23/1/12

“LOS CORREDORES A PIE DE MEXICO, UN TESORO EN PELIGRO”

Jorge Gaviño Ambriz


“Los hombres y pueblos en decadencia viven acordándose de dónde vienen; los hombres geniales y pueblos fuertes sólo necesitan saber a dónde van”.

Conocidos comúnmente como tarahumaras, los rarámuri, (proveniente de las raíces rara (pie) y muri (correr)) son una raza que siempre se ha distinguido por sus conocimientos herbolarios y por sus creencias, mismas que los llevan a la firme convicción de que la salud refleja la calidad de las relaciones del individuo con otros seres del universo, de esta manera pueden ser protegidos o dañados por ellos, dependiendo de la interacción del hombre con los seres sobrenaturales; consideran que el ser humano se compone de un cuerpo: sapá (partes carnosas o músculos), ochí (huesos) y lá (sangre), animados por una o más almas. Son de las pocas razas que hoy en día conviven, escuchan y cuidan la naturaleza.

Por el siglo XVI y mediados del XVII: la evangelización, el abuso, la explotación laboral, los latigazos, el robo de tierras, entre otros factores hicieron que los vínculos dentro de su comunidad se estrecharan, haciéndolos herméticos a la sociedad, en especial a los extraños. Los tarahumaras conservaron su lengua, la cual ha prevalecido por miles de años a lo largo del territorio de Chihuahua, formando parte de la familia Yuto-Azteca. El tipo de vestimenta es otra de las características que continúan formando parte de su vida cotidiana, distinguiéndose por ser tradicional, simple y hecha a mano.

Es de llamar la atención que pareciera que el tiempo no pasa por estas comunidades, pues se han mantenido impenetrables a la tecnología como la conocemos, las necesidades inventadas por la mercadotecnia y la publicidad, así como ausentes de problemas banales. También, mantienen hoy en día tradiciones familiares, su estructura social desde siempre se ha compuesto por el padre, la madre y los hijos, viviendo en granjas, donde solo hay lo necesario para subsistir, incluso llegan a dormir al aire libre, dejando su vivienda para la época de lluvias y de frío. 
Lamentablemente nuestra sociedad no ha sabido comprender y apoyar a estas comunidades, se podría pensar que fuéramos de países distintos, pues lejos de apreciar esa cultura casi intacta, brindándoles servicios, educación con su misma lengua, oportunidades laborales y considerarlos connacionales, los ignoramos, dándole muchas veces más importancia a un problema en otro país.

Hoy en día tienen los reflectores y la atención vertidos en esa parte de la Sierra donde habitan, pues usar el término “vivr” es decir mucho, de acuerdo a la Real Academia, vivir significa: conjunto de los recursos o medios de vida y sustancia, mismos de los que carecen los habitantes de esta región; las condiciones en las que se encuentran son de pobreza extrema, marginación y como si esto no fuese suficiente, viven en una constante sequía  que afecta sus cultivos y la inseguridad causada por el crimen organizado.

Si de por sí una situación de esa magnitud es difícil para cualquiera, el pensar que para muchos, sus abuelos o bisabuelos vivían de lo que sembraban es decir, maíz y frijol, complementándola con la caza y la crianza de animales de granja; ahora el vivir con un entorno completamente distinto, pareciera un cuento o una buena historia, pues al día de hoy su alimentación se basa en algunos animales pequeños de campo y hierbas, escuchar la forma de vida de antes en aquel lugar, pareciese otro completamente diferente.

Y no fue hasta que forman parte de un titular de varios periódicos de circulación nacional, que muchos nos interesamos en la situación y nos damos cuenta de que hay una inactividad gubernamental, al gastar miles de pesos en construcciones superfluas en vez de apoyarlos; mientras los tarahumaras harán lo que han venido haciendo desde hace cientos de años….esperar?


Publicado en el Sol de México el 23 de enero del 2012
Twitter @jorgegavino

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