(Publicado el 14 de septiembre de 2004 en Excélsior)
“Quien reviste la lucidez, reviste la tristeza”
San Agustín*
La debatida idea de reformar el artículo 115 de la Carta Magna, consiste en darle continuidad a los proyectos de los presidentes municipales que beneficien a su comunidad. Se piensa que con la reelección, los programas no se suspenderían y por ende, el gasto gubernamental sería mejor empleado.
Porfirio Díaz se levantó en armas contra el Presidente Juárez con el Plan de la Noria, blandiendo la bandera de “No Reelección”; a pesar de ello, duró treinta años en el poder. La historia en México nos indica que la reelección no contribuye al avance de la democracia en el país, sino por el contrario, la frena y provoca que un grupo, una familia, o una élite se adueñen de todo lo que les rodea.
Los artículos 112 a 117 Constitucionales, ponderan al municipio como la base de la división territorial y de la organización política y administrativa del Estado, el Ayuntamiento es electo mediante sufragio universal, libre, secreto y directo. Los municipios tienen facultades y autoridad que se ejercen exclusivamente por los presidentes municipales, quienes duran en sus funciones tres años y no podrán ser electos para el período inmediato siguiente.
La historia nos ha demostrado que la mayoría de los políticos trabajan para su partido y sus propios intereses. La posibilidad de reelección implicaría que estos funcionarios municipales se dedicaran a trabajar solamente para conservarse en el poder y tomar el control de las elecciones. Eso implicaría que sus hijos o nietos dieran continuidad al ejercicio del poder, es decir, el más puro de los feudalismos.
Recordemos que en Venezuela todo comenzó con la reelección de alcaldes, para terminar con una solicitud de la Asamblea de ampliar el periodo presidencial a nueve años. Está demostrado que los gobiernos de cacicazgos no producen más que violencia y terror para sus ciudadanos o, en su defecto, levantamientos en los que se pierden muchas vidas.
México ya pagó su cuota de sangre y miles de mexicanos tributaron con su vida el logro de la “no reelección” como principio fundamental de nuestra República. ¿Ya se nos olvidó el Plan de la Noria y las luchas de la época de Obregón y Calles que levantaron enconos por querer reelegirse, y no precisamente para continuar la obra, sino para saciar la ambición?
Entrar al camino de la democracia, del ejercicio y respeto de los derechos humanos, y de la posibilidad de participar en el destino de la sociedad para el interés común general nos tomó mucho tiempo, dinero y vidas.
Es claro que el que no conoce la historia, está condenado a repetir los mismos errores; por eso la importancia de que nuestros políticos, líderes de partidos y servidores públicos, conozcan lo que ha acontecido en el pasado. La historia nos sirve para conocer lo que sucedió ayer, para entender el hoy y mejorar el mañana. Sólo con pleno conocimiento del pasado, el político se transforma en estadista.
La democracia constituye un régimen político que implica no sólo una forma de gobierno y estructura económica social; sino también valores, actitudes y conductas democráticas. Para la consecución de todo ello, es necesaria la alternancia, misma que el ciudadano ejerce por
medio del sufragio.
El voto es un medio para convertir a los ciudadanos y sus grupos en agentes políticos directos, al margen, pero junto a la acción política de los partidos políticos, con la posibilidad de diálogo y de libre expresión de ideas. El cacicazgo es lo contrario: no hay libertad de expresión.
Es obvio que la reelección de presidentes municipales conduciría a tentaciones de abuso de poder político y económico, de corrupción abierta y de ninguna transparencia. Igualmente, no permitiría el surgimiento de nuevas ideas puesto que todo giraría en torno a una élite y a sus intereses.
La clase política se debe renovar por medio del sufragio; debe permitirse que el pueblo elija a sus gobernantes. Si el pretexto es la continuidad de los programas, luego entonces se debe legislar para darle sentido a los proyectos, no a las personas.
Habiéndose retirado la iniciativa en la que fue propuesta la reelección de los presidentes municipales en periodos consecutivos, con la justificación de que el envío al Congreso “fue un error y no una decisión del ejecutivo”, según declaración del Subsecretario de Enlace Legislativo de la Secretaría de Gobernación, quedan en el tintero la viabilidad de la propuesta y, por ende, los posibles motivos de esa equivocación.
Ahora bien, ¿es realmente necesaria la reelección? Tal vez resulte conveniente analizar otras opciones para darle continuidad a los proyectos, cumpliendo objetivos similares al de la Ley de Servicio Civil de Carrera.
* Aurelius Augustinus o San Agustín de Hipona (354 - 430). Hijo de Santa Mónica, considerado junto con San Jerónimo, San Gregorio y San Ambrosio, padre de la Iglesia latina. Durante su juventud destacó por su genio retórico, pero se dejaba llevar por las pasiones mundanas. Desde los diecinueve años mantuvo una relación por catorce años con una mujer con la cual tuvo un hijo, Adeodato. En 383 se trasladó a Roma, en donde fue nombrado “magister rhetoricae”. En 386 se separó de su mujer y se consagró al estudio formal y metódico de las ideas del cristianismo; un año más tarde, contando con treinta y tres años de edad, fue bautizado y regresó a África, vendió todos sus bienes y repartió el producto entre los pobres. Se retiró a vivir en vida monástica. En 391 fue elegido por aclamación de la comunidad para ser ordenado sacerdote y en 395 fue consagrado obispo. En 397 escribió Las Confesiones y en 413 La Ciudad de Dios.
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