13/1/20

SANTA LUCÍA: ÓRDENES SON ÓRDENES

“Donde todo el mundo opina,
no hay orden ni disciplina.”
Anónimo

La semana pasada, un grupo de diputados del Congreso de la Ciudad de México recorrimos las obras de lo que será el nuevo Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles en Santa Lucía, Estado de México. Antes que nada, es importante resaltar el trabajo del ejército. Las Fuerzas Armadas recibieron una instrucción por parte de su Comandante Supremo (construir un aeropuerto civil “seguro, moderno y funcional”) que están siguiendo con el profesionalismo y lealtad institucional esperadas.
Por otra parte, también quedó claro que existen problemas bastante complejos que aún quedan pendientes. Para muestra, algunos ejemplos:

1. Hace falta un buen proyecto de movilidad. Los planes que nos fueron presentados en este sentido son insuficientes: una vía rápida libre para los automóviles (que poco servirá si consideramos el severo problema de congestionamiento vehicular de la Zona Metropolitana) y —la apuesta fuerte— una estación del Tren Suburbano”Buenavista-Santa Lucía” que no tiene mucho sentido tomando en cuenta que la mayoría de los usuarios del aeropuerto viven en el poniente de la ciudad.
2. Preocupa que los estudios de aeronavegabilidad y operaciones simultáneas tengan un avance que no llega ni al 50%. Estos estudios son fundamentales y, de resultar negativos, ponen en riesgo la viabilidad del propio aeropuerto en su conjunto.
3. A diferencia de lo que se había planteado en un principio, en realidad no se trata de un sistema integral aeroportuario: uno de los principales argumentos para construir un aeropuerto pequeño en lugar de un gran “Centro de Conexiones” (o hubb en inglés), ha sido —en pocas palabras— que “tres aeropuertos son mejor que uno” y que así funciona en muchas ciudades  del mundo.
Sin embargo, en el caso que nos ocupa hay un problema casi filosófico: los tres aeropuertos estarán compitiendo entre sí, en lugar de trabajar en conjunto. Funcionarán de forma independiente, compartiendo el espacio aéreo pero intentando llevar tanta “agua a su molino” como les sea posible.
El resultado será que, un pasajero que no tenga su destino final en la Ciudad de México, tendrá que trasladarse 47 kilómetros de un aeropuerto a otro para tomar su vuelo de conexión. Según el proyecto, este recorrido podrá realizarse en dos horas.
A todo esto me permito añadir una conclusión: desde un punto de vista técnico el Felipe Ángeles será un muy buen aeropuerto, bien construido y con una ingeniería sólida... Pero, si los tres problemas enlistados no son resueltos cabalmente, será igual de útil que un castillo de arena en el desierto.


Publicado en: https://www.cronica.com.mx/notas-santa_lucia_ordenes_son_ordenes-1143024-2020


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