“El metro es un río que nunca se agota.” 
Marc Augé
El martes de esta semana cerró con un suceso escalofriante. A las 
23:37 horas, el tren número 33 del Sistema de Transporte Colectivo (STC)
 Metro, se impactó con el tren número 38 en la estación Tacubaya. Hubo 
41 heridos y una persona perdió la vida. Fue el tercer accidente grave 
que ha sufrido el Metro en los más de 50 años que lleva en operación (el
 primero y más letal fue en 1975, en la estación Viaducto).
El
 Metro es parte de la vida cotidiana y de la historia personal de 
millones de habitantes de la capital. Tal vez por eso las imágenes del 
accidente de esta semana, calaron tan hondo en el inconsciente 
colectivo.
Ver herido a ese gusano naranja, que todos los días 
lleva en su interior a alguien cercano (o incluso a nosotros mismos), es
 un amargo recordatorio de lo angosta que es la línea divisoria entre la
 cotidianidad y la tragedia. 
En el año 2015 tuvo lugar el segundo
 accidente grave que ha sufrido el Metro. Ocurrió en la estación 
Oceanía: en un día lluvioso de mayo, un tren patinó en una pendiente y 
alcanzó a otro convoy. Hubo un muerto.
En ese año, yo ocupaba el mismo cargo que ocupo ahora: era diputado local en un partido de oposición. 
Como
 representante popular, decidí proponer un punto de acuerdo para 
solicitar que el Director General en turno del STC, presentara un 
informe detallado del incidente a fin de esclarecer los hechos. 
La
 proposición fue aprobada por unanimidad, la información solicitada (una
 serie de documentos técnicos muy específicos que forman parte del 
funcionamiento diario del Metro) fue remitida por el Gobierno a los dos 
días de que se le diera trámite al acuerdo. Nadie habló de que se 
estuviera intentando politizar el asunto.
Casi cinco años después, en condiciones muy similares, ocurre lo contrario.
El
 jueves 12 de marzo intenté presentar en el Congreso de la Ciudad, 
textualmente el mismo punto de acuerdo que presenté en el 2015. Digo “lo
 intenté” porque fue censurado por el grupo parlamentario de Morena. Mi 
caso no fue el único.
El jueves había dos temas que incomodaban al
 partido mayoritario: el accidente del Metro (además de mi punto, el PAN
 iba a solicitar la comparecencia de la Dra. Florencia Serranía, actual 
Directora General del STC) y la paridad de género en los puestos 
administrativos del Congreso.
Apenas se había hecho sonar la 
campana para dar inicio a la sesión, cuando las y los diputados de 
Morena empezaron a solicitar que los puntos del Metro no se consideraran
 de urgente y obvia resolución (para que se enviaran directo a 
comisiones, sin siquiera dar lectura a los documentos) y que se 
sometiera a votación del Pleno retirar del orden del día el tema 
relacionado a la paridad de género.
Ante esta acción ilegal y 
antidemocrática, los grupos parlamentarios de la oposición decidimos 
abandonar el Recinto en rechazo del acto autoritario.
Hoy Morena 
sigue señalando a “las administraciones anteriores” como culpables de 
todos sus errores. Pero la realidad es muy distinta.
En el caso 
del Metro, se trata de una cuestión completamente técnica: el 
mantenimiento es diario y su operación es responsabilidad de quien ocupa
 el cargo. Señalar al pasado es lo mismo que acusar a un fantasma o a la
 mala suerte.
El Metro, es una de las más grandes obras de 
ingeniería del mundo. Además de ser uno de los medios de transporte más 
eficientes y seguros, su construcción marcó un antes y un después para 
la Ciudad de México. Ha inspirado canciones, crónicas, películas y 
libros; ha generado una cultura y un universo propios.
Como “metronauta”, hago patente mi compromiso por seguir trabajando en su mejora y en su defensa.
*Vicecoordinador del Grupo Parlamentario del PRD en el Congreso de la Ciudad de México.
Publicado en: https://www.elsoldemexico.com.mx/analisis/accidente-en-el-metro-cuestion-de-transparencia-4969001.html
Twitter: @jorgegavino
Facebook: JorgeGavinoOficial 
 
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