Jorge Gaviño Ambriz
"¡Oh, libertad gran tesoro!
porque no hay buena prisión,
aunque fuese en grillos de oro."
Félix Lope de Vega y Carpio.
El Sistema Penitenciario, este año costó al país cerca de 6 mil 715 millones de pesos, en donde están recluidos cuatro de cada 10 internos de alta peligrosidad.
El Distrito Federal, Baja California y el Estado de México, son las entidades federativas que tienen bajo su resguardo la mayor cantidad de reos del país, en sus reclusorios concentran el 35% de las personas presas en penales estatales y municipales.
En el caso del Distrito Federal, la Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal (CDHDF) dio a conocer en febrero de este año, que en las cárceles de la ciudad quienes imponen las reglas son los internos, se trata de un autogobierno basado en relaciones de poder y subordinación en las que lo único que importa es el dinero.
Si bien es cierto, la información anterior era más que conocida y comentada, no así las acciones que han realizado el Gobierno Federal y local para terminar con esta serie de abusos, los cuales fueron visibles para la opinión pública a través de un video titulado “Presos de México claman al mundo justicia”, difundido en redes sociales por un grupo de reos que denuncian el gran negocio que el Reclusorio Varonil Oriente representa para los custodios y para el ex director del mismo.
La corrupción inicia desde el registro para ingresar a los centros de reclusión, desde que se retiraron los kardex físicos para visitar a los internos y se implementó un sistema electrónico, donde en caso de no de cumplir con los requisitos establecidos, se tiene que pagar por el ingreso.
Los reclusorios grandes como el Norte, Sur y Oriente, reciben entre 5 y 7 mil visitas diarias los días destinados para ello, si se contabiliza el pago que cada persona realiza para visitar a su familiar, de una población de aproximadamente 13 mil internos, estamos hablando de cuotas millonarias.
Los pases de lista, que llegan a realizarse de 2 a 4 veces de manera diaria, o en caso de aplicarse la Clave 10 cuando el pase es cada hora, son fácilmente subsanados con un pago que oscila entre los $10 y $100; para tener un teléfono celular, entre $700 y mil pesos; la llamada “pasadita” para salir al patio, entre $5 y $10. A esto hay que sumarle las pésimas condiciones de alimentación que reciben, el llamado “rancho” donde se revuelve la comida, cuya calidad es cuestionable.
De acuerdo a la Asociación Nacional de Familiares y Amigos de Detenidos, las reglas que establecen los internos y/o custodios, son fomentadas por las autoridades, pues desde que alguien nuevo ingresa, sus compañeros ya saben quién es, quién es su familia y por qué delito fue detenido, información que es utilizada para extorsionarlos.
En caso de que los presos no cuenten con el dinero necesario para pagar por su sobrevivencia, su único medio para lograrlo va desde la “fajina”, que consiste en realizar la limpieza de la estancia a donde fueron asignados, hasta hacer favores sexuales.
La verdadera solución a esta situación es agarrar “al toro por los cuernos”, emplazar a las autoridades para que solucionen este problema pero de fondo. En todos los reclusorios deben colocarse un número suficiente de cámaras de vigilancia que estén enlazadas con la Contraloría Interna de la Secretaría de Gobierno, para que se combata la corrupción entre internos, de internos a custodios, de custodios a internos y entre los mismos directivos.
Los reclusorios deben ser verdaderos centros de readaptación social en el que los reclusos tengan un trabajo asalariado, cuyos ingresos sirvan para apoyar a sus familias y cubrir las reparaciones de los daños que el juez les haya impuesto. Sólo así las cárceles en México dejarán de ser “el hotel más caro” del país.
Twitter: @jorgegavino
Publicado el lunes 26 de Noviembre en el Sol de México
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