20/8/12

LA MUTILACIÓN GENITAL FEMENINA

Jorge Gaviño Ambriz.

“El placer pasivo no es placer en absoluto”.
Arthur Adamov


Pese a que mucho se conoce sobre la circuncisión masculina, poco se habla de la ablación de clítoris o mutilación genital femenina (MGF). Aunque no existen datos específicos sobre el inicio de esta antigua práctica, se sabe que comenzó en Egipto y se extendió al resto del continente africano, concentrándose en la zona centro. Sin embargo, la práctica de la MGF no se limita a países africanos, sino que también está presente en Europa, Asia y América.

La MGF consiste en la eliminación de los genitales externos (labios vaginales, clítoris y vestíbulo) con la finalidad de evitar el placer sexual en la mujer, orillarla a ser virgen hasta el matrimonio, evitar la promiscuidad de su cuerpo, garantizar la fidelidad hacia su esposo y la procreación únicamente con él.

Este ritual realizado principalmente en países como Kenia, Sudán, Etiopía y Senegal, le permite al esposo tener control sobre el cuerpo de su compañera. Asimismo, una vagina cerrada “garantiza” a los hombres experimentar más placer sexual, mientras que este derecho no está considerado para ellas.  

A su vez, en estos países es común que los hombres “compren” a las mujeres para tomarlas como esposas, en el caso de  un matrimonio entre una niña y un hombre mayor la mutilación es la “dote” (herencia) que la esposa debe entregar a su hombre,  ésta no puede negarse porque cuando la compraron como compañera compraron también su virginidad y los derechos sobre su cuerpo.

Las mutilaciones realizadas en pueblos o tribus africanas no son consideradas como tales, sino celebradas con danzas y fiestas que pueden durar días. A las mujeres se les inculca desde pequeñas que de no circuncidarse no serán mujeres y piensan que esta práctica representa el paso hacia la madurez.

En la mutilación participan familiares de la persona a circuncidar, mujeres mayores e incluso hombres, quienes utilizan como herramientas pedazos de vidrio, navajas de afeitar, cuchillos de cocina o espinas para cortar el clítoris, los labios mayores y poder coser la entrada de la vagina.

Durante la operación, no se utiliza ningún tipo de anestesia, en el caso de la tribu de los kikuyu en Kenia, las mujeres se sumergen en el río durante varios minutos con la idea de que el agua fría entumirá su parte íntima y esto minimizará el dolor al momento de la circuncisión.

Las condiciones de higiene, no son las  más adecuadas, dado que la operación llega a realizarse a cielo abierto sobre un árbol, una roca, en la tierra, en una cabaña o a la orilla del río; lo que ha originado que las mujeres mueran desangradas, por alguna infección o algún colapso neurogénico, es decir, debido al intenso dolor.

Se estima que a nivel mundial hay una mujer mutilada cada 11 segundos, 140 millones son sometidas a diferentes tipos de ablación, diariamente fallecen 6 mil niñas durante esta práctica y a lo largo de la historia se han circuncidado a 92.5 millones de mujeres.

No es posible que en pleno siglo XXI en el que el ser humano está enviando expediciones a otros planetas y sondas espaciales, existan lugares que viven como en el Medievo, en los que la mujer no tiene derecho a decidir sobre su propio cuerpo, sexualidad y reproducción. 


Twitter: @jorgegavino


Publicado en el Sol de México el 20 de agosto del 2012

13/8/12

“LOS MUXES”

Jorge Gaviño Ambriz

“Creo que la esencia de la vida consiste en ser fiel a lo que uno cree su destino”
Ernesto Sábato

El Istmo de Tehuantepec, un paraíso tropical, se localiza al sureste del majestuoso estado de Oaxaca y a su vez es considerado “la parte más angosta de la República Mexicana”. Juchitán, “un pueblo mágico situado en el corazón del Istmo”, ha sabido desarrollar un sistema social donde tanto mujeres como hombres se desenvuelven en un ambiente de tolerancia y respeto.

Ahí, las mujeres son tratadas como reinas, por lo que se le atribuye el calificativo de “el lugar donde reinan las mujeres”, quizás éste sea al matriarcado más representativo de Oaxaca y del país. A su vez, es cuna de donde emergen unos seres que se atreven a soñar, romper las reglas y a descubrirse sin miedo a ser rechazados: “los muxes”.

“Muxe” es una palabra zapoteca que significa “homosexual”. Son hombres que desde pequeños se descubren a si mismos como más femeninos que masculinos. Saben que gracias al sistema ancestral característico de la región, ser homosexual es visto como una diversidad más del género humano, por lo que se saben aceptados, respetados y queridos por sus familias y por la misma sociedad.

