“Llevaré conmigo las bellas flores,
los bellos cantos”.
Canto triste de Cuacuauhtzin
La “historia de bronce” es un concepto que se utiliza para referirse a la narrativa histórica promovida por el Estado, con la finalidad de inculcar el nacionalismo y lealtad al gobierno mediante la elección discrecional y falaz de los acontecimientos.
En la Ciudad de México se llevarán a cabo algo que bien podría denominarse “las conmemoraciones de bronce”, anunciadas por el Gobierno de la CDMX para rememorar 7 siglos de historia de México-Tenochtitlan; partiendo del supuesto de que Tenochtitlan se fundó en 1321, contrario a lo que describen las fuentes primarias de la historia, que mencionan el 1325 como el año de nacimiento de la urbe prehispánica. Inclusive el arqueólogo Eduardo Matos Moctezuma calificó el hecho como: “Una manera de manipular la historia”.
Otro de los intentos por ajustar la memoria nacional a la conveniencia de la 4T, con una visión polarizadora, fue tomar la decisión de cambiar de nombre a la Av. Puente de Alvarado por Calzada México-Tenochtitlan. Hay que recordar que Pedro de Alvarado fue el principal perpetrador de la matanza del Templo Mayor, pero no sólo lo hizo con los 130 hombres que tenía a su cargo, sino también con el respaldado de un número desconocido de tlaxcaltecas, texcocanos y totonacas. Hernán Cortés tampoco hubiera podido tomar Tenochtitlan sin la ayuda de 150 mil indígenas de los pueblos oprimidos por los mexicas, dado que sus 800 soldados eran insuficientes.
Asimismo, al conmemorar los 200 años de la consumación de la Independencia se podría omitir el nombre de Agustín de Iturbide en los conversatorios y coloquios. No obstante, mutilar a este personaje de la historia de México sería un acto más de censura por parte de las autoridades.
En un apartado del Plan de Iguala, Iturbide pretende conciliar y socavar los conflictos del choque entre los mundos: “¡Americanos! ¿Quién de vosotros puede decir que no desciende de español? Ved la cadena dulcísima que nos une: añadid los otros lazos de la amistad, la dependencia e intereses, la educación e idioma, y la conformidad de sentimientos, y veréis son tan estrechos y tan poderosos, que la felicidad común del Reino es necesario la hagan todos reunidos en una sola opinión y en una sola voz”.
Sin embargo, 198 años después, el actual presidente de México pide una disculpa al rey Felipe VI de España por la Conquista. Y cabe preguntar: ¿continúan pendientes las solicitudes de disculpas a los demás pueblos originarios por los agravios que también se hicieron unos a otros?, ¿no exigirá también una disculpa a Joe Biden por quitarnos la mitad del territorio en 1848 con el Tratado de Guadalupe Hidalgo?
Ojalá que el revisionismo histórico de los gobernantes en turno no quiebre los lazos de amistad entre culturas, y que no termine por enfrentarnos en dos bandos para pelear guerras del pasado.