“La libertad comienza entre las orejas”
Edward Abbey (1927-1989)
El Diccionario del Español de México define “libertad” como: “Facultad o posibilidad que tiene una persona o un conjunto de personas de elegir o hacer algo según su propio juicio”. Esta palabra ha sido estudiada, definida y cantada a lo largo de la historia de la humanidad. Por lo tanto, somos capaces de entender sus implicaciones y significado en momentos muy puntuales de nuestra civilización.
“Tu nombre escribo”, es una frase que repite vigorosamente el poeta francés Paul Éluard en su poema llamado, adecuadamente, “Libertad”. La devastación que trajo consigo la Segunda Guerra es la imagen que avisa una predestinación con que concluye su canto: “nací para conocerte/ y nombrarte/ libertad”. Los diccionarios señalan una cosa; la gente amplía lo que sabe de esas cosas.
En días recientes, el poeta catalán Joan Margarit finalmente recibió de manos de Felipe VI el premio Cervantes (el más alto reconocimiento para un escritor de habla hispana), luego de una espera de meses a causa de las restricciones por la pandemia.
Uno de sus poemas más difundidos se llama, precisamente, “La libertad” en cuyos versos se perciben las múltiples formas que puede adoptar esta palabra en el espíritu humano: “La libertad es una librería.”
Sin embargo, la libertad no es un arma para atacar al que identificamos como adversario. La libertad es una forma de amor, un propósito, no un escudo detrás del cual podemos escondernos para denostar con saña y ojeriza.
Así se le mencione como justificación para mostrar una caricatura y se le ensalce con poemas de Miguel Hernández cantados por Serrat, la “libertad” adquiere una forma vacía, y corre el riesgo de convertirse en una palabra hueca, cuando se le emplea como pretexto: “Qué viva la libertad”, pero la mía: la que a mí me conviene y la que yo les indique.
Si la libertad, como señalaba el ambientalista y escritor americano cuyas palabras encabezan este texto, “comienza entre las orejas”, en nosotros y lo que pensamos, pareciera que esta termina cuando encuentra la boca de aquellos que la usan a destajo.
Es la falacia de la libertad. La que se viste con piel de lobo.