"La Tierra es nuestra madre,
nuestra vida y nuestra libertad.”
Filosofía Guaraní
El 1 de enero de 1994, entró en vigor el
 Tratado de Libre Comercio de América del Norte entre México, Estados 
Unidos y Canadá. Ese mismo día, durante la madrugada, el Ejército 
Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) se levantó en armas en contra 
del gobierno del entonces presidente Carlos Salinas de Gortari, tomando 
siete cabeceras municipales del estado de Chiapas.
Hace unos días, precisamente en el marco
 de la conmemoración del levantamiento armado, el subcomandante Moisés 
(actual vocero del movimiento zapatista) repitió la misma consigna que 
hace un año: No al Tren Maya. Oposición rotunda a cualquier megaproyecto
 que implique la destrucción de la Selva Lacandona. 
El subcomandante acusó que la consulta 
hecha por el gobierno había sido una simulación y señaló, en una frase 
lapidaria, que ellos también habían hecho su propia ofrenda a la Madre 
Tierra: “No para pedirle permiso a la tierra de destruirla, o de 
venderla, o de traicionarla. La hicimos la ofrenda solo para avisarle a 
la Madre Tierra que la defenderemos. La defenderemos hasta morir si es 
preciso”.
Al ser cuestionado sobre la posición del
 Ejército Zapatista, el presidente de la República comentó que él: “Les 
diría que no tienen toda la información” y que las declaraciones del 
subcomandante Moisés eran “mucha propaganda” y “mucha carga ideológica”.
Me parece que el mensaje del EZLN va más
 allá de la propaganda o una simple declaración ideológica: es una 
advertencia al gobierno de que no permitirán ningún daño a sus tierras y
 están dispuestos a enfrentar cualquier intento de ecocidio.
Es urgente que el gobierno busque el 
diálogo con estos grupos que han sido históricamente marginados, para 
encontrarse en una verdadera negociación (entendiendo que toda 
negociación es ceder). De no hacerlo, podría suceder algo similar a 
Bolivia donde Evo Morales, desoyendo las protestas de los grupos 
indígenas y grupos de ambientalistas, insistió por más de once años (sin
 éxito) en construir una carretera que partiría en dos la selva del 
Territorio Indígena y Parque Nacional Isiboro Sécure (TIPNIS).
Finalmente, para que dicha negociación 
tenga cualquier esperanza de resultar exitosa, es necesario comprender 
algo: No hay precio que justifique la destrucción de la naturaleza.
Publicado en: https://www.cronica.com.mx/notas-ezln_2020_contra_el_ecocidio-1142286-2020
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