“Ojalá que vivas en tiempos interesantes.”
Antigua maldición china
Los antiguos chinos lo decían como una 
maldición. Vivir en tiempos interesantes es vivir en tiempos que no se 
comprenden, es no tener paz.
Nosotros no tenemos opción, nos toca estar presentes en uno de los momentos más interesantes de la historia de la humanidad.
El mundo que conocíamos hace unos meses,
 que dejamos para recluirnos en nuestras casas y cumplir con “la sana 
distancia” (el aislamiento como medicina), ya no existirá una vez que el
 bicho deje de ser una amenaza mayúscula y el exterior sea declarado 
“seguro”.
Desde nuestro confinamiento voluntario, 
tenemos que empezar a imaginar cómo será esa nueva realidad. ¿Qué nos 
espera? Así como hay utopías, también puede haber una siniestra 
distopía.
Estamos ante una experiencia inaugural, 
el cambio de paradigma ha iniciado. El freno de la economía global ha 
permitido que muchos vean las grietas en el sistema: la desigualdad 
social, la fragilidad de los sistemas públicos de salud y la debilidad 
del Estado han sido puestos en evidencia por un virus.
Algunos vemos en esta situación la 
oportunidad de instaurar cambios positivos, de reformular la relación 
entre gobernantes y gobernados.
Muchas voces empiezan a exigir 
instituciones económicas más justas y redistributivas, la creación de 
una renta básica universal, un sistema de salud público fuerte y robusto
 y una transición inmediata hacia las energías limpias.
Todo esto es necesario y el coronavirus lo ha dejado muy claro. Pero el camino no está libre de peligros.
Dicen que si uno quiere ver hacia dónde 
va el mundo, hay que mirar hacia el Extremo Oriente, en particular hacia
 China, Taiwán y Corea del Sur. Es ahí donde encontramos la imagen más 
concreta del futuro hacia el que esta pandemia puede llevarnos.
Estas naciones asiáticas lograron 
controlar la crisis sanitaria gracias a un modelo donde la sociedad se 
encuentra cibervigilada al más mínimo detalle y la obediencia a la 
autoridad es incondicional.
Ese es el riesgo inmediato más cercano 
para Occidente: que, ante la amenaza del virus, la protección adopte la 
forma de la renuncia a nuestro derecho a la privacidad. El que quiera 
salir del confinamiento y disfrutar de la movilidad, del contacto 
social, debe entregar sus datos al gobierno.
En México estamos por atravesar lo peor 
de la pandemia. Sin duda vienen días difíciles. Nos han convencido, con 
evidencia, que debemos tener miedo de contagiarnos. Pero no podemos 
permitir que manipulen nuestro miedo para que renunciemos a nuestros 
derechos a cambio de una supuesta protección.
Se abren varios caminos. Nuestra mejor 
brújula será la reflexión: Dudar en lugar de creer. No temer a la duda 
sino a los que ofrezcan certezas. La duda es la mónita de un futuro 
promisorio.
Son tiempos interesantes.
Vicecoordinador del Grupo Parlamentario del PRD en el Congreso de la Ciudad de México.
Publicado en: https://www.cronica.com.mx/notas-postpandemia_utopia_o_distopia-1152756-2020
Twitter: @jorgegavino
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