31/3/21

FESTEJOS DE BRONCE

“Llevaré conmigo las bellas flores,

los bellos cantos”.

Canto triste de Cuacuauhtzin

 

La “historia de bronce” es un concepto que se utiliza para referirse a la narrativa histórica promovida por el Estado, con la finalidad de inculcar el nacionalismo y lealtad al gobierno mediante la elección discrecional y falaz de los acontecimientos. 

En la Ciudad de México se llevarán a cabo algo que bien podría denominarse “las conmemoraciones de bronce”, anunciadas por el Gobierno de la CDMX para rememorar 7 siglos de historia de México-Tenochtitlan; partiendo del supuesto de que Tenochtitlan se fundó en 1321, contrario a lo que describen las fuentes primarias de la historia, que mencionan el 1325 como el año de nacimiento de la urbe prehispánica. Inclusive el arqueólogo Eduardo Matos Moctezuma calificó el hecho como: “Una manera de manipular la historia”.

Otro de los intentos por ajustar la memoria nacional a la conveniencia de la 4T, con una visión polarizadora, fue tomar la decisión de cambiar de nombre a la Av. Puente de Alvarado por Calzada México-Tenochtitlan. Hay que recordar que Pedro de Alvarado fue el principal perpetrador de la matanza del Templo Mayor, pero no sólo lo hizo con los 130 hombres que tenía a su cargo, sino también con el respaldado de un número desconocido de tlaxcaltecas, texcocanos y totonacas. Hernán Cortés tampoco hubiera podido tomar Tenochtitlan sin la ayuda de 150 mil indígenas de los pueblos oprimidos por los mexicas, dado que sus 800 soldados eran insuficientes. 

Asimismo, al conmemorar los 200 años de la consumación de la Independencia se podría omitir el nombre de Agustín de Iturbide en los conversatorios y coloquios. No obstante, mutilar a este personaje de la historia de México sería un acto más de censura por parte de las autoridades. 

En un apartado del Plan de Iguala, Iturbide pretende conciliar y socavar los conflictos del choque entre los mundos: “¡Americanos! ¿Quién de vosotros puede decir que no desciende de español? Ved la cadena dulcísima que nos une: añadid los otros lazos de la amistad, la dependencia e intereses, la educación e idioma, y la conformidad de sentimientos, y veréis son tan estrechos y tan poderosos, que la felicidad común del Reino es necesario la hagan todos reunidos en una sola opinión y en una sola voz”. 

Sin embargo, 198 años después, el actual presidente de México pide una disculpa al rey Felipe VI de España por la Conquista. Y cabe preguntar: ¿continúan pendientes las solicitudes de disculpas a los demás pueblos originarios por los agravios que también se hicieron unos a otros?, ¿no exigirá también una disculpa a Joe Biden por quitarnos la mitad del territorio en 1848 con el Tratado de Guadalupe Hidalgo?

Ojalá que el revisionismo histórico de los gobernantes en turno no quiebre los lazos de amistad entre culturas, y que no termine por enfrentarnos en dos bandos para pelear guerras del pasado.





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VIENTO DE PROA

“¡Y he visto algunas veces lo que el hombre creyó ver!”

Arthur Rimbaud, El barco embriagado


En el argot marino se le llama “viento en popa” a ese que sopla hacia el mismo punto al que se dirige la embarcación. La misma expresión se utiliza en el habla común para decir que las cosas van bien, que la suerte nos acompaña en nuestros quehaceres.

El “viento de proa” es lo opuesto: es aquel que sopla en dirección contraria al navío, dificultando su avance o, de plano, haciéndolo retroceder. Algo así está ocurriendo con el rumbo que el capitán Andrés Manuel había trazado para su proyecto de transformación: los aires cambiaron, pero él no lo advierte.

El jueves de la semana pasada, el presidente López Obrador terminaba su conferencia mañanera comentando con asombro el estímulo adicional de 1.9 trillones de dólares que Estados Unidos aplicó para ayudar a paliar los efectos económicos de la pandemia: “Ellos le inyectan dinero a la economía de una manera nunca vista (…) Lo que están destinando a la economía es el equivalente como a ocho años del presupuesto nacional, nada más el adicional.”

