26/8/19

EL HOMBRE CONTRA LA MÁQUINA, EL GOLEM DEL SIGLO XXI


“El problema real no es si las máquinas piensa, sino si lo hacen los hombres.”
                                                                                                                                                                               B.F. Skinner
Imagino un día en donde los juicios los realice un sistema inteligente y en cuestión de minutos pueda dar veredictos a presuntos perpetradores de cualquier índole. Imagino un México donde cámaras de seguridad controlen y vigilen todo lo que hacemos, donde los buscadores de internet y la inteligencia artificial puedan dar aviso cuando alguien está a punto de cometer un crimen. Igualmente visualizo un nuevo mundo, donde no nos tenemos que preocupar por nada: ya no manejamos, ya no trabajamos y ya no lavamos. Imagino esto y, francamente, me da pavor. 

El inminente avance de la tecnología y la inteligencia artificial, en los últimos años, despierta las pesadillas más arraigadas. Niñas y niños, adultos y mayores conocen la historia del día de la rebelión de las máquinas y del juicio final, cuando la humanidad ha depositado toda su confianza en la tecnología, en la robótica y la automatización para, finalmente, convertirse en víctimas de su propia creación. El hombre contra la máquina, el golem del siglo XXI.

Estamos librando una batalla por la supervivencia, por todo aquello que nos hace humanos, por el respeto a la vida y al otro. Sin embargo, después de los primeros escarmientos, me atrevo a decir que el marcador no está de nuestro lado: la humanidad 0 - las máquinas 1.  La evidencia es clara, como símbolo de nuestra derrota, la máquina exige que caminemos postrados el resto de nuestros días siendo seducidos por pantallas de “teléfonos inteligentes” 24/7; si alguien se aleja de la conectividad de las redes sociales y la tecnología, se arriesga a un aislamiento social, laboral y emocional.

Hoy es imposible negar que, cada vez que olvidamos nuestro celular en casa, sufrimos del famoso síndrome de abstinencia. Las plataformas de redes sociales son tan adictivas, que los mismos creadores advierten sobre los ciclos de acondicionamiento pavlovianos, mismos que en un acto de descaro profundo, utilizan la misma simbología sonora para ponernos a babear, solo que, en lugar de un pedazo de comida al sonar de la campana, nos ofrecen carne emocional virtual.

No es sorpresa que distintas familias, en un acto heroico de resistencia a la cibernetización de la vida, prohíban a sus niños y niñas el uso del celular en la mesa, o que eviten comprar la consola del videojuego o la nueva tableta para lactantes. Estas batallas deben seguir siendo los frentes de guerra, espacios de verdadera conexión humana.

Por si lo anterior fuera poco, en las elecciones no es sorpresa la influencia de las máquinas en el voto, al manipular y diseñar narrativas que terminan por convencernos de pasar a las filas de los perdedores esclavizados. Al final, pasamos de la libertad natural, con la cual nacemos, a una versión plastificada de la misma y terminamos librando batallas en el espacio de la realidad virtual. En los distintos escenarios electorales, familiares, globales e individuales, será importante considerar que la verdadera batalla la hacemos cuando retomamos nuestra responsabilidad de ser y sentirnos vivos.

T: @jorgegavino
F: JorgeGavinoOficial

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