2/8/23

CRUCE DE CAMINOS

Cuando me iniciaba en la política, los espacios institucionales de participación en la capital eran restringidos a la administración de instituciones gestionadas por un poder central, concentrado en el Ejecutivo, quien designaba al titular de la Regencia y, consecuentemente, a los entonces denominados delegados políticos.

La reforma política alcanzó a la capital nacional, tuvimos un Congreso Constituyente y nos transformamos de una ciudad con esperanza a una de las más avanzadas en materia de derechos. Así, hemos llegado a este momento en el que el país vuelve a vivir una coyuntura en la que es posible modificar el futuro o, si no actuamos, prolongar las inercias.

He tomado la decisión personal de sumarme plenamente al proyecto de Claudia Sheinbaum, de unirme a un esfuerzo colectivo, muchas y muchos queremos que ella sea la próxima presidenta de México. Que encabece la siguiente etapa de los cambios que vive México. Estoy muy motivado para formar parte de este proceso colectivo, amplio e incluyente.

El accidente de la línea 12 del Sistema de Transporte Colectivo Metro ha sido una de las experiencias más graves y traumáticas en la Ciudad de México, después de los sismos de los 19 de septiembre de 1985 y 2017. Actores políticos que tuvieron funciones públicas y de decisión, en distintos momentos de la línea del tiempo, intentaron eludir y transferir responsabilidades. Patear balones fuera, zafarse, escaquearse de asumir su responsabilidad política: el “yo no fui, fue Teté”.

En mi encuentro con la Jefa de Gobierno para hablar de este terrible accidente me encontré, con una mujer, con una gobernante sensible que, a todas luces, priorizó la atención a las víctimas, la reparación del daño, la indagación sobre las causales técnicas del accidente para restaurar el funcionamiento de esa infraestructura, alguien con capacidad de escuchar y que no sólo no intentó esquivar el golpe, sino que puso de inmediato el foco en la gente.

Digámoslo claro, la Línea 12, en la mitad del tramo elevado, tuvo graves problemas de diseño, construcción y supervisión. El mantenimiento poco puede tener que ver en una obra que debió haber sido diseñada para durar 100 años, y que se colapsó en 7 años.

Cuando la sociedad clama a los partidos que se abran a los reclamos, los dirigentes opositores se cierran, ponen candados para que participe la ciudadanía, se aferran, se pelean entre sí y no pueden formular propuestas alternativas.

Es en esta coyuntura, donde lo que hagamos o dejemos de hacer puede modificarse el futuro; encuentro que Claudia Sheinbaum tiene más capacidades que sus contendientes fuera y dentro de su partido. La jefa de Gobierno tiene el perfil necesario: reúne trayectoria, capacidades, actitud, respaldo ciudadano y equipo de trabajo. Resulta pues, que fui descubriendo en las coincidencias que hay una visión progresista, de una izquierda coherente con la viabilidad de las políticas públicas, pro derechos, con racionalidad.

No busco ninguna candidatura para 2024. La decisión no es resultado de ninguna negociación en lo oscurito o tras bambalinas. Ni renunciaré a mi grupo parlamentario ni buscaré afiliarme a Morena. Aunque entenderé si mi decisión tuviera consecuencias. Pretendo continuar en el Congreso hasta el fin de la legislatura votando, como hasta ahora, con convicción y conciencia.

¿Qué voy a hacer? Trabajaré para impulsar las políticas públicas necesarias en la siguiente fase superior de una verdadera Transformación, que será el gobierno federal de 2024 a 2030, con Claudia Sheinbaum como presidenta, como la primera mujer presidenta de México.

 

 

Publicado en: El Heraldo edición impresa y digital https://heraldodemexico.com.mx/opinion/2023/6/3/cruce-de-caminos-2024-510909.html 3 de junio de 2023. 

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