28/12/19

ARTÍCULO 60, DETRÁS DE CÁMARAS

“Ni la vida, ni la libertad, ni la propiedad de ningún hombre está a salvo cuando el legislativo está reunido”.
Mark Twain (1835-1910), escritor estadunidense.

Todo empezó el 28 de diciembre del año pasado, Día de los Santos Inocentes.
En un albazo legislativo, el grupo de Morena en el Congreso de la Ciudad de México, aprobó apresuradamente la Ley de Derechos Humanos de la Ciudad.
Comienza el 2019 y, ya a la luz del nuevo año, los promoventes de la recién aprobada norma, se dan cuenta de la gran cantidad de errores que contenían sus artículos, resultado de la mala costumbre morenista de legislar al vapor.
Tiempo de enmendar la plana. 7 de marzo, menos de un mes después de su entrada en vigor, la mayoría del Congreso presenta una propuesta para corregir 31 de los 134 artículos que conforman la Ley de Derechos Humanos local.
Uno de los artículos corregidos fue el número 60, que por su redacción lograba, entre otras cosas, enfrentar el derecho de propiedad contra el derecho a la vivienda.
Satisfechos con sus correcciones, los diputados del grupo mayoritario regresaban a sus labores cotidianas sin escuchar las alarmas que empezaban a sonar, tenues pero fatídicas.
Los jueces empiezan a transmitir sus preocupaciones. El artículo 60, reformado y descafeinado, no lograba resolver de fondo el problema.
Entonces comienza a incrementarse la inquietud en el sector inmobiliario, la incertidumbre jurídica en los propietarios y la preocupación en el gobierno por la grave problemática que se vislumbra.
Una segunda corrección se hace urgente.
Por parte de la oposición, propusimos la salida más pulcra y definitiva: derogar el artículo. La mayoría, tal vez renuente a tener que pagar el costo político de su pifia, no está de acuerdo.
Discutimos hasta encontrar una redacción que, en esencia, no dice nada. Desde nuestro punto de vista, eso fue lo mejor que podía ocurrir en este caso: No dice nada nuevo, sino que aterriza conceptos que ya están descritos en otras leyes. Un artículo que es neutral y no enfrenta ningún derecho.
El derecho a la propiedad y el derecho a la vivienda son epítomes de una cultura progresista, social y civilizada. Debemos apuntalarlos, no ponerlos a pelear.


Publicado en: https://www.cronica.com.mx/notas-articulo_60_detras_de_camaras-1121157-2019


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