“Sólo sé que no sé nada.” Sócrates
Cuentan que, en 
cierta ocasión, Platón vio a Diógenes lavando unas lechugas. El filósofo
 decidió acercarse a su colega y le dijo quedamente: “Si halagaras a 
Dionisio (el tirano de Siracusa), no lavarías lechugas”. Diógenes, 
igualmente en voz baja, le respondió a Platón: “Y si tú lavaras 
lechugas, no tendrías que halagar a Dionisio”.
Diógenes de Sinope, también conocido como Diógenes el Cínico, fue un 
filósofo griego que llegó a vivir a Atenas tras ser desterrado por 
falsificar monedas. En esta nueva polis, Diógenes conoce a Antístenes, 
fundador de la escuela cínica, y se convierte en su discípulo.
La
 doctrina de Diógenes consistía en deshacerse de todo los superfluo para
 poder alcanzar la felicidad; despreciando las costumbres sociales y la 
civilización, por considerarlas el origen de muchos de los distractores 
que alejan a las personas de alcanzar la virtud.
Sabemos por ejemplo que Diógenes comía junto a los perros callejeros,
 hacía todas sus necesidades en público y buscó desprenderse de todas 
posesión material que no cumpliera una función estrictamente necesaria. 
Así, vivía en un barril y no tenía otra cosa más que un manto para 
cubrirse, una lámpara para iluminarse y un bastón que necesitaba para 
caminar. 
Se dice que Diógenes traía siempre su lámpara encendida 
(incluso durante el día) y cuando caminaba por la ciudad y alguien le 
preguntaba: “¿Qué haces Diógenes?”, él respondía: “Buscando un hombre 
honesto” (hombre es ser, no género). 
Hay un chiste que nos
 invita a imaginar a Diógenes recorriendo el mundo moderno. Primero pasa
 con su candil por las grandes potencias europeas (Alemania, Francia, 
Inglaterra) en busca de hombres honestos. Cruza el Atlántico y recorre 
Estados Unidos contestando siempre la misma pregunta —¿Qué haces 
Diógenes?— de la misma manera, —Estoy buscando un hombre honesto— hasta 
que llega a México... 
“¿Qué haces Diógenes?”, le 
preguntan al cruzar la frontera. “Estoy buscando mi lámpara”. Diógenes, 
víctima de la delincuencia al igual que millones de mexicanos.
El 
2019 fue el año más violento del que se tenga registro en nuestro país. 
Aunque todavía no contamos con la cifra oficial final (falta integrar 
diciembre), es un hecho aceptado por el propio presidente de la 
República. 
De enero a noviembre 31,688 víctimas de homicidios 
dolosos. Casi 95 personas al día. 3.9 personas asesinadas en México cada
 hora en los primeros 334 días del 2019. Es inaceptable. 
El poder
 político, el Estado, existe precisamente como una herramienta para 
garantizar la seguridad de los ciudadanos. Esa es su función. Nos 
conformamos como una democracia para tener la capacidad de elegir a 
nuestros representantes, crear nuestras propias leyes y defender la 
soberanía del pueblo y el bien común.
Cuando Alejandro Magno, 
siendo ya dueño de Grecia, llegó a Corinto antes de emprender la 
conquista de Asia, pidió conocer “al filósofo que vivía con los perros”.
 Al ver al viejo Diógenes, el joven rey, horrorizado con las condiciones
 en las que vivía el filósofo, le preguntó si había algo que pudiera 
hacer para mejorar su situación. Diógenes le contestó: “Sí, apartarte, 
que me estás tapando el Sol.”
De esa misma forma clara, directa y 
sin temor nosotros, como ciudadanos, tenemos el deber de exigir a 
nuestros gobernantes que cumplan con su responsabilidad. 
Publicado en: https://www.elsoldemexico.com.mx/analisis/la-busqueda-de-diogenes-4656610.html 
Twitter: @jorgegavino
Facebook: JorgeGavinoOficial
 
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