Jorge Gaviño Ambriz
“No hay castos; sólo hay enfermos, hipócritas, maniáticos y locos”
Anatole France
El erotismo termina donde comienza la pornografía; una línea muy delgada que se ha movido a través de los tiempos según la cultura que la ilumine. Las representaciones eróticas se han plasmado en pinturas, esculturas, obras literarias, composiciones musicales que muestran al aspecto sexual del ser humano con diferente acento, pero con idéntica filosofía. Las culturas primigenias con frecuencia relacionaban el aspecto sexual con fuerzas sobrenaturales de creación; África, Asia, Europa y América, pasando por Oceanía, dejaron en sus tierras testimonio de que el sexo era después de la búsqueda del alimento, una actividad prioritaria realizada tanto instintiva como racionalmente, más aún, todas las civilizaciones han dado muestras de que el aspecto sexual, a través de una escala de valores se fue sublimando hacia el erotismo.
Todas las religiones, con la marcada excepción de la católica han reverenciado, venerado, emulado, a seres superdotados o a dioses que utilizaban el sexo de forma muy liberal, entre ellos y en ocasiones involucraban mortales en sus escarceos amorosos.
El adulterio mal visto por los hebreos es el principal entretenimiento del padre de los dioses, Zeus el olímpico, quien solía abusar de sus divinas facultades para presentarse a las jóvenes bien como lluvia de oro, en figura de toro o de cisne, para cogerlas cuando más desprevenidas estaban, bañándose o durmiendo.
Símbolos fálicos en todas partes, en ruinas de Pompeya; cientos de senos de la Artemisa en Roma; Khajuraho, Konarak, en la India; penes gigantes en Chichén-Itza, la Huasteca.
La tendencia compartida de los pueblos civilizados a dar tono erótico a los placeres de la vida, no estaba sometida a inhibición alguna. En el Egipto del s. XIV a.C. no era ofensivo presentarse en público desnudo, las damas de alta sociedad se mostraban apenas cubiertas por una túnica transparente dejando ver su atractivo natural. Era común que un escriba representara a la mujer con una vulva y al hombre con la analogía de un sofisticado pene, ahora tal sistema de escritura molestaría a los “mojigatos”.
Muchos religiosos dogmáticos y puritanos rabiarían hasta la locura si se les demostrara que sexualidad y religión están íntimamente relacionados con el cuerpo humano, particularmente con el sexo; por ejemplo, la mayoría de las iglesias medievales con dos torres, tienen ubicada en el altar mayor a una virgen o santa, -dos senos, dos piernas- y la mayoría de las iglesias que poseen una sola torre –un falo- en su altar mayor se venera a un santo o al cristo en alguna de sus formas.
Las puertas centrales de las catedrales, permanecen cerradas la mayor parte del año, sólo entra por ahí el obispo o cardenal en ceremonias especiales o en días sacros con toda la solemnidad, ya que estamos entrando en el sanctasanctórum del sexo femenino (aunque no lo crean).
En lo que a mí respecta, de ninguna manera considero pornografía, cuando se otea al arte espontáneo y espléndido que resalta la belleza del cuerpo femenino o las violentas elegías de un placer amoroso, sexual y místico que despiertan las fibras más profundas del ser humano.
Twitter @jorgegavino
Publicado el 29 de Agosto de 201 en El Sol de México.