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SAHAGÚN VS. ABASCAL

(Publicado el 30 de julio de 2001 en El Día)

“Las autoridades sólo pueden hacer
lo que la ley expresamente les permite.”
Principio de legalidad*

En recientes declaraciones, la primera dama Martha Sahagún, se comprometió a respetar la ley en el desempeño de sus funciones. “No creo en otro límite”, señaló. En efecto, todos los servidores públicos tienen la obligación legal de cumplir estrictamente la normatividad, pues de lo contrario, incurrirían en responsabilidad administrativa e incluso penal. El problema que se presenta en el caso de la Primera Dama del país; es que no existe dentro del marco jurídico mexicano esa figura, a diferencia de otras legislaciones de países extranjeros; motivo por el cual, la llamada Primera Dama, no tiene otra connotación legal que la de ser esposa del encargado del Poder Ejecutivo, es decir, del Presidente de la República, con las limitaciones y facultades que señala la Ley Civil para cualquier otra esposa de cualquier otro servidor público, o mexicano, sea del nivel que sea.

En estricto sentido la Señora Sahagún o Señora Fox, como la queramos llamar, tiene más que una responsabilidad legal, ausente en este caso; una tarea ética, moral y política consistente en apoyar a su esposo con las actividades que se les puedan encargar a cualquier ciudadano que no participe en la administración pública. Por lo tanto, la Señora Fox, tendrá que conformarse con ser una colaboradora sin cargo, sin sueldo, ni atribuciones públicas dentro del poder ejecutivo, ya que el artículo 108 de la Constitución reputa como servidores públicos exclusivamente a los representantes de elección popular, a los miembros del Poder Judicial Federal, a toda persona que desempeñe un empleo, cargo o comisión de cualquier naturaleza en la Administración Pública Federal, así como a los servidores del Instituto Federal Electoral; además la Ley de Responsabilidades de los Servidores Públicos, impide dar empleo, cargo o comisión a los cónyuges y/o parientes cercanos para evitar actos de corrupción.

En un arranque más pasional que reflexivo, el presidente Fox sacó de los Pinos un cuadro con la figura de Benito Juárez, pretendiendo con este hecho, minimizar la figura del patricio, enviando un mensaje a los sectores más reaccionarios de este país, con el que reitera la idea de desmantelar lo que queda de los artículos 3 y 130 constitucionales, en lo que respecta a la educación laica y a la separación de las Iglesias y el Estado Mexicano; manteniendo su promesa de campaña, de introducir valores religiosos a la escuela pública y de dar a los ministros de los cultos la posibilidad de tener en propiedad medios de comunicación masiva, situación que actualmente les está prohibida por la ley de la materia. Si no hubiera sido por el Presidente Juárez y sus Leyes de Reforma, y más tarde, por la derrota de los cristeros y los sinarquistas, el matrimonio seguiría siendo un sacramento y no se hubiera elevado a la lógica racional de un “contrato social” y al amparo del derecho, por lo que no existiría el matrimonio civil y, por ende, el presidente Fox y su dilecta esposa Martha, vivirían en amasiato, pues la Iglesia a la que ellos pertenecen les prohíbe contraer nupcias; tan sólo por eso deberían regresar a su hogar la figura de Juárez en agradecimiento.

La relación de la Señora Sahagún con el Presidente, provocaba un “ruido” y confusión entre los distintos actores de la política y del gobierno, incluidos los propios secretarios de Estado, pues la entonces portavoz presidencial era, a la vez, compañera del “jefe”. La confusión entre la tarea pública de la señora Sahagún y la relación privada con el mandatario, complicó la marcha normal del trabajo; la decisión de formalizar esa relación en este contexto se entiende como un acierto.

Sin embargo, el matrimonio civil generó malestar entre algunos sectores conservadores de la Iglesia y algunos miembros del gabinete. La molestia se debe a que el matrimonio civil va en contra de las creencias y las prácticas religiosas que el mismo señor Presidente hizo públicas en más de una ocasión, como ejemplo baste señalar el estandarte Guadalupano que portó durante su campaña, el crucifijo que le entregó su hija en la ceremonia oficial, la misa el día de la toma de posesión, y la sugerencia de Fox de que pidamos a la Virgen que detenga la recesión en Estados Unidos.

Los principales críticos de esta unión civil, se encuentran dentro del propio gabinete presidencial; pueden escucharse en los pasillos los  rumores y comentarios de boca a oído y los más “mochos” se sienten traicionados.

Resultaría interesante saber qué piensa el Secretario del Trabajo de las personas que rompen su promesa ante el altar, de fidelidad y unión hasta la muerte, o qué piensa Carlos Abascal de quienes, sin el consentimiento de la Iglesia se casan nuevamente. Bastaría que el presidente Fox lo escuchase para que lo cesara fulminantemente.

Igualmente interesante, sería saber lo que piensa Martha Sahagún de las declaraciones de Abascal con respecto al papel de la mujer, cuando afirmó que “debemos crear condiciones para que las mujeres que así lo decidan, puedan entregarse de lleno a la profesión de madre y de corazón del hogar...” Sobre todo si consideramos que la Señora Fox está planeando convocar a una “cumbre de primeras damas”. En otros países, las primeras damas tienen una responsabilidad jurídica y tareas concretas previstas dentro de la legislación; en el marco jurídico mexicano dicha figura no cuenta con responsabilidad alguna, por lo que tampoco se tienen atribuciones concretas. Deberá tenerse mucho cuidado para no rebasar el límite del Derecho.

*Diccionario Jurídico Mexicano. Instituto de Investigaciones Jurídicas de la Universidad Nacional Autónoma
de México. Tomo P-Z. 1638. Editorial Porrúa. Décimo segunda edición. México, 1998. Página
2535.

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