16/8/11

EN MÉXICO NO HABLAMOS CASTELLANO

Jorge Gaviño Ambriz
"Hay momentos en la vida que son verdaderamente momentáneos”

El pasado viernes 12 de agosto se celebró el centenario del natalicio de Mario Moreno Reyes, “Cantinflas”, personaje singular que dio fama mundial a la comedia mexicana por su particular forma de hablar, logrando incluso acuñar la palabra “cantinflear” (expresarse de forma disparatada e incongruente y sin decir nada), sin embargo mucho entendíamos de Cantinflas con su entonación, ademanes, y su expresión facial.
Los mexicanos de diferentes regiones se expresan con modismos que en ocasiones rompen la comunicación entre los propios oriundos de este pedazo de tierra llamado México. Más aún, la confusión se acrecienta entre los habitantes de los diferentes países de latinoamérica y entre los peninsulares europeos, que orgullosamente se jactan de que sus ancestros (que también son los nuestros), trajeron a estas tierras de américa, religión, costumbres, idioma y civilización.
En México abusamos de los diminutivos, ahorita, al ratito, tantito, manito, a tal grado que al caballo más grande fundido en el s. XVIII, fue bautizado como “El Caballito”, al salón con un cupo para cientos de personas se le denominó “El Generalito”, tratando de homologar el diminutivo con simpatia, cariño, afecto. Asimismo, utilizamos terminaciones que dan idea de abundancia o gran tamaño (-ón, como cuentón, barrancón, inocentón), para expresar esencialmente lo contrario, pelón (carente de pelo), rabón (sin rabo).
Son sorprendentes las trabas idiomáticas que se presentan por los modismos que los hispanohablantes usan en sus respectivos países. Por ejemplo, hace 30 años, se utilizaban unas “cubetas” de lámina cuyo fondo se sellaba con soldadura, que al paso del tiempo sufrían perforaciones o desgastes que provocaban fugas, así había soldadores a domicilo que reparaban estos desperfectos, mismo asunto ocurría en el país vecino Guatemala, pero allá, a dichas cubetas les llamaban “baldes”, (que en México significa gratuitamente, sin coste alguno, en vano). A estos mismos fondos de cubeta los guatemaltecos les llamaban “culos” (en México, el trasero de las personas), por lo que en Guatemala un pregonero dejaba a un méxicano con los ojos de plato cuando escuchaba: “¡compóngo culos de balde!”, o peor aún “se arreglan culos a domicilio”. En España también sorprenedrían a un mexicano preguntándole si quiere comer “judías pintas” (frijoles), o si un español osara preguntar a una mujer mexicana si está “preñada” (embarazada), seguro se haría acreedor a una bofetada o a un “taco” (en España, grosería). Si le preguntan a una dama mexicana “¿va a hacer la colada?” entendería cualquier otra cosa excepto “¿va a lavar la ropa?”. No se le debe ocurrir a un mexicano pronunciar ante algunas damas en Argentina la palabra “cajeta” o en Cuba “papaya”. Pareciera no ser lo mismo: “tomar un camión” (México), “coger un autobus” (España), o “usar la guagua” (Cuba); la “valenciana” en México que “los bajos” en España (haciendo referencia al dobladillo del pantalón); ojalá no nos diga algún peninsular “traes sucios los bajos”... Mientras tanto disfrutemos nuestro idioma.

Twitter @jorgegavino

Publicado en El Sol de México el domingo 13 de agosto de 2011

No hay comentarios:

Publicar un comentario