Tiene razón nuestro presidente, 1.9 trillones de dólares es mucho dinero. Pero eso no es todo lo que el gobierno de Joe Biden tiene pensado invertir como parte de su plan de recuperación. La apuesta fuerte del nuevo presidente de Estados Unidos será invertir entre 3 y 4 trillones de dólares en energías limpias y combate al cambio climático.

Mientras aquí el gobierno apuesta por una refinería y se pelea con los principales actores del sector energético, en el país vecino destinarán una cifra récord para renovar su infraestructura, siguiendo la filosofía de que el futuro para crear empleos de calidad es la transición hacia una economía que no esté basada en la quema de petróleo, gas ni carbón.

 

El mensaje de Biden es muy claro: la recuperación económica de Estados Unidos está completamente ligada a la lucha contra la crisis climática. Su estrategia es disparar la industria de las energías renovables con ellos a la cabeza. Altos funcionarios de su administración han dicho que ven como algo “inseparable” evitar el calentamiento catastrófico y buscar el dominio estadounidense de las industrias de alto crecimiento del futuro (como la manufactura avanzada de baterías y los vehículos eléctricos).

¿Cómo afecta esto a los planes de López Obrador? ¿Habrá alguna modificación en sus políticas? ¿Buscarán que México sea socio de este esfuerzo o seguiremos remando en dirección contraria?

Hasta ahora el argumento principal de López Obrador para justificar sus decisiones más controversiales en materia energética, ha sido que los términos de los contratos otorgados por las administraciones anteriores a empresas extranjeras favorecen ampliamente a los intereses de los privados, pero son perjudiciales para el erario.

Podemos estar de acuerdo en la defensa de la soberanía de nuestros recursos naturales o en la importancia estratégica de que sea el Estado Mexicano el encargado de controlar la industria energética. En lo que no podemos coincidir, es en el retroceso que representa quedarnos anclados a un modelo de producción de energía que, además de pertenecer a otro siglo, resulta dañino para la salud de la población y terminará por destruir el medio ambiente.

Los vientos cambiaron y soplan en contra. Si no ajusta las velas, el buque de la 4T compartirá el mismo destino que el barco de Rimbaud: el naufragio.

 



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25/3/21

TEMPORADA DE ZOPILOTES

“El mexicano tiene muchas 
burlas a cuestas.”
Jorge Ibargüengoitia

Son incontables las formas en que los problemas se nos manifiestan: incluso son a veces ineludibles. En los últimos años, un sinfín de circunstancias económicas y hasta tecnológicas han provocado que las estafas aumenten peligrosamente su recurrencia.
Antes de continuar tengo que asegurarme de dejar una cosa en claro: Ernestina Godoy, titular de la Fiscalía de la Ciudad de México, es una persona capaz, servidora pública bienintencionada, que pone su esfuerzo y dedicación para sacar adelante los problemas que aquejan a nuestra capital. Sin embargo, hay temas que parecen no avanzar: tal es el caso de los fraudes y las esquilmaciones. 
Desafortunadamente los métodos varían: una llamada, un correo o un anuncio en redes pueden llevar a quien lo reciba a comprometer su estabilidad emocional y financiera. 
Los defraudadores financieros no son precisamente recientes, además sus “técnicas” parecen ir evolucionando con tal de evadir a quienes osen investigar. Se han vuelto un dolor de cabeza para las autoridades, pero más aún para las personas que por apuros económicos ven en esos créditos y préstamos la solución aparentemente inmediata a sus problemas.
El asunto es grave y sus consecuencias legales muy difusas: se sabe que, desde hace casi tres años, hay “empresas” que ofrecen créditos donde la o el solicitante debe dejar su auto y los papeles del mismo en garantía, previa firma de un contrato mercantil (para cuadrar bien el fraude). Les piden que dejen el vehículo para un avalúo (para lo cual “debe esperar unas horas”), así como un depósito en efectivo para iniciar el proceso.
Las horas pasan, los problemas se ensanchan. La gente regresa esperanzada por obtener el dinero del préstamo y se encuentra con la desolación: el auto no vuelve. Luego, para que recuperen el coche, se les exige que se paguen miles y miles de pesos para que puedan recuperar el auto.
Es decir, la gente que busca un préstamo termina con una deuda mayúscula y, a veces, irresoluble. Los responsables están plenamente identificados, al igual que su ubicación y modus operandi. Son ya más de 50 casos cuyas víctimas han presentado las denuncias correspondientes y han solicitado orientación para la búsqueda de justicia. Desde noviembre de 2019 hay varias carpetas de investigación abiertas en la Fiscalía Especializada en Delitos Financieros de la Ciudad de México. Año y medio y la respuesta sigue siendo la misma: “tengan paciencia”. ¿Sería necesario esperar otros 24 meses para ver resultados?
La delincuencia organizada avanza, esquiva y salta, en tanto que la justicia va lenta y para nada segura. En cambio, los afectados tienen penas y deudas a cuestas, como decía Jorge Ibargüengoitia.
Son tiempos difíciles, las aves de rapiña buscan sacar provecho.

