“De pronto, nuestros niños se habían convertido en pequeños monstruos.” Michael Moore
Como
si se tratara de una reseña de Terry Eagleton en su libro “Sobre el
Mal”, el pasado viernes 10 de enero la tragedia invadió de pronto las
noticias y comunicaciones privadas de aquella mañana.
En Torreón, Coahuila, dentro de un colegio privado, un niño de apenas
11 años disparó nueve tiros utilizando dos armas, una de ellas de uso
exclusivo del ejército. El resultado: una maestra muerta, las balas
alcanzan y hieren a seis personas más e inmediatamente después, el
pequeño agresor se suicida.
De inicio, se dijo que el
niño intentaba traer a la realidad las escenas de un videojuego, por la
vestimenta que decidió utilizar -que también resultó ser igual a la de
uno de los autores del tiroteo escolar de 1999 en Columbine, Colorado-.
¿Casualidad o causalidad?
Tras el
paso de las investigaciones, sabemos que el niño vivía en un entorno
familiar complejo, estaba bajo la tutela de sus abuelos, había perdido a
su madre recientemente y tenía poco contacto con el padre. Las armas
las tomó de su propia casa y, a su corta edad, sabía cómo utilizarlas.
¿Qué
lleva a un niño a hacer algo así? ¿Qué y quiénes influyen en su
desarrollo? ¿Qué estamos haciendo para evitarlo? Tenemos ya un
antecedente escolar en Nuevo León en 2017, pero lo más grave se
encuentra en las calles.
Para la Oficina de Derechos Humanos de la
ONU, la disponibilidad de armas es un factor de riesgo que permite
fácilmente conectar impulsos violentos con acciones que resultan en
muerte. En este caso fueron armas de fuego ilegales, sin embargo, el
porte legal no las hace menos peligrosas si se encuentran al alcance de
los niños.
“Mochila Segura” o alguna revisión similar
parece ser la opción para las autoridades, sin embargo, la ONU lo
rechaza al considerarlo violatorio de la intimidad de niños y jóvenes
pues los criminaliza.
Lo cierto es que hoy estamos conmovidos
frente a las consecuencias del entorno violento en el que vivimos y que
está alcanzando dimensiones inesperadas. No podemos cruzar los brazos.
Este
es el momento para rediseñar un Programa de Prevención al Delito y la
Violencia entre los tres órdenes de gobierno y la sociedad civil. Es
hora de construir y dialogar con apertura, todos, para evitar que hechos
como éstos se repitan.
¿Quién se suma?
Nota: Permisos
para portación de armas en Coahuila incrementaron 900% en el primer
semestre de 2019 en comparación con 2018 del mismo período.
https://www.elsoldemexico.com.mx/analisis/violencia-inesperada-4715610.html
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