“Casi todos sabemos creer, pero pocos sabemos saber. Es que saber y 
creer no es igual, saber es sufrir, creer es gozar...” Jorgé Jorgé, 
cantautor mexicano. 
El pasado 4 de marzo, el titular del Poder 
Ejecutivo, anunció que, ante el rechazo de sus dos veces propuestas 
ternas para la Comisión Reguladora de Energía por parte del pleno del 
Senado, ya había nombrado personalmente a los cuatro nuevos comisionados
 conforme a lo dispuesto por el procedimiento legislativo. 
El bloque de la oposición en el Senado interpuso una demanda de 
amparo y realizó un llamado a la Suprema Corte de Justicia de la Nación 
para que ejerza su facultad de atracción por la relevancia y 
trascendencia del asunto. Hay que decirlo, fue un proceso que estuvo 
lleno de irregularidades y que podría verse fácilmente como una clara 
muestra de la falta de respeto por los procedimientos y una burla al 
poder Legislativo. 
Cualquiera hubiera esperado que el 
presidente enviara en sus ternas a puro “cuarto bat”, 12 técnicos 
ultraespecializados en materia energética. Pero, como lo dijo el senador
 de Morena, el presidente de la Comisión de Energía, Armando Guadiana: 
“la caballada estaba flaca”. 
Es importante hacer énfasis: todos 
los candidatos merecían el mayor respeto, como cualquier persona. Pero 
claramente no estaban preparados para el cargo al que fueron propuestos.
 Los utilizaron como carne de cañón. Elegir entre lo peor, es un 
escenario que no ayuda mucho a México. 
Haciendo a un lado el tema
 de los integrantes de las ternas, lo más lamentable del caso es que, en
 una decisión que debió ser consensuada entre el Ejecutivo y el 
Legislativo, tal como lo manda y es el espíritu de la ley, una 
interpretación obscura de la misma, ha dado lugar a una serie de 
nombramientos que parecen más bien una imposición. 
La CRE es un 
órgano autónomo: está dotada de autonomía técnica, operativa y de 
gestión, y cuenta con personalidad jurídica propia. En materia 
energética, estamos hablando del árbitro, que tiene que llevar a cabo el
 control de equilibrio de empresas tan poderosas como Pemex, la CFE y 
muchas otras que componen el mercado. 
Entonces ¿por qué 
no mejor desaparecer al árbitro?, ¿por qué no regresar a como era antes 
de que existiera la CRE? Mejor sería cambiar la ley para que el 
presidente nombre directamente a quien él quiera desde el principio y 
así evitamos este tipo de tragicomedias. 
Lo único que se está logrando, es enviar el mensaje equivocado al 
sector energético y sus inversionistas: Parecería que hubiera algún tipo
 de interés por desmantelar la autonomía de la CRE. Esto es muestra de 
una política regresiva. 
El apoyo inédito que tiene el presidente 
de la República está relacionado al deseo de la gente, pero esto no es 
un dogma de fe. No se trata de creer porque creer es un estado de 
conciencia donde no se tienen elementos para afirmar o negar. 
Necesitamos miembros de la CRE que no crean, que sepan con conocimientos
 específicos para tomar decisiones sobre la energía en México.
Twitter: @jorgegavino
Facebook: JorgeGavinoOficial
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