19/2/21

NIÑEZ EN TIEMPOS DE PANDEMIA

 

"Todo lo que se les dé a los niños,

los niños lo darán a la sociedad"

Karl Menninger

 

El año 2020 será, sin duda, un año que difícilmente pasará inadvertido para la historia. En menos de 365 días, se pusieron en evidencia las profundas diferencias entre los países emergentes y el resto, un puñado de países en donde la detección, prevención y atención de las enfermedades no supone un constante debate público sino un asunto de inmediata resolución; pero también en menos de 365 días, se evidenció una realidad que cada vez resulta más difícil de ignorar.

Una de las modalidades, es lo que se conoce como pornografía infantil: producción de material en donde se video graban, audio graban, fotografían, filman, exhiben o describen a través de anuncios impresos, sistemas de cómputo, electrónicos o sucedáneos, actos sexuales o de exhibicionismo corporal, con fines sexuales, reales o simulados, a una persona menor de dieciocho años, o que no tenga la capacidad de comprender el significado del hecho.

La incidencia de este delito en nuestro país bien pudiera cuestionar el verdadero interés que se tiene por la parte más sensible de nuestra sociedad: la niñez y la infancia.

A principios de este año, la Red por los Derechos de la Infancia (REDIM), en su informe «El año de la sindemia y el abandono de la niñez en México», aseveró que en el periodo comprendido de enero a junio de 2020 hubo un incremento de 157% en las denuncias ciudadanas por pornografía infantil, en comparación con el mismo periodo de 2019. Según datos de la Guardia Nacional, el 80% de este material, se transmite a través de la red social Facebook; mientras que el Departamento de Seguridad de los Estados Unidos, ubica a nuestro país en el primer lugar mundial en la difusión de pornografía infantil. Y, ¿cuál ha sido la respuesta del gobierno mexicano, de las autoridades competentes? Además de anunciar y realizar recortes presupuestales que afectan la garantía del derecho a la salud de niñas, niños y adolescentes en al menos 16 programas, y dirigir las fuerzas y el dinero a otros proyectos que en nada benefician a la niñez, la respuesta oficial a esta problemática es, por lo menos, tibia.

Seguramente aún no tenemos frente a nosotros el impacto final que la pandemia de COVID19 tendrá en la economía y el mercado laboral, hoy por hoy, están corriendo miles de niñas y niños mientras usan una tableta o un teléfono inteligente, no solo sin la constante supervisión de una persona adulta, sino también sin la garantía legal de quien atente contra su dignidad y seguridad no quedará impune. Y eso, lamentablemente, está lejos de nuestra realidad.

 

 




Vicecoordinador del Grupo Parlamentario del PRD


Twitter: @jorgegavino
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EL MUNDO DE LAS PEQUEÑAS ACCIONES

 “El concepto de sociedad civil rehabilita masivamente las sensaciones comunitarias.”

Carlos Monsiváis

 

A riesgo de insistir, es importante motivar la reflexión en torno a las cosas que nos ha dejado la pandemia. Entre ellas habríamos de mencionar el disminuido acceso a los servicios de salud, la información (a veces veraz, pero casi siempre engañosa) sobre el “enemigo” viral, el manejo político de la pandemia.

 

Todas ellas tienen una consecuencia común: impactan a la sociedad y ésta genera una respuesta notoria. Ante la ineficiente contención de la epidemia por parte de las autoridades, un gobierno que se ha mostrado pequeño en el momento que más se le necesitaba, la gente empieza a adoptar sus propias medidas y generar sus propias reglas.

 

Hemos oído aquella antigua y recurrente expresión de “Piensa globalmente, actúa localmente”, usada más recientemente en términos de protección del medio ambiente, para llamar la atención a los pequeños esfuerzos locales que habrían de provocar secuelas favorables de mayor alcance.

 

La frase es tan misteriosamente necesaria que ha tenido una amplia recepción, puesto que incluso el ámbito de los negocios hace uso de ella: es redituable tanto en términos monetarios como ambientales.

 

Frente a un evento devastador a gran escala, es relevante observar esas pequeñas acciones hechas por las personas (no por las instituciones) que son hitos. Baste recordar los sendos terremotos de 1985 y 2017, para ver cómo apareció la solidaridad y el apoyo mutuo: retirando escombros, elaborando alimentos, facilitando las comunicaciones.

 

Sin mediación institucional, surgió la llamada “sociedad civil”, y así la trató Carlos Monsiváis, gran cronista de nuestra Ciudad; además, se volvió una seña de identidad de la sociedad mexicana. Entonces, se demostró la fuerza que puede alcanzar un grupo de individuos cuando lo más importante es el bien de la comunidad y se hacen a un lado la polarización, los intereses políticos y militancias partidistas.

 

Ante un gobierno ausente y rebasado por las circunstancias, son las pequeñas acciones de la sociedad las que pueden sacarnos de la tragedia. Una vez más.


