“Va mi espada en prenda, y voy por ella”
Guadalupe Victoria
El año inaugural del nuevo gobierno ha sido bastante peculiar en varios aspectos.
Uno
 de ellos, por ejemplo, es la gran cantidad de “informes” que han sido 
presentados en el transcurrir de los primeros meses de la 
administración: Primero, en el mes de marzo, tuvimos el informe de los 
primeros cien días de gobierno (un invento del presidente Roosevelt, 
inspirado en Napoleón); unos meses después, el 1 de julio, tuvimos el 
faraónico festejo/informe, para conmemorar el aniversario del triunfo 
electoral del presidente de la República. 
Ahora, este domingo 1 de septiembre, vendrá el Primer Informe de 
Gobierno del titular del Ejecutivo Federal, el único que mandata la 
Constitución.
A pesar de la predicada esencia transformadora que llevó al poder al partido Morena, hay cosas que se mantienen igual.
Tal
 es el caso de lo que sucederá el domingo. Muchos nos sorprendimos (e 
incluso hubo quienes entristecimos), ante la noticia de que el líder de 
la nación decidió apegarse a la reforma neoliberal de 2008 al artículo 
69 constitucional, la cual eliminó la asistencia del presidente de 
México al Congreso de la Unión para rendir su informe anual.
Digo
 que algunos vimos este cambio de planes con tristeza porque, más allá 
de las conjeturas políticas o de los que se aventuran a decir que 
hacerlo de este modo es seguir los no muy dignos pasos de Calderón y de 
Peña Nieto, el que el presidente de la República presente su informe de 
viva voz ante los miembros del Legislativo, sí tiene un sentido lógico, 
histórico e incluso patriótico. 
Esta tradición se adoptó desde el
 primero de nuestros presidentes, Guadalupe Victoria, el mismo cuyo 
retrato cuelga hoy en el despacho presidencial como única decoración, 
tal y como lo ha dicho quien hoy lo ocupa... ¿Por qué habrá decidido no 
seguir su ejemplo en esta ocasión?.
Este informe, que se presenta 
ante la representación del pueblo mexicano, es sumamente importante 
porque en él se debe manifestar, de manera veraz y detallada, el estado 
general que guarda la administración pública del país. 
Es por 
ello que debemos estar atentos a los datos que de a conocer el 
presidente de la República, no importa si son los suyos, pero que sean 
“datos” en el sentido más estricto de la palabra latina de la que 
proviene, datum: antecedente necesario para llegar al 
conocimiento exacto de algo o para deducir las consecuencias legítimas 
de un hecho. En resumen: Información concreta.
Los datos no se 
pueden manipular porque entonces dejan de serlo, estos son los hechos 
que nos permiten colocar las acciones en una balanza que servirá de juez
 imparcial y que nos permitirá conocer si estamos ante un cambio, ante 
un acierto o ante un fracaso.
Al final del día, la realidad nos demuestra que lo que no medimos no se puede mejorar.
Publicado en: https://www.elsoldemexico.com.mx/analisis/informe-presidente-4114810.html
Twitter: @jorgegavino
Facebook: JorgeGavinoOficial 
 
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