 




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15/3/21

MUROS DE AGUA; UN DUDOSO HOMENAJE

 “Las Islas Marías son, a lo más, una idea, un concepto, nunca un lugar situado en el tiempo y en el espacio.”

José Revueltas

 

El viernes pasado, el presidente de la República anunció que aprovecharía su gira de fin de semana para visitar las Islas Marías para “evaluar el trabajo que se ha hecho de rehabilitación de la isla madre”.

El 8 de marzo de 2019 se decretó oficialmente la desincorporación de la colonia penal de las Islas Marías respecto del sistema penitenciario mexicano para dar lugar al Centro de Educación Ambiental y Cultural “Muros de Agua- José Revueltas”.  

Esta cárcel en medio del mar, a la que enviaban a criminales peligrosos o disidentes del gobierno en turno, fue habilitada como centro penitenciario en 1905 por Porfirio Díaz (aunque luego se procuró el establecimiento de los reos y sus familias como colonos de las Islas). Los más de cien kilómetros entre las Islas y Nayarit hacían innecesario un muro: el agua cumplía de manera eficiente con esa función.

Es significativo que una prisión deje de serlo: ya pasó, por ejemplo, en San Juan de Ulúa, Veracruz, y en Lecumberri, Ciudad de México. Sin embargo, no es ningún secreto el hecho de que el gobierno de la 4T busca continuamente hacer un manejo político de la historia y de los símbolos culturales de nuestro país: tal y como sucede actualmente en la Ciudad de México con la forzada conmemoración de los 700 siglos de historia México-Tenochtitlán (la fundación de Tenochtitlán fue en 1325, por lo que el festejo no debería ocurrir sino hasta dentro de 4 años, en el próximo sexenio).

Los muros de agua, de 1941, es el nombre de la novela en que José Revueltas traspuso sus experiencias como dos veces “enviado” a las Islas Marías (en 1932 y 1934 respectivamente), debido a su filiación comunista.

La novela se centra en cinco camaradas, nombrados por los otros como “los políticos”, que son enviados a prisión. El viaje en el barco Progreso (¡vaya nombre!) los deja “con el corazón turbado y el espíritu en duda”. Su vocación política provoca el trabajo forzado a que son sometidos, y la pluma de Revueltas evidencia la crudeza de la condena. Con malicia irónica, se narra que las Islas Marías pudieron llamarse “Archipiélago de los Derechos del Hombre”, que era lo que no había.

Es importante señalar que a Revueltas no le gustaban los reconocimientos oficiales, por lo que el gesto de López Obrador podría considerarse como un homenaje fallido: así lo atestiguó, en 1976, el entonces secretario de Educación Pública Víctor Bravo, cuando asistió al funeral del escritor en representación del presidente Echeverría y fue obligado a retirarse.

La mejor manera de homenajear a José Revueltas es leerlo y adentrarse en los muros de agua desde su pluma trepidante.  

 

 




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EL ENEMIGO INVISIBLE: LA SALUD MENTAL EN LA PANDEMIA

“Los males comunicados, si no alcanzan sanidad, alcanzan alivio.”

Miguel de Cervantes


Dicen que de toda crisis podemos salir fortalecidos, puesto que surgen habilidades que no sabíamos que teníamos desarrolladas. Usualmente se recurre al lenguaje bélico para superar los retos: son enemigos los que hemos de vencer.

En el caso de la pandemia, el enemigo es detectable, pero no a simple vista. Además de las complicaciones respiratorias y afecciones a la salud física que provoca este coronavirus, se asoman otras condiciones que empiezan a tornarse serias y que es importante nombrar.

