18/2/13


ABOLIR LAS CORRIDAS DE TOROS

Jorge Gaviño Ambriz.

“Cualquiera puede dominar un sufrimiento,
excepto el que lo siente”.
William Shakespeare.

El 28 de Diciembre del año pasado, en sesión ordinaria de la VI Legislatura de la Asamblea Legislativa del Distrito Federal (ALDF); se aprobó el Dictamen de la Iniciativa con Proyecto de Decreto, por el que se busca modificar el Código Penal para el Distrito Federal; agregando, entre otros aspectos, dos artículos: el 350 BIS y el 350 TER.

El primero, busca imponer entre seis meses y dos años de prisión y de 50 a 100 días de multa a quienes realicen actos de maltrato o crueldad en contra de cualquier especie no humana. El segundo, busca imponer de dos a cuatro años de prisión y de 200 a 400 días de multa, a quien a través de actos de maltrato o crueldad, provoque la muerte de los animales. 

Ante esta situación, diferentes grupos se manifestaron: El día 6 de enero, el Semanario Católico “Desde la Fe”, publicó que para la ALDF “una vida animal vale más que la vida humana”; los ambientalistas celebraban este acontecimiento al considerarlo una situación de vanguardia y exigían que el próximo paso fuera la abolición de las corridas de toros; mientras que los aficionados a la denominada “fiesta brava”, veían con temor que el siguiente paso fuera la abolición de la tauromaquia.

En las corridas de toros, el animal es víctima de la puya, un arma metálica de púa, “filosa como la hoja de un bisturí” y que penetra más de 8.5 cm en el cuerpo del animal. El lugar ideal para clavarlas, es entre la cuarta y sexta vértebra, pero afectan más de 20 músculos del toro, dificultan los movimientos del cuello, la cabeza y la respiración, e incluso llegan a fracturar las costillas y los pulmones.

Las banderillas, por su parte, desgarran muchas de las estructuras anatómicas del toro, que han sido previamente lesionadas por las puyas; producen lesiones en 10 cm alrededor de donde han sido insertadas.

El descabello del toro, se realiza con una espada que lesiona y secciona la médula espinal, entre la primera y segunda vértebra cervical. En tanto que la llamada puntilla se realiza con un cuchillo que provoca la parálisis general del animal y la disminución de su presión arterial.

Mientras que en las plazas de toros, la gente grita y aplaude durante esta “fiesta”, el toro pierde entre el ocho y 18%  de su volumen sanguíneo, entre tres y siete litros de sangre.

De acuerdo con la última Encuesta Nacional en Vivienda, realizada por Parametría, del 29 de Octubre al 3 de Noviembre del 2011: La asistencia a la fiesta brava disminuyó del 28% al 19% en los últimos cuatro años; el 73% de los encuestados dijo que las corridas de toros no son de su agrado; dos tercios de la población ven a la “fiesta brava” como un evento en el que se  maltrata a los animales; el 16% cree que la tauromaquia es un deporte y sólo el 8% piensa que es un arte; seis de cada 10 mexicanos, es decir el 57%, están a favor  de la prohibición de las corridas de toros; y de decidirse por consulta popular, las corridas  de toros serían vetadas en nuestro país.

A nivel nacional, cinco estados de la República Mexicana no tienen leyes locales para la protección de animales, tales como: Baja California Sur, Oaxaca, Sinaloa, Sonora y Tabasco. A nivel mundial, de los 200 países miembros de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), únicamente siete, entre ellos México, mantienen las corridas de toros.

Si la ciencia ha avanzado en sus investigaciones para que tanto los hombres como los animales no sufran, las corridas de toros son una sin razón. La muerte para todo ser vivo, debe ser instantánea, sin agonía y sin dolor, por lo que debemos luchar a favor de quienes nos acompañan a lo largo de nuestra vida y quienes no pueden defenderse.

Twitter: @jorgegavino
(Publicado el Lunes 18 de Febrero de 2013 en El Sol de México)


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