“Si
el vaso no está limpio, lo que en él derrames se corromperá”
Horacio
La corrupción es un tema que lamentablemente aqueja a México. A pesar de que
es un
problema generalizado, no existe quien tenga el monopolio
de la corrupción y, lamentablemente, todos tenemos el mismo potencial de
corrompernos, ya sea institucionalmente o individualmente. Por lo tanto, no es novedad afirmar que la corrupción sistémica es una
consecuencia de la corrupción del individuo.
El problema de la corrupción es que no tiene límites. Así como un cáncer que
se expande dentro del cuerpo por lo tejidos de los órganos sin que el sistema
inmunológico pueda detenerlo, en una sociedad corrupta, no existen las barreras
que impidan el avance de las conductas de este tipo. La corrupción es capaz de
devorar a los grupos humanos.
En general, cuando hablo de corrupción me gusta poner un
ejemplo que la mayoría conocemos.
Me refiero a un relato que se encuentra en la Biblia, en el antiguo testamento. La historia a la que me refiero
es la de Sodoma y Gomorra, usada por algunos para señalar lo erróneo de
la homosexualidad; visión que desde mi punto de vista tiene una interpretación incorrecta.
La historia de Sodoma y Gomorra es la historia de la
degradación de una sociedad humana,
que llegó al punto de no respetar el derecho a la vida y por lo tanto una
sociedad en la que los individuos terminaron por violentar, depravar al
visitante y al vecino, abusar de quien se deje, robarles, violarles,
desmembrarlos. Al final de la historia, ambas ciudades fueron destruidas.
Sodoma y Gomorra fueron destruidas por la corrupción de su
sistema político, dejando de lado las interpretaciones bíblicas, el destino
de ambas ciudades fue propiciado por un delito en concreto: la corrupción.
La moraleja está muy clara: si una sociedad no puede
detener la corrupción el destino es el fracaso. Y no porque una estructura
gubernamental corrupta tenga el monopolio de la maldad, sino porque nos vamos a
matar entre nosotros y no habrá instituciones o
individuos que puedan detener el avance depredador de la
corrupción humana.
Actualmente, la corrupción limita el desarrollo económico y
social, afecta la inversión, disminuye
la eficacia de los programas sociales, las políticas públicas e incrementa la desigualdad sin mencionar la reducción del crecimiento económico
debido a la incidencia que tiene en el bien colectivo.
Son muchas las conductas que se pueden identificar como
corrupción, las más comunes son encontradas en el sector público principalmente
ligadas a la obra pública,
compras de gobierno y servicios públicos, como
los “diezmos o moches”, licitaciones dirigidas y amañadas, tráfico de influencias, empresas “fantasma” para evadir
impuestos, desvió de recursos públicos. Y ni hablar de las súper conocidas “mordidas”.
En síntesis, hoy en día los casos de corrupción están
presentes de manera creciente en los tres poderes y en los tres órdenes de
gobierno. Sin embargo, no podemos olvidar que la corrupción ha alcanzado a las
esferas privadas.
La corrupción en nuestro país ha crecido exponencialmente
no por una “cuestión cultural” como lo dijo Enrique Peña Nieto, sino por una sencilla
razón: el nivel alto de impunidad. En México no se aplica la ley y casi nunca
se castiga a los corruptos. En muchos casos se les solapa y se les protege por
intereses políticos o económicos.
Es un problema muy grave que afecta al gobierno, a las
empresas y a los ciudadanos.
No existen propuestas definitivas para acabar de tajo con este problema debido a que aún falta mucho para
entender, sobre todo en cómo se desarrolla y cómo se puede combatir.
En los azarosos tiempos en los que vivimos, parece que la
corrupción se ha convertido en un elemento más del paisaje mexicano. Sin
embargo, no hay nada más peligroso que asumirla como inevitable. Sin duda este
mal social se puede comparar con una
enfermedad en una persona. En ese caso la solución debe de
tratarse como la medicina actual, persiguiendo las causas en lugar de pensar en
la más agresivas de las curas, como amputarle un miembro a un paciente.
Combatir los cánceres de la corrupción e impunidad
significa un crecimiento económico
progresivo y sostenible, combatir el hambre, la pobreza y
la desigualdad social, mejorar
los niveles de bienestar, abatir la violencia e inseguridad,
el respeto a los derechos
humanos, incentivar la inversión y el empleo, mejores índices
de desarrollo humano,
mayores oportunidades para todos.
Lo anterior solo se puede lograr con una ciudadanía participativa, proactiva, exigente,
comprometida y organizada; la indiferencia, la apatía y la
actitud contemplativa no abonan a la solución de los problemas del país, estado o municipio.
Si queremos un mejor México hay que usar la
voluntad y la participación pública para
cimentar nuestro futuro y para construir espacios de diálogo
entre los iguales. Les invito a profundizar la conversación a no caer en
provocaciones inútiles y les invito a no creer
como dogma en la idea de los falsos profetas, aquellos que
dicen que el tronar se sus
dedos pueden transformar la naturaleza humana. ¿Será?
F:
JorgeGavinoOficial
T:
@jorgegavino
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