Esas consecuencias visibles son cuantificables porque hay un seguimiento puntual: síntomas, hospitalizaciones, defunciones y todo el léxico que nos hemos acostumbrado a escuchar, no sin una profunda preocupación y aflicción social.

Las otras consecuencias, en cambio, apenas se vislumbran: son difíciles de rastrear porque constituyen los daños colaterales de la pandemia y las sucesivas etapas de cuarentena y semáforo rojo. En un país como el nuestro, las restricciones a la movilidad suponen un gran problema que impacta en la economía y, sobre todo, en el ánimo de las y los mexicanos.

La rutina de antes del confinamiento era más o menos variable: casa, trabajo o escuela y algún lugar de esparcimiento. Ahora todo se redujo a un solo sitio: debíamos transformar el espacio doméstico en nuestro lugar de entretenimiento, de trabajo, de estudio… más lo que se acumule.

Uno de los muchos sectores desatendidos es el educativo. No sabemos con exactitud lo duro que ha sido para los niños y jóvenes en edad escolar este drástico cambio, pues la convivencia (en el caso de aquellas familias que cuentan con internet y que, en nuestro país, corresponde al 56% de los hogares) ocurre de modo virtual y esta falta de socialización puede originar cuadros de depresión y ansiedad entre los alumnos.

El rezago educativo ya era visible en años anteriores y ahora se le suma una creciente deserción tanto por razones psicológicas como por motivos económicos. En México hay cerca de 40 millones de niños y adolescentes: prácticamente la tercera parte de nuestra población tiene entre cero y 18 años y la mitad de este grupo vivía en condiciones de pobreza desde antes de la pandemia.

En ese sentido, el atribulado momento que se vive en las actividades comerciales es una de las preocupaciones más serias, ya por una disminución de los ingresos habituales ya por la pérdida de sus puestos de trabajo. Una duda ronda en el aire: ¿cuáles son o serán las consecuencias en términos domésticos e individuales?

Es difícil apegarse a la mónita del “quédate en casa” cuando la economía familiar depende precisamente de salir de ella, lo cual se ha traducido en un alto riesgo potencial de contagio. Sin embargo, en casa también existen otros riesgos, tal como lo demuestra el alza de violencia doméstica registrada en las etapas de confinamiento y desde que inició la pandemia.

Las normas impuestas por la crisis del coronavirus trastocaron la vida social, lo cual tiene repercusiones en la salud mental. Desde la cuestión financiera hasta las visitas dispersas o nulas a familiares o amigos, pasando por la pérdida de personas cercanas, jamás habíamos visto tan a prueba nuestra resistencia psicológica.

No está de más sugerir que desarrollemos o recuperemos habilidades que nos brinden armonía, o que, como dice Miguel de Cervantes: comuniquemos los males que nos aquejan y escuchemos a nuestros seres queridos.

Ante tamaño enemigo, cuán importante puede ser un leve alivio.

 

 




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EN EL PAÍS DE LOS OTROS DATOS