Ser muxe, está ligado a la idea de la “Divinidad Bisexual Andrógena” o bien al “Mito de la Androginia Divina”, una forma antigua de la bi-unidad divina, del pensamiento mítico y religioso. La bisexualidad, en este caso, es entendida como la virtud de que algo único es diferente y tiene doble representatividad: Lo femenino y masculino.

Esta creencia también se asemeja a la leyenda de Hermafrodito, hijo de Hermes y Afrodita quien en un día caluroso buscó refrescarse en un lago en el que vivía Salmacis, una joven que se enamoró perdidamente de él y trató de seducirlo sin resultados. Salmacis lo abrazó perdidamente implorando a los dioses que nunca los separan, quienes al oír su petición fundieron ambos cuerpos creando un ser de doble sexo.

Los muxes desempeñan un papel fundamental en la sociedad juchiteca, cumplen funciones que abarcan el mantenimiento del hogar y cuidado de los padres de edad avanzada hasta el día de su fallecimiento. Las madres de familia, consideran una bendición tener un muxe en casa porque esto les garantiza su sustento y compañía hasta sus últimos días, dado que la gran mayoría no se casa.

Si los muxes lo desean, pueden vestirse con el traje típico de la región: “traje de tehuana”, el cual está compuesto de dos piezas, una blusa llamada “huipil” y una falda, ambas generalmente de satín o terciopelo y con bordados de coloridas flores.

En el Istmo, el respeto es la base de las relaciones “muxe-sociedad”, no sólo por ser considerados seres casi-divinos sino por el espíritu trabajador y tenaz que los caracteriza. Esto reta a imaginarios sociales y creencias religiosas, no sólo se trata de la aceptación del ser homosexual, sino del respecto de la otredad, lo que es diferente a lo propio. Asimismo, nos lleva a la valoración de toda la creación (hombres, mujeres, homosexuales) por igual.

Hoy día algunos muxes han optado por emigrar a la ciudad de Oaxaca o a la Ciudad de  México buscando probar suerte y demostrar de lo que son capaces de hacer como trabajadores y profesionistas. Esto también les permite demostrar que la convivencia sin juzgar a los demás por ser diferentes o tener gustos diferentes, es posible.

Twitter: @jorgegavino



Publicado en el Sol de México el lunes 30 de Julio del 2012

RICHARD WAGNER

Jorge Gaviño Ambriz.

“El genio se compone del dos por
ciento de talento y del 98 por ciento
de perseverante aplicación”. 
Ludwing Van Beethoven.


Wilhelm Richard Wagner, mejor conocido como “Richard Wagner, el poeta de los sonidos y de las palabras”, fue un compositor, director de orquesta, poeta y teórico musical que nació en Leipzig, Reino de Sajonia, en 1813. Su infancia, fue influenciada por su padrastro Ludwig Geyer, actor, pintor y poeta que sembró en el pequeño su temprano entusiasmo por las manifestaciones artísticas.

Sus primeras óperas  como “Las hadas” y “La prohibición de amar”, mostraban su adhesión a Weber, Marschner, Bellini, Meyerbeer, pero no revelaban nada de lo que caracterizaría al futuro compositor. En 1839 y a la edad de 26 años, con “Rienzi” se lanzó a la conquista de Paris abandonando las filas de los kapellmeister (directores de orquesta).

“Rienzí” se basó en la novela de Bulwer-Lytton que narra la historia de Cola di Rienzi, un tribuno romano que en 1347 convocó a su pueblo en el Capitolio y con el apoyo de un representante papal, promulgó una serie de leyes que pretendían devolver el tan añorado sueño de la antigua Roma: “el orgullo del pueblo romano”.

Un rasgo característico de la vida de Wagner fue el desprecio que sentía por los judíos, a quienes dedicó su estudio “El judaísmo en la música” y en el que manifestaba: “Si al judío le sucede elevar el tono de su discurso hasta el canto, su animación nos parece ridícula, y como nunca toma el acento de una pasión susceptible de emocionarnos, se nos convierte en insoportable”.

Esta opinión de 1850, quizás tuvo relación con la atracción que Adolfo Hitler sentía por su música, pues a los 17 años quedó fascinado con “Rienzi” al verla y escucharla por primera vez. Se identificó con el tribuno romano elegido por la Providencia para hacer resurgir de nuevo la ciudad de Roma y consideraba que gracias a “Rienzi” descubrió su vocación política.

“Parsifal” fue el último drama musical de Wagner, se estrenó en 1882 poco antes de su muerte. En él se narra un pasaje de la historia mítica del Santo Grial, custodiado por caballeros castos en la montaña Monsalvat, en los Pirineos. Amfortas, líder de los Caballeros del Santo grial, buscaba destruir a Klingstor, un antiguo caballero que quería apoderarse del cáliz utilizado por Jesús en la última cena.  