Publicado en: Crónica 8 de febrero de 2020 versión impresa 
 





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1/2/21

TWITTER Y LOS PASOS EN LA AZOTEA

“El silencio supone un sinfín 
de complicidad.”
Pierre Filion

La semana pasada, recordábamos aquella máxima con la que Twitter intentaba regular los términos de su servicio, apercibiendo a los usuarios con la siguiente leyenda: “Usted es lo que tuitea”. 
Donald Trump dejó la presidencia de Estados Unidos enconado con Twitter. La compañía determinó suspender su cuenta por el tono y la intención de sus mensajes. Esos mismos tuits, provocaron que se promoviera el segundo juicio político en la carrera política de Trump (el cuarto en la historia de Estados Unidos).  
El presidente de México también se ha manifestado públicamente contra esta plataforma, denunciando una serie de supuestas conexiones entre el representante de Twitter en México y los adversarios a su movimiento de transformación. Luego, para no desentonar, una tríada de cuentas de simpatizantes del tabasqueño (que tenían cientos de miles de seguidores), fueron canceladas.
Desde meses anteriores, ha existido una especie de rastreo de cuentas con actividad anómala o bots (ya sea porque no tienen interacción con otros usuarios o porque replican notas y mensajes indiscriminadamente), sobre todo por ser los principales responsables de la difusión exagerada de noticias falsas en la red social.
Dicho así, suena muy natural la medida de cancelar estas cuentas. Sin embargo, a la luz de la cotidianeidad, más bien parece una cacería sin ton ni son: también se ha suspendido a usuarios cuyos mensajes, lúdicos o ficticios, se han replicado casi al infinito: por lo tanto, han sido clasificados como un supuesto riesgo para la verdad y la estabilidad.
Ello ha provocado la suspicacia de muchos. No hay que olvidar que Twitter, como ente privado, pone y dispone de la plataforma. Además, surge una interrogante mayúscula, de acuerdo con el crítico Matt Taibi: ¿Twitter se está erigiendo como un censor? 
Si la respuesta es afirmativa, habríamos de agregar otras preguntas: ¿Quién le confirió tal facultad?, ¿cuáles son las consecuencias? Paradójicamente, la gente usa Twitter para quejarse de las maniobras de censura de la propia empresa. 
Es una libertad extraña que, aunque preferible al silencio cómplice, abre paso al cuestionamiento definitivo: ¿Qué pretenden controlar?

 




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TIEMPO DE CAMBIAR

“Ser persona es rescatar la esperanza venciendo, deshaciendo, la tragedia.”

 María Zambrano


Casi cualquier acto que presenciamos es un hecho histórico, pero solamente algunos pocos son los que trascienden y dejan lecciones. En épocas anteriores no había la inmediatez y magnitud con que ahora se registran, difunden y consultan las pruebas que dan fe de los sucesos que nos conmueven o cautivan.

Por ese inmenso flujo de información, tardaremos mucho tiempo en dejar de referirnos a este momento de emergencia como la más terrible que nos haya tocado vivir, porque la dimensión histórica se funde con aquella máxima relativista en la que el hombre es la medida de todas las cosas.

Esa celebración del antropocentrismo (de lo humano como centro de todo), empieza a tornarse en peligroso egoísmo: la situación global a causa de la pandemia ha provocado las reacciones más desafortunadas y dolorosas hacia los otros, cuando debería ser al contrario.

La sensación de impotencia que se percibe a cada momento es el resultado de la cuarentena prolongada y de la excesiva cantidad de información (verdadera y terrible o falsa y angustiante) que nos llega como en un bombardeo.

Cuando alguien es captado in fraganti, desatendiendo una norma sanitaria que ya es una norma de convivencia, entonces se le hace viral y se somete a un juicio sumario por la inconsciencia de sus actos, convirtiéndose en una #Lady o un #Lord, según sea el caso: son personajes conocidos por sus ínfulas de superioridad autoconcedida.

Estos casos no hacen sino quebrantar la calma que pueda existir, además de que fragmentan el deseo del único antídoto disponible para mejorar la situación actual: la unidad de la sociedad. De este modo, queda evidenciado el poco interés que existe en el bienestar de los otros, sin importar lo cercanos que sean.

Sin ir más lejos, bastó con la noticia de que el Presidente de la República se contagió de COVID-19 para que miles de personas, escondidas en sus perfiles de redes sociales, se manifestaran de una manera reprobable, pero muy en consonancia con la falta de escrúpulos y empatía de los personajes virales, las tan vapuleadas Ladies y zarandeados Lords.

Por otro lado, queda expuesta (una vez más) la fallida estrategia de un Gobierno Federal completamente rebasado por la pandemia. ¿Vacunar al Jefe de Estado y al Gabinete Presidencial, los servidores públicos con mayor poder de decisión en nuestro país, no es cuestión de seguridad nacional?, ¿el Gobierno de México no se asume a sí mismo como tal?

Pensemos cuán grave sería continuar con ese camino y esas actitudes en este 2021. Lo será aún más si, de cara a las elecciones de este verano, los partidos políticos continúan con esas campañas beligerantes que fomentan la rabia y el rencor.

Se trata de encontrar una tregua. Encontrar, en medio del dolor, aquello que nos dé humanidad. Para ello la política mexicana debe dar un paso crucial: dejar atrás esas prácticas que se aprovechan de la polarización y la convierten en la base de un discurso electorero.

La situación amerita que tomemos decisiones informados. Que las campañas se articulen con base en ideas nítidas, concretas, no en meros adornos de la retórica en curso.

En otras palabras: es tiempo de cambiar y rescatar la esperanza en un mejor futuro, sólo así se vence a la tragedia.

 




Vicecoordinador del Grupo Parlamentario del PRD


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