Jorge Gaviño
“…a imagen de Dios los creó, hombre y mujer los creó”.
Génesis 1,27
La mujer es considerada por la teología vaticana como un ser inferior. Solo tiene acceso a seis sacramentos puesto que no puede ser ordenada sacerdotisa; sin importar que haya merecido de Jesús el útero que lo engendró…Cristo, se argumenta, eligió solo hombres; no obstante que tal elección de varones debió haber sido simplemente un hecho histórico superable.
La práctica de no ordenar mujeres en la iglesia no es una tradición ni valida toda vez que la misma descansa en un prejuicio contra ellas. Las mujeres consideradas inferiores por naturaleza y por ley. Tanto la filosofía griega, que fue adoptada por los cristianos, como la ley romana, que fue la base para las leyes de la iglesia, daban a la mujer un estatus inferior en la sociedad, se señala con supina ignorancia, que “solo el hombre fue creado a imagen de Dios”; a ellas se les ha hecho responsable de traer el pecado original al mundo y de representar una continua fuente de seducción. Hubiera sido totalmente inapropiado que tales “criaturas pecadoras” fueran escogidas como canales de la gracia de Dios.
Las mujeres eran consideradas ritualmente impuras, pues se suponía que su flujo menstrual las mantenía en un estado regular de profanación ritual por lo que no se les podía confiar el cuidado de las reliquias sagradas. Después de haber dado a luz, tenían que ser “purificadas” y se les prohibía estrictamente tocar los objetos sagrados tales como el cáliz, la patena o el mantel del altar.
La violencia contra la mujer en América, tiene su origen en el momento mismo de la invasión europea: las tierras recién descubiertas presenciaron asesinatos, genocidios culturales contra los pueblos supuestamente inferiores, salvajes y sin alma, a los que se les tenía que enseñar emprendiendo una gran cruzada para “civilizarlos”. Junto con esta violencia se produjo la violación feroz de las vírgenes del Sol y las demás mujeres, reduciéndolas a objetos sexuales y de reproducción biológica. Es ese el origen de nuestra sociedad machista y discriminadora.
Por su parte, la discriminación de género en la familia, en las comunidades rurales y en la vida diaria, obliga a las indígenas a soportar maltrato y sobrecarga de trabajo y responsabilidad, dejándolas, consiguientemente, a un más excluidas y relegadas debido a la violación de sus derechos humanos fundamentales.
En algunas comunidades los padres, maridos, y hasta los hijos varones, tienen derecho natural de gritar, insultar y golpear a la mujer. Es una costumbre que las muchachas vivan con aquel que se las robó, quedando expuestas a ser prostituidas; de igual manera, las familias consienten frecuentemente que raptos y violaciones terminen en matrimonio; y la compra y venta de niñas con fines matrimoniales es una práctica cotidiana.
Pero no solo en América se observan estas costumbres: en Pakistan, Umar Magsi, mató a su Hija de 11 años con un hacha porque sospechaba que tenía un romance con su vecino; el mismo destino alcanzaron la esposa y la otra hija por tratar de impedir esta atrocidad. No obstante la sentencia para el patricida fue nula por tratarse de “un crimen de honor”. Este fallo jurídico de la charía (ley Islámica) nos regresa a la barbarie…El asesinato y, sobretodo, la impunidad en que quedó fueron condenados y provocaron la indignación de varias asociaciones internacionales de amnistía y de derechos humanos, las cuales exigen a las autoridades de aquel país, impidan y sancionen estas prácticas.
La violencia hacia las mujeres está presente en cualquier país del mundo. Anualmente, más de 5000 mujeres mueren víctimas de violencia intrafamiliar; aproximadamente 35% de ellas son asesinadas por su pareja.
No podemos quedarnos serenos y apacibles, denunciemos los actos violentos.
Twitter @jorgegavino