 En el mundo es difícil hallar la perfección. En una democracia, ni se diga; si acaso resulta funcional, y ello puede provocar que, con críticas, comparaciones y desencuentros, exista una relativa confianza en aquellos que participan en el sistema democrático.
Para fortuna del caso de México, en las últimas décadas han surgido diversos organismos encargados de transparentar y vigilar el ejercicio de los recursos públicos y garantizar el derecho de acceso a la información y la rendición de cuentas por parte de las autoridades federales y locales.
Hace dos semanas, el sábado 20 de febrero, la Auditoría Superior de la Federación (el máximo órgano fiscalizador en nuestro país), presentó ante la Cámara de Diputados el Informe de la cuenta pública de 2019. Una de las principales revelaciones contenidas en el documento, fue que la cancelación del aeropuerto de Texcoco habría costado 331 mil millones de pesos: tres veces más de lo dicho por el actual gobierno.
El lunes por la mañana, el presidente externó su desacuerdo con la Auditoría y, como un maestro al que no le gustó la tarea entregada por el alumno, calificó el informe como una exageración, aseguró que él tenía “otros datos” y que estaría al pendiente de la aclaración por parte de la ASF.
Unas horas después de esta sugerencia (o reprimenda), el Auditor Superior David Colmenares salió a decir que, en efecto, había “inconsistencias” y “deficiencias metodológicas” en el reporte presentado por la institución a su cargo, lo que terminó por ensombrecer más la situación.
¿Qué ocurrió? Hay dos posibilidades: o hubo presión para que la Auditoría (por primera vez en sus 22 años de historia) se retractara en su informe de la cuenta pública o estamos ante un caso de incompetencia. A fin de cuentas, el resultado es el mismo: un enorme daño a la credibilidad de uno de los organismos más importantes para vigilar a los servidores públicos y combatir la corrupción. 
¿Cómo solucionarlo? En primer lugar, el titular de la Auditoría Superior debería presentar su renuncia por falta de profesionalismo o por prestarse a manipular los resultados del proceso de fiscalización. 
Algo que ha distinguido a la administración cuatrotera es su constante ensayo y su consecuente error. Anuncian, avisan, designan, proponen, nombran, reforman, y, si no les conviene la reacción, echan para atrás la decisión, con el objetivo de hacer creer que son capaces de reconocer sus errores. Primero afirman una cosa y luego otra.
La Cámara de Diputados debe llevar a cabo una revisión exhaustiva para aclarar lo ocurrido y no dejar la explicación en “los otros datos” del presidente de la República. Porque, así como el tuerto manda en tierra de ciegos: en el país de los otros datos, el tergiversador es rey.

 

 




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Y LLEGÓ A PALACIO

“No sé yo para qué viene el vergonzoso a palacio” 
Tirso de Molina

Casi sin asomo de dudas puede decirse que el presidente López Obrador construye su ideario político y piensa muchas de sus acciones a partir de momentos claves en la Historia del país, particularmente del siglo diecinueve.
Algunas decisiones suyas hacen parecer que hacer historia implica revivirla o reescenificarla, como cuando anunció que recobraría Palacio Nacional (que por casi un siglo fue sólo la oficina presidencial) como lugar de residencia. El primer mandatario ya hacía home office antes de que todos lo lleváramos a cabo por la pandemia. 
La historia nacional puede leerse en los usos que se le han dado a Palacio: desde el violento emplazamiento colonial sobre lo que fuera la sede del gobierno prehispánico, a ser solamente la oficina del titular del Poder Ejecutivo en tiempos recientes, pasando por los presidentes que vivieron ahí durante el siglo XIX, esa centuria tan antigua, como profunda y cercana. 
Hay tanto interés en el siglo antepasado, que es como si se hicieran realidad las descripciones del palacio de “El rey burgués”, el cuento de Rubén Darío: elementos refinados, soberbios, antiquísimos y maravillosos. Como anécdota curiosa, el poeta nicaragüense no pudo llegar a la Ciudad de México, embarcado vía Veracruz, para los festejos del Centenario de la Independencia, por haber escrito un poema antiestadounidense y provocar la ira de ese gobierno. Ni un “comes y te vas” tuvo.
El rey burgués del cuento hace callar a un poeta que veladamente lo critica por su forma de actuar, precisamente por ser burgués; el líder republicano de la autonombrada “Cuarta Transformación” califica de burgueses a quienes lo critican y, para no perder la costumbre decimonónica, los llama también “conservadores”.
En la recuperación-reescenificación de figuras del pasado, se ha anunciado que el hogar del presidente tendrá nuevamente (como en el XIX) a un encargado: el Gobernador del Palacio Nacional.
El pasado 19 de febrero, López Obrador aclaró que no se trataba de un cargo político, sino que más bien se trata de que alguien ayude a mantener el edificio: “…para que la zona histórica del palacio se conserve bien, los pisos, los techos. Todo se cuida. (…) Por ejemplo, en todo lo que es la fachada de Palacio, la cantera es especial y no se puede limpiar si no hay autorización de Antropología, porque es un monumento histórico y además porque se desgasta”. 
Tal vez por eso al inquilino le molesta tanto que le pinten las paredes. Pero, de cualquier forma, hay una certeza que resulta preocupante en términos prácticos: en un país donde abunda la pobreza, es vergonzoso y contradictorio declarar que hay austeridad y se viva en un palacio. 
Hago votos para que López Obrador sea el último presidente que viva en Palacio Nacional: transformémoslo en un museo.

