(Publicado el 12 de julio de 2005. Excélsior)
“¿Y si combatiésemos la sobrepoblación
esterilizando a las cigüeñas?
Anónimo
El 11 de julio de 1987, se celebró el “Día de los Cinco Mil Millones” en honor a la cifra que alcanzó la población en todo el planeta en ese preciso momento. A partir de entonces, la Organización de las Naciones Unidas celebra año con año el Día Mundial de la Población. En esta fecha, siempre se debate si el planeta está sobrepoblado o si se trata sólo de un mito inventado para manipular a las conciencias en todo el orbe. La conclusión, la dejo al amable lector que sea tan gentil de acompañarme en mis deshilvanadas reflexiones.
La demografía histórica ha calculado que hace 10 mil años, cuando se inició la agricultura y la domesticación de los animales, la población en todo el planeta no llegaba a los 10 millones de almas; en 1750, el Censo U
niversal arrojó la cifra de 750 millones; en 1930, 2000 millones; en 1975 ya éramos el doble, 4000 millones; y en el año 2000, 6000 mil millones de habitantes.La humanidad tardó centenares de miles de años para llegar a los primeros mil millones; cien años más para duplicarse; 30 años para alcanzar los 3000; 15 años para los 4000; 10 años para alcanzar los 5000…, cifras que dan ejemplo del exponencial crecimiento de la especie humana.
Por sí solas, las cifras apuntadas son dramáticas; sin embargo, pasan a ser dantescas si se relacionan con otros datos aún más alarmantes: el 75% de la población actual carece de satisfactores mínimos para su desarrollo, techo, alimento, agua potable y drenaje; el 60% vive en extrema pobreza.
Pero el término sobrepoblación, decíamos al principio, es debatible y engañoso; baste señalar que si introducimos el concepto de número de habitantes por kilómetro cuadrado, nuestra concepción puede cambiar. Veamos cifras reportadas hace 10 años: Gran Bretaña 229 habitantes por kilómetro cuadrado; India 209; Países Bajos 385; Brasil 15; Bolivia 5; Francia 95; China 102. De un simple vistazo pareciera que los Países Bajos presentaban un problema poblacional mayor que el de China.
En otro orden de ideas, el descenso de la tasa de fecundidad en China se ha debido, en gran medida, a la intervención del Estado. Uno de los factores más importantes, es el cambio en la edad para contraer matrimonio (en China, como en la India, la edad mínima ha sido tradicionalmente precoz); en 1950 se promulgó una ley que establece como edad mínima legal de 20 años para los hombres y 18 para las mujeres; pasando a ser ahora de 22 años para los hombres y 20 para las mujeres.
Otro factor fundamental es la regulación de los nacimientos pues a partir de 1979, la política demográfica tiende a favorecer el hijo único, y desalentar la procreación del tercer hijo y subsiguientes, a través de incentivos y castigos económicos tales como la gratuidad de los cuidados para el hijo único, preferencia en el otorgamiento de empleo, habitación y parcelas en terrenos rurales, entre otros. A las providencias disuasivas se añaden sanciones, como la exigencia de un impuesto en caso de descendencia igual o superior a 3 hijos, disminución del 5% del salario de los padres, exclusión del tercer hijo del sistema de cuidados e incrementos en el precio del alimento para la manutención, y más. La evolución de los indicadores demográficos parece comprobar la eficiencia de estas medidas, si la comparamos con la India, que es adecuada por la proximidad cultural.
Pero por otro lado, China es un país con grandes índices de abortos, sobre todo selectivos en contra del nasciturus femenino. Ese hecho podría llevar a ese país a tener próximamente 60 millones menos de mujeres, según datos proporcionados por la ONU. Cada segundo nacen aproximadamente 3 seres humanos, es decir, 259,200 personas diarias, que compartirán con nosotros alimentos, tierra y agua; todo ello, enmarcado en el agotamiento de los recursos acuíferos, la escasez de alimentos, la deforestación y la falta de implantación de la cultura del preservativo... Mientras eso ocurre, tres cuartas partes de la humanidad mueren de hambre, en tanto que aumentan desproporcionalmente los problemas por obesidad en los países desarrollados.
Existen recursos y medios tecnológicos suficientes para mantener a la población mundial, sólo es cuestión de repartirlos equitativamente. Un dato más, con tan solo lo que se gasta en mantener a las mascotas en Europa, E. U. y Canadá, bastaría para alimentar a todos los niños del mundo… ¡Es este un mundo injusto!
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