(Publicado el 25 de julio de 2006 en Rumbo de México)
“Podemos perdonar a los árabes que maten a
nuestros hijos, pero nunca les perdonaremos
que nos obliguen a matar a los suyos.”
Golda Meir*
Un país libre y soberano está siendo invadido, sitiado y atacado por otra nación soberana, y la comunidad internacional no hace nada, sólo se lamenta; por esta vía la paz en Oriente Medio no se alcanzará jamás. ¿Acaso el secuestro de dos soldados israelitas es justificante para dar muerte a cientos de inocentes? Parece que las normas básicas del Derecho Internacional se han perdido en el abismo del olvido, se han disuelto por la pasión desmedida, por el deseo de la represalia, por el fanatismo religioso, por las confusas fronteras y por la ambición económica. El terrorismo radical de Hezbolhá (partido de Dios) fue el factor que detonó la ira israelita en contra del Líbano, aunque ya eran viejos enemigos.
El conflicto entre el Líbano e Israel tiene sus orígenes, entre otros factores, en la decisión que tomó la Organización de Naciones Unidas el 29 de noviembre de 1947 de dividir el territorio en dos zonas: una israelí y otra palestina. En los años setentas y ochentas, Israel realizó varios intentos por ganar territorio libanés, en la zona del río Litani, en Beirut y al norte de Sidón. La ONU ha intervenido en todas las ocasiones emitiendo resoluciones en las que instaba a Israel a abandonar los territorios ocupados y creaba una fuerza provisional internacional con el fi n de confirmar esa retirada y garantizar el restablecimiento de la paz. Para mantener la paz, el gobierno libanés ordenó el desarme de todos los grupos armados del país, con excepción de Hezbolá, el cual desmanteló su estructura en Beirut, pero la mantuvo en el sur del Líbano para continuar su conflicto con Israel.
El Hezbolá fue fundado en Líbano en 1982 tras la invasión israelí; nació con el objetivo de crear una república islámica y su ideología se fundamenta en el antisemitismo y repudio a lo occidental. Está liderado por el jeque Hasán Nasralá, y ha llegado a constituirse en un grupo político importante pues representa al 35% de la población dentro del parlamento libanés, con 14 escaños. El gran apoyo popular que recibe se debe a que el partido ha creado una red de hospitales, colegios, centros comunitarios, organizaciones benéficas y puntos de distribución de alimentos, a los que tienen libre acceso todos los libaneses, musulmanes y cristianos. Su médula de operaciones está ubicada básicamente en el sur del Líbano.
En 1996, Hezbolá e Israel se comprometieron a dejar a los civiles a salvo de sus hostilidades en la llamada “zona de seguridad”. Tras este compromiso se estableció un Comité de Vigilancia de la Tregua, integrado por Siria, Estados Unidos y Francia, cuya misión fue supervisar el respeto del alto al fuego en la zona, sin embargo, ambas partes han violado el pacto en numerosas ocasiones.
En 1993 se suscitó la guerra libanesa de los “Siete Días” y en 1996 tuvo lugar una afrenta de Israel denominada operación “Uvas de la Ira”, que duró 17 días tras los cuales se reanudaron los ataques contra Beirut, cobrando la vida de 200 personas. Actualmente, el problema vive su peor momento; la aviación israelita ha destruido carreteras, puentes, parques, edificios, puertos y centros militares, con el propósito de cortar las vías de contrabando de armamento hacia Líbano e impedir que los dos soldados hebreos capturados puedan ser sacados del país. Se calcula que el cruce de fuego de doce días ha dejado al menos 360 muertos, más de 600 heridos en ambos bandos y 500 mil personas se han visto en la necesidad de abandonar sus hogares.
Según informes del “Business Data Israel”, un 26 por ciento de la industria, un 20 por ciento de los servicios y un 21 por ciento de empresas dedicadas al comercio han tenido que cerrar porque están en la zona de guerra; agrega que los gastos de la beligerancia se calculan en 22 millones de euros.
Solicitudes del cese al fuego de la ONU, peticiones de paz del G8, llamados del Papa a la concordia, rechazo de la comunidad Internacional y, sin embargo, la guerra sigue. ¿Será un fracaso más de la ONU? ¿Qué se requiere para la paz? ¿Quién debe intervenir para lograrlo? ¿A quién le conviene esta contienda bélica?
Sabemos que el pretexto de Israel es absurdo, incluso el gobierno del Líbano está listo para regresar a los dos soldados secuestrados y aún así, probablemente no cesará el fuego. Por otra parte, es evidente el gran apoyo de los Estados Unidos hacia la comunidad judía y el rechazo que tiene este país al mundo musulmán. Seguramente estamos en un momento de parte aguas histórico, existe la posibilidad de que se extienda el conflicto, y mientras eso ocurre, los Estados Unidos preparan un pretexto para atacar a Irán.
Si nuestros nietos sobreviven a la contaminación que nosotros y nuestros hijos les legaremos, estudiarán en los libros de historia universal la pasividad de la ONU y de los países miembros en un conflicto que se pudo haber evitado.
*Golda Meir (1898-1978) Política, diplomática y estadista israelí, y la cuarta Primera Ministra de Israel. Fue una de las primeras jefas de gobierno del mundo, sólo precedida por Sirimavo Bandaranaike de Sri Lanka e Indira Gandhi de la India. Cuando tenía ocho años de edad, su familia se marchó a los Estados Unidos donde se unió a un movimiento sionista, en 1921 inmigró a Palestina. En 1924 se traslada a Jerusalém y empieza a destacar en su círculo activista. En 1948 es nombrada embajadora de Israel en la Unión Soviética, fue también ministra de Trabajo y Seguro Nacional, aplicando políticas de bienestar social y entregando viviendas subvencionadas a los inmigrantes. En Octubre de 1973 estalla la guerra del Yom Kipur y como Primer Ministro, concentró sus esfuerzos en el frente diplomático, consiguiendo con gran éxito ayuda económica y militar; por expreso “deseo del pueblo” se retira de la vida pública a mediados de 1974, tras haber renunciado a su cargo.
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