21/1/13

LA EXPLOSIÓN METROPOLITANA

Jorge Gaviño Ambriz

"Optimista es aquél que cree
 poder resolver un atasco de tráfico
tocando el claxon."
Anónimo.

En estos días llegó a mis manos “La Explosión Metropolitana”, del Centralismo a la Congestión, libro autoría de mi muy estimado amigo Alejandro Ordorica Saavedra, a quien la columnista Tere Ponce Vega ha llamado “un apasionado de la ciudad”.

En esta obra, presentada el año pasado en la XXXIII Edición de la Feria Internacional del Libro, en el Palacio de Minería, Alejandro Ordorica aborda el tema metropolitano con la premisa de abrir un espacio de reflexión sobre lo que él mismo llama un “abrumador fenómeno urbano, económico y social que cruza ya por doquier en la Nación”.

El libro, trata el tema de la explosión metropolitana acontecida en diversos capítulos de la historia de México: desde Moctezuma hasta Iturbide, con la delimitación del campo y la ciudad, así como con la ubicación jerárquica de la población de acuerdo a su poder económico y político; de Benito Juárez al Porfiriato, donde los liberales defendían su concepción centralista como garante de integración nacional; de la Revolución a lo contemporáneo, donde se observa lo que acontece en la ciudad de México “en torno a la silla presidencial”, con los intercambios de información que priorizan los flujos informativos de las grandes metrópolis; hasta experimentar lo que el Colegio de Arquitectos y Urbanistas del Estado de México dio a conocer en noviembre del año pasado, de que cerca de 700 mil viviendas ubicadas en la Zona Metropolitana del Valle de México (ZMVM) están abandonadas por la falta de planeación urbana sustentable, ya que se construyen desarrollos habitacionales cada vez más alejados de la ciudad y de los centros de trabajo.

A esto hay que sumarle que fue hasta el año 2006, cuando históricamente se destinaron recursos para obras y servicios metropolitanos dentro del Presupuesto de Egresos de la Federación; y aunque en seis años la partida presupuestal destinada para ello pasó de mil millones de pesos a tres mil 500 millones, coincido con el autor que es necesario un Plan Nacional de Zonas Metropolitanas basado en “un marco constitucional, acompañado de una plataforma realista y visionaria de políticas públicas”; “un fondo para obras y servicios metropolitanos” que otorgue recursos para las ciudades que exceden el millón de habitantes, que son las que aparte de tener mayor población, tienen un mayor PIB, actividad económica y problemas sociales; y el establecimiento de un “Consejo Coordinador de Zonas Metropolitanas” con facultades ejecutivas.

El autor, en lugar de aportar un mero diagnóstico de la explosión existente principalmente en la ZMVM, como lo hacen otras instituciones tanto públicas y privadas, ofrece lo que la escritora Martha Chapa calificó acertadamente de “una alerta para la ciudadanía” y una exigencia a los gobernantes, así como propuestas y alternativas viables, capaces de ser integradas en la Agenda Nacional del país.

Por lo tanto, no tengo empeño en recomendar ampliamente este libro, el cual brinda a generaciones presentes y futuras, una solución adecuada y viable a problemas históricos. Hasta la próxima


Twitter: @jorgegavino

(Publicado el 21 de enero en El Sol de México)

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