24/1/11

KANSAS VÍA DALLAS


(Publicado el 19 de julio de 2005. Excélsior)
“Los viajes son, en la juventud, una parte de educación;
y en la vejez, una parte de experiencia.”
Sir Francis Bacon*

Por motivos laborales, tuve la oportunidad de hacer un viaje repentino, de esos en los que no es necesario empacar porque son de una sola noche y en los que pasa uno más tiempo en aeropuertos y aviones que en el lugar que se visita. Sin embargo, estas travesías de corta estancia también ilustran y nos permiten observar escenarios que, más allá de la anécdota, posibilitan a comparar sociedades y realidades.

En esta ocasión, compartiré mi experiencia sobre la visita a la ciudad de Kansas, Missouri, en centro de los Estados Unidos. Para llegar a este paraje tuve que cambiar de avión en el aeropuerto de Dallas, llevándome verdaderas sorpresas en cuanto al orden y señalización.

Para darles una idea de su tamaño, baste decir que este aeropuerto cuenta con 4 terminales de 39 salas cada una, intercomunicadas por un tren denominado “Sky Link” que corre por una vía elevada a 15 metros y tiene una longitud de 7.8 kilómetros, la mitad de la extensión de la Av. Insurgentes. Allí se atiende a un promedio de 90,000 pasajeros diarios (en el de la Ciudad de México 83,000), y posee un gran estacionamiento con un costo de 16 dólares por día (en México $224.00 m. n. en el nacional y $308.00 en el internacional), varios hoteles, casas de cambio, cajeros automáticos, 80 restaurantes y más de 100 comercios.

Luego de un segundo vuelo, aterrizamos en nuestro destino, una ciudad industrial, con una población de 1.8 millones de habitantes.

La ciudad de Kansas, alberga varias plantas de Ford y General Motors, es la sede de la manufactura Hallmark y de las motos Harley Davidson, y según ellos, cuenta con más fuentes que la ciudad de Roma. Grandes zonas de áreas verdes entre los comercios y casas, las bardas no existen para división ni protección, hay un gran respeto por los peatones y las rampas para los discapacitados. Carecen de vendedores ambulantes, de puestos de comida en las esquinas, de tragafuegos y payasitos de semáforos y, por supuesto, no hay basura pues el solo hecho de tirar un papel en la calle implica la imposición de una multa de 500 dólares. El efecto disuasivo de las sanciones y la tolerancia “cero” logran que los ciudadanos cumplan con la normatividad administrativa.

Después de haber atendido mi encargo laboral, inicié el regreso a la ciudad de México, aterrizando en el aeropuerto Benito Juárez, en permanente estado de construcción. Cuando uno accede a la sala internacional, le empiezan a llorar los ojos por la cantidad de partículas que sacan los taladros. Ipso facto, se vuelve uno sordo, es imposible entender lo que dice la gente por los altos decibeles que emiten las distintas herramientas de construcción.

No exagero al decir que los pasajeros se pierden. Los elevadores del estacionamiento, para cuyo acceso hay que formarse en largas fi las, no tienen espacio, son insuficientes y los botones no sirven. Las personas que fueron a recogerme, se subieron en un elevador y yo en otro, pero quedamos de vernos en el segundo piso, al cual no pude llegar, porque en lugar de apretar el botón R2 oprimí el que decía 2° y ahí comenzó el juego involuntario de serpientes y escaleras: bajé y subí escalinatas cerradas, volví a empezar, error, regresé al inicio, sólo después de unos 15 minutos logré llegar al piso requerido.

Pensaba que estaba solo en estas reflexiones, pero una reportera de la Jornada, Tania Molina Ramírez, escribió un artículo sobre el caos y la remodelación vitalicia de nuestro aeropuerto, cuyas modificaciones van encaminadas a integrar más comercios y no a solventar las operaciones aéreas o a mejorar la atención al viajero.

¿Por qué no adoptar las mejores prácticas? He aquí las consecuencias de hacer obras sexenales y no de largo plazo, de no medir los efectos, de aplicar presupuestos en licitaciones baratas y obsoletas, con personal improvisado y sin experiencia. El aeropuerto de la Ciudad de México podría ser la conexión más importante de Centro y Sudamérica, no sólo por lo que hace a aviación comercial sino de Los puertos aéreos en todo el mundo son palancas de desarrollo, son plataformas hacia el progreso, pero se necesita mucha visión, talento y perspectiva de futuro para poder sacar adelante un proyecto para las próximas generaciones.

*Francis Bacon (1561-1626) Célebre filósofo inglés. Fue nombrado Canciller de Inglaterra durante el reinado de Jacobo I. Posteriormente, se retira para ocuparse de sus estudios en filosofía y ciencias. Sus escritos se engloban en tres categorías: filosófica, literaria y política. Sus mejores obras filosóficas son El Avance del Conocimiento (1605) y Novum Organum o Indicaciones Relativas a la Interpretación de la Naturaleza (1620).

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