discriminadora.
Por su parte, la discriminación de género en la familia, en las comunidades rurales y en la vida diaria, obliga a las indígenas a soportar maltrato y sobrecarga de trabajo y responsabilidad, dejándolas, consiguientemente, aún más excluidas y relegadas debido a la violación de sus derechos humanos fundamentales.
En algunas comunidades los padres, maridos, y hasta los hijos varones, tienen derecho natural de gritar, insultar y golpear a la mujer. Es una costumbre que las muchachas vivan con aquel que se las robó, quedando expuestas a ser prostituidas; de igual manera, las familias consienten frecuentemente que raptos y violaciones terminen en matrimonio; y la compra y venta de niñas con fines matrimoniales es una práctica cotidiana.
Pero no sólo en América se observan estas costumbres: en Pakistán, Umar Magsi mató a su hija de 11 años con un hacha porque sospechaba que tenía un romance con su vecino; el mismo destino alcanzaron la esposa y la otra hija por tratar de impedir esta atrocidad; no obstante, la sentencia para el parricida fue nula por tratarse de un “crimen de honor”. Este fallo jurídico de la Charia (ley islámica) nos regresa a la barbarie… El asesinato y, sobretodo, la impunidad en que quedó, fueron condenados y provocaron la indignación de varias asociaciones internacionales de amnistía y de derechos humanos, las cuales exigen a las autoridades de aquel país impidan y sancionen estas prácticas.
El derecho a la vida de las mujeres pakistaníes se encuentra condicionado a que obedezcan las normas y tradiciones sociales; por lo tanto, el género femenino en ese país vive inmerso en el terror, en la inseguridad y la incertidumbre. Las asesinan por mantener supuestas relaciones ilegales, por divorciarse de esposos que abusan de ellas y, peor aún, por casarse con el hombre que ellas eligieron sin el consentimiento de su padre.
Aún en siglo XXI, las tradiciones en muchas culturas continúan en el salvajismo. La mujer acepta estoicamente estos usos y costumbres, quizá por su fanatismo religioso o porque el ir contra ellos implicaría la muerte; no tiene alternativa o elección. El Artículo 340 del Código Penal de Jordania prevé excepción de pena si un hombre mata a su mujer o a una mujer familiar luego de encontrarla cometiendo adulterio con otro; y por parte del gobierno en esa nación no existe intención alguna para reformar semejante precepto, sólo indiferencia.
Sin embargo, el mundo islámico no detenta de manera exclusiva la “defensa del honor”; en Brasil, después de una lucha de 20 años, se erradicó una ley en el año 2000 que absolvía totalmente a un varón después de que éste demostrara que asesinó a su pareja por la sospecha de infidelidad.
La violencia hacia las mujeres está presente en cualquier país del mundo. Anualmente, más de cinco mil mujeres mueren víctimas de violencia intrafamiliar; aproximadamente 35 por ciento de ellas son asesinadas por su pareja.
No podemos quedarnos serenos y apacibles, denunciemos los actos violentos.
*El Génesis (creación, nacimiento, origen) es el primer libro de la Torá y del Antiguo Testamento de la Biblia, en el cual se relata el origen del mundo, del género humano y del pueblo judío. Su autoría ha sido atribuida tradicionalmente a Moisés.
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