 

 




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EL PRECIO DEL SILENCIO

«Si el machismo ha perdurado a lo largo de los siglos

es porque los hombres hemos sido cómplices,

en muchos casos con nuestro silencio.»

Octavio Salazar, jurista y escritor


«Hace 20 años no podíamos imaginarnos que se cuestionara la idoneidad de un candidato a un escaño político por alguna conducta que pudiera sugerir violencia hacia las mujeres. Hoy… el respeto irrestricto al derecho de las mujeres a vivir una vida libre de violencia es una condición necesaria para ser un representante popular.» Así se expresó la titular de la Secretaría de Gobernación, Olga Sánchez Cordero, durante la presentación del Programa Nacional para la Igualdad entre Mujeres y Hombres 2020-2024, respecto a la cuestionada candidatura de Félix Salgado Macedonio, acusado por violación en el Estado de Guerrero.

Si bien el posicionamiento de la ministra en retiro no cambiará el curso de la historia, y mucho menos de las decisiones ya tomadas en otros espacios, lo cierto es que es impostergable no quedarse en silencio en un tema tan delicado sí, pero también tan tristemente presente en nuestra realidad. Sobre todo, si somos hombres.

La semana pasada empezó a circular una petición en redes sociales dirigida al presidente de la República con relación al tema de Salgado Macedonio: “Rompa el pacto patriarcal”. Hace un par de días, el jueves 25 de febrero, el primer mandatario se refirió con sorna al exhorto y dijo que esas son “expresiones importadas”.

En un país donde se tiene un promedio de 79 ataques sexuales diarios cometidos contra mujeres (inegi), y en el que el 2020 fue el año con más víctimas de feminicidio en México (Observatorio Nacional Ciudadano), el titular del Ejecutivo debería tomarse el asunto con más seriedad.

Es evidente, por un lado, la necesidad de que la sociedad en su conjunto camine de la mano, en unidad, contra un enemigo común: ese sistema que sostiene y mantiene una evidente desigualdad entre hombres y mujeres, caldo de cultivo para las múltiples violencias que viven las mujeres diariamente. Y, por otro lado, se hace obvia la urgente e inaplazable participación de los hombres en esa lucha.

Son muchos los espacios en los que se hace necesaria nuestra participación, necesitamos hacernos presentes en los temas que nos corresponden, y en los que nuestras opiniones y quehaceres pueden hacer la diferencia. Por citar tan solo un ejemplo: ¿entre tus conocidos o tú mismo estás en un grupo de mensajería instantánea donde acostumbran a compartir imágenes o videos de mujeres? ¿Te has preguntado por qué lo hacen? ¿Has cuestionado la finalidad, y, sobre todo, la ilegalidad de tal acto?

Porque sí, sin duda, el patriarcado no se va a desmantelar solo, se requieren de políticas públicas suficientes, de importantes intervenciones en las enseñanzas y de la pronta colaboración de los medios de comunicación, pero son las conductas diarias las que nos definen como aliados o como agresores en potencia. No hay de otra.

Apenas el pasado 18 de febrero, en la Cámara de Diputados se aprobó el dictamen que, al reformar y adicionar diversas disposiciones del Código Penal Federal, tipifica los delitos de hostigamiento y de acoso sexual en nuestro país. Abramos la conversación entre nosotros, identifiquemos lo que estamos haciendo de manera equivocada, plantemos la cara al futuro y ayudemos a construir una sociedad diferente: ese debe ser el pacto.

 

 




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NUESTRO HOGAR, NUESTRO COMPROMISO

“No hay lugar como el hogar.”


Dorothy, El mago de Oz

 

Lo que en algún momento pasó por mero y desastrado azar (el apagón del 28 de diciembre), hoy ya forma parte del creciente infortunio que se cierne sobre una compañía que un día se pretendió global y que ha dado muestras de estar en una frecuencia muy distinta a la que se precisa al adoptar políticas en sintonía con un pasado cada vez más caduco.

 

Sin embargo, en esta ocasión no ahondaremos en cuánta responsabilidad (propia o ajena) reparten desde la CFE, puesto que lo ocurrido con la serie de apagones en nuestro país, al no haber suficiente gas natural proveniente de Texas para la generación de energía eléctrica, no es sino uno de los muchos síntomas de un mal mayor.

