26/8/19

CORRUPCIÓN



“Si el vaso no está limpio, lo que en él derrames se corromperá”
Horacio


La corrupción es un tema que lamentablemente aqueja a México. A pesar de que es un
problema generalizado, no existe quien tenga el monopolio de la corrupción y, lamentablemente, todos tenemos el mismo potencial de corrompernos, ya sea institucionalmente o individualmente. Por lo tanto, no es novedad afirmar que la corrupción sistémica es una consecuencia de la corrupción del individuo.

El problema de la corrupción es que no tiene límites. Así como un cáncer que se expande dentro del cuerpo por lo tejidos de los órganos sin que el sistema inmunológico pueda detenerlo, en una sociedad corrupta, no existen las barreras que impidan el avance de las conductas de este tipo. La corrupción es capaz de devorar a los grupos humanos.
En general, cuando hablo de corrupción me gusta poner un ejemplo que la mayoría conocemos. Me refiero a un relato que se encuentra en la Biblia, en el antiguo testamento. La historia a la que me refiero es la de Sodoma y Gomorra, usada por algunos para señalar lo erróneo de la homosexualidad; visión que desde mi punto de vista tiene una interpretación incorrecta.

La historia de Sodoma y Gomorra es la historia de la degradación de una sociedad humana, que llegó al punto de no respetar el derecho a la vida y por lo tanto una sociedad en la que los individuos terminaron por violentar, depravar al visitante y al vecino, abusar de quien se deje, robarles, violarles, desmembrarlos. Al final de la historia, ambas ciudades fueron destruidas.
Sodoma y Gomorra fueron destruidas por la corrupción de su sistema político, dejando de lado las interpretaciones bíblicas, el destino de ambas ciudades fue propiciado por un delito en concreto: la corrupción.

La moraleja está muy clara: si una sociedad no puede detener la corrupción el destino es el fracaso. Y no porque una estructura gubernamental corrupta tenga el monopolio de la maldad, sino porque nos vamos a matar entre nosotros y no habrá instituciones o
individuos que puedan detener el avance depredador de la corrupción humana.
Actualmente, la corrupción limita el desarrollo económico y social, afecta la inversión, disminuye la eficacia de los programas sociales, las políticas públicas e incrementa la desigualdad sin mencionar la reducción del crecimiento económico debido a la incidencia que tiene en el bien colectivo.

Son muchas las conductas que se pueden identificar como corrupción, las más comunes son encontradas en el sector público principalmente ligadas a la obra pública, compras de gobierno y servicios públicos, como los “diezmos o moches”, licitaciones dirigidas y amañadas, tráfico de influencias, empresas fantasma” para evadir impuestos, desvió de recursos públicos. Y ni hablar de las súper conocidas “mordidas”.
En síntesis, hoy en día los casos de corrupción están presentes de manera creciente en los tres poderes y en los tres órdenes de gobierno. Sin embargo, no podemos olvidar que la corrupción ha alcanzado a las esferas privadas.

La corrupción en nuestro país ha crecido exponencialmente no por una “cuestión cultural” como lo dijo Enrique Peña Nieto, sino por una sencilla razón: el nivel alto de impunidad. En México no se aplica la ley y casi nunca se castiga a los corruptos. En muchos casos se les solapa y se les protege por intereses políticos o económicos.

Es un problema muy grave que afecta al gobierno, a las empresas y a los ciudadanos. No existen propuestas definitivas para acabar de tajo con este problema debido a que aún falta mucho para entender, sobre todo en cómo se desarrolla y cómo se puede combatir.

En los azarosos tiempos en los que vivimos, parece que la corrupción se ha convertido en un elemento más del paisaje mexicano. Sin embargo, no hay nada más peligroso que asumirla como inevitable. Sin duda este mal social se puede comparar con una
enfermedad en una persona. En ese caso la solución debe de tratarse como la medicina actual, persiguiendo las causas en lugar de pensar en la más agresivas de las curas, como amputarle un miembro a un paciente.

Combatir los cánceres de la corrupción e impunidad significa un crecimiento económico
progresivo y sostenible, combatir el hambre, la pobreza y la desigualdad social, mejorar
los niveles de bienestar, abatir la violencia e inseguridad, el respeto a los derechos
humanos, incentivar la inversión y el empleo, mejores índices de desarrollo humano,
mayores oportunidades para todos.

Lo anterior solo se puede lograr con una ciudadanía participativa, proactiva, exigente,
comprometida y organizada; la indiferencia, la apatía y la actitud contemplativa no abonan a la solución de los problemas del país, estado o municipio.

Si queremos un mejor México hay que usar la voluntad y la participación pública para
cimentar nuestro futuro y para construir espacios de diálogo entre los iguales. Les invito a profundizar la conversación a no caer en provocaciones inútiles y les invito a no creer
como dogma en la idea de los falsos profetas, aquellos que dicen que el tronar se sus
dedos pueden transformar la naturaleza humana. ¿Será?


F: JorgeGavinoOficial
T: @jorgegavino

No hay comentarios:

Publicar un comentario