3/4/16

JURAMENTO IGNORADO

 


“Los fallos de los cocineros se tapan con las salsas, los de los arquitectos con flores y los del médico... con tierra”.
Anónimo
 
Ya no escapa de la profesión más humanista el flagelo de la negligencia, la cual se agrava al implicar bienes jurídicos tutelados como lo son: la salud y la vida.
Innumerables son las situaciones en que la negligencia médica es nota de primera plana, tema de análisis  y discusión entre especialistas de la medicina, comunicólogos y sociedad en general.

 Los casos que nos llegan a la memoria son muchos, pero el más reciente es el del menor que por un garrafal error de un seudo especialista le fue extirpado el ojo sano, dejándole el afectado con células cancerosas.

 El profesionista en el que más confía la sociedad es el médico, ya lo decía Hipócrates en su juramento: “En cuanto pueda y sepa, usaré las reglas dietéticas en provecho de los enfermos y apartaré de ellos todo daño e injusticia”, en la práctica vemos lo contrario, galenos  que dejan de tener los cuidados necesarios y no siguen los protocolos, siendo vencidos por la ineptitud  y la falta de profesionalismo.

 Esperamos de un médico que nos brinde confianza y seguridad, no zozobra y sufrimiento. Los errores siempre han existido, material quirúrgico y de curación olvidado en los cuerpos de  personas intervenidas, aplicación de dosis erróneas, pero extirpar un órgano por otro, va más allá de lo imaginable. 
 
Casos como estos nos llevan a solicitar que la ética prevalezca por encima de cualquier hecho y que la práctica de la medicina nos de la confianza y seguridad de que estamos en manos expertas con personal responsable.

 @jorgegavino
 
(Publicado en la Crónica de Hoy el 10 de julio de 2015)

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