(Publicado el 17 de enero de 2006. Excélsior)
“La dictadura se presenta acorazada porque ha de vencer.
La democracia se presenta desnuda porque ha de convencer.”
Antonio Gala*
Magro interés demostraron en la elección presidencial los mexicanos que residen en el extranjero. El programa fue un rotundo fracaso porque solamente se recibieron 21 mil solicitudes para votar de los más de 10 millones de paisanos que viven en otras naciones. Quizás por temor a ser expulsados del país de residencia, dado que un alto porcentaje carece de documentación, o tal vez porque no le ven utilidad al ejercicio de su voto. ¿Les da lo mismo quién llegue a la presidencia? Recordemos que la mayoría de los emigrantes ya tienen empleo y sobreviven bajo ordenamientos jurídicos distintos a los mexicanos.
Ningún partido o candidato fue capaz de ofrecer a los millones que se van de México estrategias que favorezcan sus derechos laborales, ninguno de los candidatos abanderó con credibilidad la lucha por las prestaciones sociales, ningún partido político pelea con veracidad manifiesta para alcanzar la repatriación y trabajos dignos y bien remunerados; por eso los que se fueron le ven poca utilidad al sufragio.
Ningún partido ha ofertado con fuerza la creación de la infraestructura adecuada o de las plataformas para que los emigrantes mexicanos vean en su país natal una nueva oportunidad de vida. Nuestros connacionales se van porque no hay trabajo o éste está mal remunerado y no encuentran manera de dar sustento a sus familias, por lo tanto, son capaces de arriesgar la vida con tal de obtener un empleo pagado en dólares, a pesar de los malos tratos, de la discriminación y del racismo decimonónico. En consecuencia, los mal llamados braseros están más preocupados porque no los detengan las autoridades migratorias, que por la comedia a la que ha llegado la política nacional; sus inquietudes consisten en buscar dónde vivir y cómo mandar dinero a sus parientes y no en los procesos electorales. No se trata de desamor a México ni a sus costumbres, sus raíces, su comida o sus festividades; se trata de mantener su modo de vida.
Esta ruta de sufragio era la crónica de un fracaso anunciado para la democracia mexicana, era una norma que desde sus orígenes contenía vicios pues estaba más dedicada a la forma que al fondo del problema; los legisladores se ocuparon sólo de “cómo” votar desde el extranjero sin generar un interés legítimo en los mexicanos residentes fuera del país para que participaran en los sufragios del 2006.
Al vapor, se emitió una ley que en nada beneficia a México y mucho menos a los paisanos que habitan en el extranjero. ¿Por qué no les preguntaron antes a los emigrantes? ¿Por qué no se gastó en una encuesta? Con esto hubieran evitado la pena del fi asco. En cambio, temas de suma importancia para los mexicanos como la previsión social, los procesos penales, el comercio exterior, la educación, la energía, la atención médica, las pensiones, la ecología y el empleo, parecen ocupar un lugar secundario, no urgen, son las normas del “mañana”, las iniciativas empolvadas, las de mucha discusión y poca aprobación, las del archivo muerto.
El Instituto Federal Electoral (IFE) cumplió con su tarea de enviar 5 millones de solicitudes a 68 países, aunque únicamente 3 millones llegaron a manos de posibles electores, de los cuales aproximadamente el 98% se encuentra distribuido en los Estados Unidos, España y Canadá; estos votantes a distancia, requisitaron y remitieron sus solicitudes al IFE pero un 18% se encontraban incompletas, por lo que entraron a un proceso de aclaración que vencerá el 15 de febrero.
Además, el Instituto Federal Electoral ha establecido dos medidas para que los mexicanos que viven en el extranjero conozcan a los participantes en los procesos electorales y sus propuestas, y puedan emitir su voto con sustento. La primera, consiste en enviarles junto con la boleta electoral un folleto con los principales puntos de las plataformas de cada partido, a efecto de que puedan estudiar cuál es la mejor opción. La segunda, será promover un debate entre los candidatos presidenciales con temas que sean de interés para los emigrantes y difundir esa disputa. Considero que estas medidas debieron tomarse antes del registro de participación electoral, porque de esta manera se hubiera generado interés en un mayor número de posibles votantes.
Atendiendo al bajo número de mexicanos residentes en el extranjero que se han inscrito en el listado nominal del IFE para participar en la elección presidencial de 2006, puede calcularse que el costo de cada sufragio será de aproximadamente 20 mil pesos; quizás hubiera sido más económico traerlos a votar a la frontera más cercana a su domicilio.
El voto se define como una obligación y una prerrogativa, es decir, por definición es un derecho ciudadano y una obligación cívica; pero para hacer realidad estas premisas es necesario trabajar muy duro en el “fondo” no sólo en la forma.
*Antonio Gala. Poeta español nacido en 1930. Estudió la carrera de Derecho, Filosofía y Letras, y Ciencias Políticas y Económicas, obteniendo licenciaturas en todas ellas. Al acabar sus estudios universitarios, ingresó en la orden de los Cartujos, pero fue expulsado de la orden. Se mudó a Portugal, donde comenzó a impartir clases de Filosofía e Historia del Arte y recibió el Premio Adonáis de poesía por su obra Enemigo Íntimo. Destaca también su labor como mecenas pues creó la Fundación Antonio Gala para Creadores Jóvenes, dedicada a apoyar y becar la labor de artistas jóvenes.
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