“Donde todo el mundo opina,
no hay orden ni disciplina.”
Anónimo
La semana pasada, un grupo de diputados
del Congreso de la Ciudad de México recorrimos las obras de lo que será
el nuevo Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles en Santa Lucía, Estado
de México. Antes que nada, es importante resaltar el trabajo del
ejército. Las Fuerzas Armadas recibieron una instrucción por parte de su
Comandante Supremo (construir un aeropuerto civil “seguro, moderno y
funcional”) que están siguiendo con el profesionalismo y lealtad
institucional esperadas.
Por otra parte, también quedó claro que
existen problemas bastante complejos que aún quedan pendientes. Para
muestra, algunos ejemplos:
1. Hace falta un buen proyecto de
movilidad. Los planes que nos fueron presentados en este sentido son
insuficientes: una vía rápida libre para los automóviles (que poco
servirá si consideramos el severo problema de congestionamiento
vehicular de la Zona Metropolitana) y —la apuesta fuerte— una estación
del Tren Suburbano”Buenavista-Santa Lucía” que no tiene mucho sentido
tomando en cuenta que la mayoría de los usuarios del aeropuerto viven en
el poniente de la ciudad.
2. Preocupa que los estudios de
aeronavegabilidad y operaciones simultáneas tengan un avance que no
llega ni al 50%. Estos estudios son fundamentales y, de resultar
negativos, ponen en riesgo la viabilidad del propio aeropuerto en su
conjunto.
3. A diferencia de lo que se había
planteado en un principio, en realidad no se trata de un sistema
integral aeroportuario: uno de los principales argumentos para construir
un aeropuerto pequeño en lugar de un gran “Centro de Conexiones” (o hubb
en inglés), ha sido —en pocas palabras— que “tres aeropuertos son mejor
que uno” y que así funciona en muchas ciudades del mundo.
Sin embargo, en el caso que nos ocupa
hay un problema casi filosófico: los tres aeropuertos estarán
compitiendo entre sí, en lugar de trabajar en conjunto. Funcionarán de
forma independiente, compartiendo el espacio aéreo pero intentando
llevar tanta “agua a su molino” como les sea posible.
El resultado será que, un pasajero que
no tenga su destino final en la Ciudad de México, tendrá que trasladarse
47 kilómetros de un aeropuerto a otro para tomar su vuelo de conexión.
Según el proyecto, este recorrido podrá realizarse en dos horas.
A todo esto me permito añadir una
conclusión: desde un punto de vista técnico el Felipe Ángeles será un
muy buen aeropuerto, bien construido y con una ingeniería sólida...
Pero, si los tres problemas enlistados no son resueltos cabalmente, será
igual de útil que un castillo de arena en el desierto.
Publicado en: https://www.cronica.com.mx/notas-santa_lucia_ordenes_son_ordenes-1143024-2020
Twitter: @jorgegavino
Facebook: JorgeGavinoOficial
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