“Cualquiera puede dominar un sufrimiento,
excepto
el que lo siente”
William
Shakespeare
El pasado 3
de enero se llevó a cabo un debate sobre la llamada Fiesta Brava en un conocido
programa de televisión moderado por López Dóriga, en él participaron del lado
pro-taurino un ganadero de toros de lidia, un torero y un periodista aficionado
a la fiesta; del lado anti-taurino participaron dos diputadas federales y el
que escribe.
Los
argumentos a favor de la Fiesta fueron básicamente los mismos que siempre esgrimen
los que defienden el toreo, a saber: que es parte de la cultura española y mexicana, con una tradición de más de 5 siglos; que a los toros de
lidia se les trata mejor que a los de matanza; que los empresarios taurinos
generan miles de empleos, que protegen la ecología ya que cuidan enormes
pastizales; que la
corrida de toros es una muestra de aprecio y respeto a la bravura del animal,
con la posibilidad de «indulto» por su desempeño; que es arte y patrimonio cultural
que promueve valores familiares como entrega, temple, arrojo y perseverancia; que provoca la descarga colectiva
de sentimientos negativos y agresivos; que sin la tauromaquia la «especie» toro
de lidia se extinguiría; que los
toros sienten dolor pero no sufrimiento; que promueve el turismo.
Analicemos
algunos de estos puntos con más detalle. (1) El toreo es tradición: sí; pero
ello no implica que se deba conservar. Todo cambio supone superar, reconfigurar
o actualizar tradiciones. Recordemos que la lucha a muerte de gladiadores
romanos era tradición, la ablación genital femenina es tradición aún en algunos
pueblos, el castigo a la mujer que muestra su rostro en público es tradición en
algunas culturas. Como vemos el que sea tradición no lo hace necesariamente
deseable. (2) Los toros de lidia son mejor tratados que los de matanza: es
probable, pero ello no implica que se lleve a un ser sintiente a la agonía, al
sufrimiento y al dolor profundo por diversión, por esparcimiento, o por expresión
artística. Al contrario, los que nos oponemos al toreo también nos oponemos al
sufrimiento innecesario (por arte, alimento o cualquier tipo de utilidad),
pensamos que cualquier ser sintiente debe tener una muerte digna: sin sufrimiento,
sin agonía y lo más rápido posible. (3) Aplaudo que se generen empresas y
empleos dignos, pero ello no debe hacerse socavando los derechos de los
animales, ni a costa del dolor. El sufrimiento de cualquier animal nos afecta
como seres humanos y nos disminuye como humanidad, los animales no son cosas,
son seres vivos que merecen nuestro respeto y un trato digno. (4) Que los
empresarios taurinos cuiden la ecología es totalmente falso. Está demostrado
por la FAO -Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la
Agricultura, por sus siglas en inglés- que la ganadería intensiva destruye
pastizales y bosques (para remplazar los pastizales destruidos), agota recursos
hídricos y contamina aire, agua y suelo. (5) Se dice que el «indulto» es una
muestra de respeto al valor del animal: no estoy de acuerdo. El indulto es una
decisión económica y de crianza para reproducir (utilizar) la genética del
animal. Indulto significa literalmente el «perdón de una pena», pero ¿qué culpa
o responsabilidad carga el toro para necesitar un perdón? (6) La «especie» toro
de lidia no se puede extinguir dado que no es una especie, sino una raza que
comparte los genes con la vaca lechera y se podrían seguir reproduciendo sin
problema alguno.
Los que
piensan que el debate sobre este tema es nuevo, se equivocan, basta señalar que
en el s.XVI los defensores de animales, consiguieron que el Papa Pío V, promulgara en 1567 una bula
que amenazaba con excomunión a los príncipes que
autorizaran corridas en sus territorios, sin embargo otro Papa abolió tal prohibición. En México, el presidente Benito
Juárez prohibió las corridas en la Ciudad. Nada nuevo bajo el sol…
T:
@jorgegavino
F:
JorgeGavinoOficial
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