Todos y cada uno aseguran que vamos muy 
bien, lo cual no es cosa rara. Si vemos los últimos diez años de 
informes de la gran mayoría de funcionarios públicos, encontraremos que 
esta narrativa de progreso constante y sostenido, es ya una tradición. 
Si los informes correspondieran con la realidad, la ciudad se vería muy 
diferente. Lo que sí es nuevo en el discurso, es el reiterado anuncio de
 que ya todo cambió, que estamos viviendo en la era de la “Cuarta 
Transformación”, de un día para otro ya no hay corrupción, el viento 
sopla en otra dirección y el pueblo y la gente despierta feliz cada día,
 bajo el brillo de un nuevo sol. Tanto escuchar hablar sobre 
transmutaciones súbitas me hizo pensar en La Metamorfosis, de 
Franz Kafka. Entonces me di cuenta: “La Transformación”, es real. El 
único detalle es que, a diferencia de lo que todos hubiéramos deseado, 
el fenómeno se dio de una manera bastante similar a lo que experimentó 
el protagonista de ese libro, Gregorio Samsa. La historia comienza una 
mañana, los hombres y mujeres de la 4T, despiertan con la sensación de 
haber tenido un sueño intranquilo. Luego van descubriendo, poco a poco, 
su nueva situación: Se transformaron, sí... Pero no en el bicho que 
todos esperábamos. —¿Qué me ha ocurrido? —, pensaron. No era un sueño. 
Al principio, cuando son cuestionados sobre el estado de las cosas, sus 
respuestas dan la impresión de estar ignorando por completo la pregunta,
 como parte de una estrategia política. Pero, observándolos a detalle, 
resulta evidente. 
Apenas están descubriendo exactamente en qué se han 
convertido. No estamos hablando de gente que nació ya transformada, son 
personas que hasta hace poco caminaban, hablaban y se movían igual que 
nosotros. Y es que no es lo mismo ver con dos ojos que con ocho, ni oler
 con la lengua en lugar de hacerlo con la nariz.  Sin duda, la tarea de 
transformarse no es sencilla, por el contrario, es muy dura, cansada y 
requiere constancia. El riesgo es que si no se hace con cuidado, se 
puede sufrir la misma suerte que Gregorio Samsa quien, después de hacer 
enormes esfuerzos por abrir la puerta de su habitación apareció, por 
primera vez, a la vista de todos con su nueva forma: La de un enorme 
escarabajo.
Publicado en: https://www.cronica.com.mx/notas-la_transformacion-1134247-2019
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