“Deja que el futuro diga la verdad...”
Nikola Tesla
Una de las respuestas más extrañas que he escuchado a una pregunta,
fue cuando Manuel Bartlett, cuestionado acerca de la polémica generada
por sus propiedades, contestó “¡Chu-chu-chú, chu-chu!”, emprendiendo un
curioso escape, como si se tratara de una antigua locomotora de vapor.
El
hoy director general de la Comisión Federal de Electricidad, nació en
1936, en pleno apogeo de la industria petrolera en México: dos años
antes de que el presidente Lázaro Cárdenas decretara la expropiación y
creara Pemex que, a pesar de los intentos de boicot por parte de los
gobiernos de otros países, pronto se convertiría en una de las empresas
petroleras más grandes del mundo.
El petróleo, fue el heredero del
carbón una vez concluida la primera etapa de la Revolución Industrial.
En nuestro país, la producción comercial de crudo comienza en 1901,
gracias al desarrollo del sistema ferroviario mexicano a finales del
siglo XIX, y de inmediato se convierte en un gran negocio para los
capitales extranjeros.
Entendiendo este contexto, es fácil
imaginar las historias que el niño Bartlett habrá escuchado de sus
padres, tíos y abuelos. Tal vez por eso, el jefe máximo de la CFE, se
muestre tan empecinado en regresarnos a su época de estudiante, cuando
la energía se producía con carbón y el petróleo era el futuro.
Solamente
así, podríamos entender decisiones tan catastróficas como la que se
tomó a principios de año al cancelar los contratos de los gasoductos o
como la que, más recientemente, ha sumido nuevamente al Gobierno de la
República en una nueva batalla legal contra seis gigantes del sector de
energías limpias.
A finales de octubre, la Comisión
Federal de Electricidad, decidió modificar las reglas de un instrumento
financiero que fue concebido para incentivar la inversión privada en las
energías renovables, conocido como Certificados de Energía Limpia
(CELs), .
La reforma energética de 2013, estableció que los grandes
consumidores de electricidad, como las fábricas y la propia CFE, debían
comprar una parte de su energía en este tipo de certificados. Por
ejemplo, en 2018, estos consumidores tenían que comprar el 5% de su
energía en CELs.
La idea era que, para fomentar nuevos proyectos y
más inversión, solamente plantas posteriores al 2014 podían vender
estos certificados, por lo cual, la mayoría de las centrales de la CFE,
quedaban excluidas por ser más antiguas.
La reciente
modificación, elimina este requisito clave y permite que la CFE emita
este tipo de certificados, con sus propias plantas hidroeléctricas, las
cuales, de por sí, no tienen mucho de limpias...
Como resultado,
la CFE ya no tendrá que comprar los CELs a privados para cumplir con sus
obligaciones. Este cambio, fue visto como una gran traición por parte
de las compañías que ya habían invertido, poniendo en peligro más de
9,000 millones de dólares en contratos.
Está claro: Somos uno de
los países con mayor potencial para el desarrollo de energías renovables
en el planeta, pero eso no es todo. El sistema ecológico de México,
está en riesgo. Nuestros ecosistemas, en peligro.
Los responsables
de trazar el plan energético nacional, tienen que comprender que lo
importante no es la cantidad de energía que se produzca, si no la forma
de producirla. Por eso, la energía que se genere en México, debe ser
energía limpia.
Parecería que vamos a bordo de un tren que marcha en reversa y, para colmo, impulsado por carbón.
¡Chu-chú!
Publicado en: https://www.elsoldemexico.com.mx/analisis/la-energia-que-producimos-4491173.html
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Facebook: JorgeGavinoOficial
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