Influenciado por esta ópera, Hitler solicitó a Heinrich Himmler, su colaborador más cercano y jefe de la Policía Secreta nazi, que organizase una misión a la abadía de Montserrat en Barcelona, donde pensaba encontrar el Santo Grial. Creía que con su descubrimiento ganaría la Segunda Guerra Mundial y podría obtener poderes sobrenaturales. El hecho de que Jesucristo fuese judío y el odio de los nazis a este grupo, llevó a Hitler a creer que “el mesías” era ario.

La grandeza de la música de Wagner, su antisemitismo  y su fuerte identidad alemana, lo hicieron un compositor atractivo para Adolfo Hitler y los nazis. Lo anterior ha originado que, terminada la segunda Gran Guerra, su obra no fuese atractiva. 

Sin embargo, no podemos negar que grandes corrientes musicales, desde el expresionismo hasta el impresionismo encuentran en Wagner su verdadero origen. En el empleo de acordes que producen una sensación de inestabilidad o ambigüedad, en el enlace de ideas en términos poético-musicales y en el drama musical que trata las emociones internas de los personajes. 

Twitter @jorgegavino

Publicado en el Sol de México el lunes 6 de agosto del 2012

EL MITOTE DEL MEXICANO

Jorge Gaviño Ambríz.


La lluvia moja las manchas del leopardo,
 pero no se las quita”.
Proverbio africano.


La idea racista de que un negro en el trabajo tenía un rendimiento superior a cuatro indígenas y a dieciséis  blancos, fue suficiente para que en México se cimentara la esclavitud.

Sin embargo, debido a que la historia la escriben quienes ganan las batallas, durante mucho tiempo se negó la influencia de las raíces africanas en los mexicanos, esto como resultado que durante el periodo de esclavitud las personas de tez negra no eran dueños de si mismos ni de su trabajo.

México es uno de los países latinoamericanos al cual más africanos llegaron, pero a diferencia de países como Brasil o Cuba, el arribo al territorio mexicano fue temprano. Se considera que llegaron alrededor de 250 mil africanos; sin embargo, esta cantidad no toma en cuenta las cifras del contrabando de esclavos con la cual la cantidad total de africanos que arribaron puede ascender a 800 mil alrededor del siglo XVII.

Por lo tanto, una población como la negra y cercana al millón produjo un mestizaje más fuerte del lado indígena; y aunque en la sociedad colonial se estableció un sistema de castas de acuerdo a la intensidad del color de la piel, se diluyó el fenotipo negro, más no la herencia biológica y cultural.

La población de origen africano fue demográficamente mayor que la española, se estima que existieron 10 africanos por cada español, aunque no se superaba a la indígena.

Más tarde, con la Independencia de México, salieron beneficiados los africanos residentes en el país porque hay una conveniencia en ser mexicano al ya no existir más prohibiciones conforme al color de la piel o filiación étnica y racial.

A pesar de que la influencia cultural africana es más visible en Brasil o Cuba, en nuestro caso lo africano está presente en la idiosincrasia del mexicano, al grado que “lo indígena se africanizó y lo africano se indianizó”.

La herencia africana está integrada en lo que somos actualmente los mexicanos y los rasgos más evidentes de ello son la actitud ante la vida, la explosividad de las masas, por ejemplo: al asistir a un mitin político, al jalar la vestimenta de un representante religioso al verlo pasar, al mirar a un artista, porque el indígena no era estruendoso y el español tenía una manera diferente de manifestarse.

Asimismo, el gusto por las frituras, principalmente en las costas del país y en estados como Oaxaca, Guerrero y Veracruz; el gusto por los colores y la denominada “putería del cuerpo”, el disfrute de los ojos al ver, de los pies al golpear el suelo, del cuerpo al moverse, el erotismo, el sentido de la fiesta, el gusto por el ritmo y el baile acompañado de tocar instrumentos como tambores y botes, en fin lo que de acuerdo a la literatura popular se llama “el mitote del mexicano”.

Aunque no existen muchos estudios de la influencia africana en México principalmente porque la antropología mexicana se centró en poblaciones indígenas y porque los africanos o negros no dejaron una obra física visible, no debemos olvidar que fue su mano de obra la que construyó caminos y puentes; que fue su presencia la que transformó la convivencia con los niños, al ser las mujeres africanas las nanas de los hijos de españoles; que fue su personalidad la que se integró a la de los mexicanos, a nuestros usos y costumbres. La cultura africana es por lo tanto nuestra tercera raíz.
Twitter @jorgegavino

publicado en el Sol de México el lunes 13 de Agosto del 2012