 

Ya llegará el momento de revisar las posibles omisiones de los funcionarios a cargo de realizar las compras anualizadas del gas natural, de medir el impacto económico que esta falta de previsión ha tenido sobre diversos sectores de una ya muy golpeada industria nacional. Por ahora, es importante aprovechar este momento para reflexionar sobre otro funesto escenario que se avizora cercano.

 

Si bien la pandemia es el asunto que nos ha mantenido en situación de alarma durante los últimos meses, el cambio climático es ese mal mayor que tiene años acechando y del cual muchos personajes, de todos los ramos del conocimiento, nos han advertido del peligro inminente.

 

Hay una palabra de suma relevancia que permite comprender qué ha pasado y qué se puede hacer al respecto: planeación. Probablemente ninguna compañía energética de las décadas pasadas previó cuándo comenzarían a fallar las estructuras que desarrollaron para el abastecimiento a causa de la impredecible variación en las temperaturas.

 

En este sentido, resultan impactantes las declaraciones de Bill Gates dada la aparición de su reciente libro: Cómo evitar un desastre climático. El cofundador de Microsoft señala que el problema por el coronavirus es un asunto sencillo, si se le coloca ante la crisis ambiental que se avecina. El filántropo estadounidense hace un llamado urgente de apostar por las tecnologías que permitan la transición a las energías renovables.

 

Con el riesgo tocando la puerta es prioritario y hasta apremiante pensar qué acciones tomar con el objetivo de estabilizar o recomponer el camino para las próximas décadas.

 

De ahí la importancia de la planeación, pues no se trata de aplicar remedios momentáneos, sino de implementar estrategias perdurables que disminuyan los estragos del cambio climático de forma premeditada.

 

No hay otro lugar como el hogar y, en el caso de nuestro planeta, no tenemos alternativa.

  

 

Publicado en: Periódico Crónica versión impresa 22 de febrero de 2020



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LA OTRA PANDEMIA MEXICANA

"No importa si cruzo
calles o estoy en casa,

el monstruo que me atormenta jamás descansa,

el virus de la violencia soporta el jabón y el agua

el odio hacia las mujeres es la pandemia que más nos mata."

Llamadas de emergencia, Vivir Quintana.

 

 El 9 de febrero de este año, fue el primer aniversario luctuoso del feminicidio de Ingrid Escamilla, joven brutalmente asesinada a manos de su pareja en un departamento ubicado  en  la Alcaldía Gustavo A. Madero, Ciudad de México. Su feminicida, que hizo gala de una violencia inaudita al asesinar a la joven de 25 años, se encuentra en el Centro Varonil de Rehabilitación Psicosocial (CEVAREPS), dentro del perímetro del Reclusorio Sur. Este caso provocó una inmediata indignación social, pero no fue único de ese año.

Esta tragedia, sumada a muchas otras más, dio como resultado que el año 2020 fuera uno de los más violentos para las mujeres en México: de acuerdo con el último reporte del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP), el año pasado se registraron 220 mil 28 denuncias por violencia familiar, un promedio de 603 carpetas de investigación cada día; y un total de 689 mil 388 llamadas de emergencia al 911 por violencia familiar ­una cada 45 segundos. Si aterrizamos estos datos a la violencia que viven las mujeres en la Ciudad de México, tenemos que 3 alcaldías concentran el 40 por ciento de las agresiones: Iztapalapa, Cuauhtémoc y Gustavo A. Madero. 

Estas cifras nos deben obligar a cuestionamientos y, sobre todo, a acciones inmediatas: ¿qué podemos hacer para evitar que las mujeres de nuestro país vivan con miedo? ¿Qué debemos analizar, cambiar y mejorar en nuestras conductas, nosotros, los hombres? ¿Qué mecanismos del Estado están fallando? 

Es indudable que la pandemia ha planteado múltiples retos en todos los rincones del mundo; sin embargo, no podemos negar que atender la violencia de género en nuestro país debiera de ser un tema principal en la agenda nacional: nuestras hermanas, hijas, amigas, vecinas, día a día, están siendo silenciadas. Vivimos en un país que no quiere a sus mujeres, y eso debe de cambiar. 





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