21/5/12

MALASIA

Jorge Gaviño Ambriz
“Estoy de acuerdo en que las sociedades decreten abolir la pena de muerte; pero que empiecen por abolirla los asesinos”.


Después de casi año y medio de juicio, un tribunal de Malasia declaró culpables a tres hermanos mexicanos de apellidos González Villarreal, de cargos de narcotráfico, la ley de este país asiático castiga con la pena capital.
En algunas partes del aeropuerto de ese lejano país aparecen letreros en diferentes idiomas señalando que habrá pena capital para los traficantes de droga con lo que esa nación pretende frenar el crecimiento del tráfico de estupefacientes y bajar los índices de drogadicción, sin embargo parece ser que dicha medida no ha sido del todo exitosa como pretendía ser, en ese país la pena de muerte está prescrita en la ley desde 1983, para los delitos relacionados con las drogas, servidores públicos y peritos malayos han reconocido ante los medios de comunicación que dicha medida no intimida a los traficantes, existen documentos estadísticos que acreditan fehacientemente que, pese a la imposición de la pena capital, no ha disminuido el número de adictos (1979 el número de adictos registrados en Malasia era de 79 mil; en 1985 era de 102 mil y en abril de 1986 de 111 mil de acuerdo al Centro de Victimología). La Organización de Naciones Unidas a través de sus expertos ha señalado en reiteradas ocasiones que el hecho de que la pena capital figurase en los códigos como pena máxima, no disuadía necesariamente a los criminales.
Los hermanos González Villarreal hace algunos meses eran completamente desconocidos en México, después de los 30 segundos en donde el juez (malayo) emitió su fallo, los sinaloenses se han vuelto famosos y lo serán aun más en la misma medida que transcurre el tiempo y se acerque el desenlace fatal del cumplimiento de la terrible sentencia.
A las 10:56 am del pasado 16 de mayo ante una sala repleta, se dio fin a un largo juicio (pero corto comparado con lo que duran en nuestro país) de 1 año y dos meses, ahí se encontraban agentes antinarcóticos, estudiantes de jurisprudencia, policías de inmigración, diplomáticos mexicanos, un sin número de reporteros y en el centro, de pie con sus respectivas gargantas agarrotadas, encadenados de manos y pies, 3 sinaloenses; el veredicto: Culpables…. la condena: “se les sentencia a colgar hasta que mueran…”
En 50 años se calcula que han muerto por la pena capital a través de la horca, aproximadamente 500 personas, los 3 sinaloenses en breve pasarán a formar parte de la estadística secreta del país de referencia;  pero, después de que se cumplimente la sentencia, ¿Malasia será un país mejor?, ¿El mundo será un lugar más habitable? ¿Los narcotraficantes mexicanos evitarán comercializar en aquella región de Asia, por el hecho narrado? Creo con firmeza que la respuesta a las preguntas anteriores es un rotundo no.
La comercialización de los estupefacientes es el resultado de la ley de la oferta y la demanda, si hay drogadictos, es porque hay droga; la droga se comercializa porque el precio permite ganancias sustanciosas; a mayor pena como consecuencia de la comercialización, mayor peligro para los narcotraficantes y con ello mayor precio de los narcóticos; a mayor precio de las drogas, mayor incentivo en la compra-venta, y con ello se inicia la cadena de un círculo vicioso que ya tiene a México en una verdadera guerra que, por su gravedad y resultado no permite que se prediga su fin.
La Comisión Nacional de Derechos Humanos de este país deberá emprender y seguramente emprenderá, gestiones en la búsqueda de la permuta de la pena capital por cárcel de nuestros compatriotas con un pronóstico reservado. Entre tanto, en una capilla interna de la mente de los mexicanos sentenciados, entre rezos y súplicas al creador, se reflexiona con remordimiento…
Twitter @jorgegavino

Publicado en el Sol de México el lunes 21 de mayo del 2012

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