(Publicado el 5 de septiembre de 2006 en Rumbo de México)
“La primera condición para el acuerdo, es el deseo de lograrlo.”
Refrán popular
Tras los hechos suscitados el primero de septiembre en el recinto de la Cámara de Diputados durante la apertura del período ordinario de sesiones del Poder Legislativo, es obligada la reflexión sobre el papel del Congreso de la Unión y el funcionamiento del parlamento en la incipiente democracia mexicana.
La palabra “congreso” proviene del latín congressus, y significa reunión. Por definición, esa institución, a la cual el señor AMLO ha mandado al diablo, se encuentra constituida por las cámaras de Diputados y de Senadores, y es la encargada de representar en asamblea nacional al pueblo y a las Entidades Federadas en el pacto constitucional.
Como su nombre lo indica, el parlamento es, en esencia, el lugar donde se parlamenta, se discute, se habla, se debate, se argumenta y se contraargumenta; es el foro en donde, por principio dialéctico, se encuentran las tesis con sus antítesis y luego, mediante la democracia, se dirimen los conflictos y se arriba a la síntesis del devenir nacional. El fuero con el que están investidos los legisladores es, en la teoría jurídica, un escudo que los protege para que sean absolutamente libres de expresar sus opiniones; el fuero es, cuando se usa convenientemente, la defensa del parlamento contra la imposición y la dictadura. ¡Qué lejos estamos en México de honrar a esas instituciones que costaron sangre aquí y en todo el mundo!
Los diputados y senadores del PRD y PT, 182 legisladores, 29% de la conformación de ambas cámaras, subieron a la tribuna del parlamento mexicano para impedir que el Primer Mandatario, Vicente Fox, diera su mensaje a la nación con motivo del sexto informe. Una minoría de congresistas impidió la sesión del congreso; una minoría de legisladores con fuero, impidieron el diálogo y el debate; una minoría de legisladores impusieron el silencio y amordazaron a sus compañeros ¿es democrático el hecho?
El pretexto era simple: que quitaran el cerco de policías alrededor de San Lázaro, porque tenían “sitiados ilegalmente a los legisladores”. En este disparate, se les olvidó que el PRD tiene secuestrados el Paseo de la Reforma, el Zócalo y Avenida Juárez, sin ningún fundamento jurídico y violando garantías individuales ciudadanas, así como el Bando 13, que el mismo López Obrador expidió. Minutos previos a la toma de la tribuna, el senador Carlos Navarrete de la bancada del PRD, le indicó al Presidente de la República que había violado el artículo 29 constitucional por ordenar al ejército, resguardar el Congreso de la Unión. Al parecer, nadie le informó al senador Navarrete que la instrucción del resguardo la dio el anterior presidente de debates de la mesa directiva de la Cámara.
Estos hechos tuvieron lugar en la máxima plataforma en la que se expresa la democracia, en el mismo estrado que fue testigo del cambio de poder presidencial y en el mismo foro en donde se escuchó a López Obrador defenderse del desafuero. Es justamente ese lugar, en donde se deben manifestar las ideologías de cualquier pensamiento sin límite alguno y donde se aprueban las leyes de este país.
¿Quiénes serán los traidores a la democracia? La sociabilidad humana está basada en la capacidad para comunicarse y para intercambiar ideas, evitando que reine la sinrazón o la intolerancia, porque esto genera violencia.
Los preliminares del parlamentarismo mexicano se inician básicamente con la vida independiente de México, bajo la influencia de la Constitución estadounidense de 1787; de la Constitución francesa de 1791 y de las prácticas parlamentarias de los ayuntamientos o cabildos de los municipios españoles; fi guras que no sólo fueron imitadas, sino mejoradas al establecerse un gobierno responsable ante el pueblo de todas las acciones adoptadas, un pueblo que se reserva el derecho de pedir cuentas a sus gobernantes y, en su caso, sustituirlos por la vía legal, si se considera preciso.
Todos estos principios y fundamentos históricos, que le han costado a México muchos años de guerras, vidas, injusticias, arbitrariedad e infamias, son hoy desconocidos por el señor López Obrador y su bancada de legisladores. Las instituciones que se fueron forjando y perfeccionando en el Congreso de la Unión a base de discusiones y diálogos, son hoy atacadas por la facción del PRD.
Fox cumplió con lo ordenado por el artículo 69 Constitucional al acudir a la apertura de la primera sesión ordinaria del Congreso en turno y al entregar por escrito el informe del estado que guarda la nación.
El predecible show de los perredistas fue lamentable, no desde el punto de vista del informe presidencial como tal, sino por la alborada de lo que veremos el 16 de septiembre o el primero de diciembre, ¿Resistencia pacífica? Los que estamos aguantando en forma tranquila, somos la mayoría de mexicanos y no aquellos que dicen que desean resolver invitando a la confrontación.
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