En todos los congresos, cámaras de representación, asambleas, que se
constituyen como órganos constitutivos de un Estado; los Diputados o Representantes, tienen la misión principal de expresar la
voluntad popular.
Los Congresistas representan a su vez a los partidos políticos, buscan
alcanzar el control del gobierno, esto es, el “Poder” a través
de los cargos públicos.
En muchas ocasiones, los compromisos de representación popular y
partidista se contraponen y frecuentemente, la actividad de un legislador se
orienta en beneficiar a su partido y no como debiera a la sociedad civil a la
que finalmente se debe.
En México, la famosa “línea” constituye una actividad grosera que no
pocas ocasiones raya en el servilismo, la irresponsabilidad y la traición a la
ética pública.
Lo anterior se ve agravado, cuando un gobierno local o federal, se
convierte en el gran legislador y utiliza su mayoría parlamentaria para
legislar a “modo”, ésta sin cuidar ni intentar consensos, pasa una verdadera
aplanadora a la oposición, obteniendo con ello que la ley, que por definición
jurídica es: general, abstracta,
permanente, coercitiva; se convierta en un simple programa, que es utilizado
como propaganda política para mantenerse en el poder o proyectar a algunos de
sus miembros dentro y fuera de su
cofradía.
Así, por ejemplo en la Asamblea Legislativa del Distrito Federal, en
dónde han acontecido tropiezos parlamentarios que si no fueran tan lamentables,
podrían ser producto de una broma. En años anteriores se han mandado al
ejecutivo para su publicación, artículos
no aprobados, violando todo procedimiento legislativo; se han aprobado puntos de acuerdo como de “urgente y obvia
resolución” y luego, son desechados sin ninguna posición en contra, con un
simple mayoriteo; se vota un tema a favor, se equivocan, y minutos después
vuelven a votar en contra, teniendo como justificante un encogimiento de
hombros y risas colectivas nerviosas.
Que lejos estamos del verdadero debate parlamentario; del uso de la mayéutica; de la dialéctica; de
la confrontación de pensamientos e ideas; del uso del intelecto para realmente
convencer al adversario, que no enemigo.
Señores Diputados dignifiquemos a nuestros parlamentos…
@jorgegavino
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