Jorge Gaviño Ambriz
“¡Matadlos a todos, Dios reconocerá a los suyos!”
Fue célebre la matanza de los cátaros, quienes no tuvieron más pecado que ser una sociedad pacífica medieval. En el s. XIII Béziers, Francia, considerada hereje por vivir en ella practicantes de una religión denominada “pura”, con fundamentos cristianos, alejada de la ortodoxia y dogmas católicos. Tras el sitio de la ciudad, por parte de los cruzados, fue tomada por el jefe cruzado Arnaud-Amaury, ordenando a sus soldados masacrar a todos los cátaros; cuando los oficiales preguntaron cómo diferenciar a los católicos de los herejes, contestó "Matadlos a todos, Dios reconocerá a los suyos".
Los cátaros enfrentaron al poder papal. Los quisieron conducir al “redil” mediante debates con monjes cistercienses enviados al efecto por el Papa Inocencio III, al no conseguir su conversión, se instruyó a la Inquisición; tampoco “los perros de Dios”, como se conocía a los inquisidores dominicos tuvieron éxito.
Muchos de los católicos y cristianos de hoy se convertirían al catarismo: basaba sus principios en el dualismo, entendiendo que el origen se debía a dos fuerzas creadoras: el bien y el mal; Dios y el Demiurgo, el primero creador de los espíritus y todo lo bueno, el segundo malo y creador de lo material. Lo material está en manos del perverso y por ende siniestro. El alma es pura, aprisionada en un cuerpo; el espíritu libre encadenado en una cárcel, cuerpo indigno del ser humano; sabían que no existe el infierno, el infierno está en la tierra, es la materia que se corrompe y pudre, es vejez y padecimiento; mientras que el alma es eterna. Encarnarse significaba purificarse después de un tiempo de dolor; Cristo para los cátaros es un maestro, pero no Dios. No creían en la resurrección, sino en la reencarnación; el que muere se libera, como el gusano que se metamorfosea en mariposa que vuela. La Iglesia católica era un templo diabólico de culto material, no veneraban reliquias, la cruz era un símbolo de tortura, rechazaron los sacramentos por ser representación del trabajo del Demonio y del mal; los iniciados son puros, liberados a través de la castidad, ni imágenes, ni templos, ni sacramentos, ni buitres religiosos, ni vampiros de la fe. Después de leer lo anterior se explica por qué tuvieron que exterminarlos, sólo la muerte lograba asegurar que no proliferara la herejía.
Imaginemos un diálogo en el s. XXI, entre un padre de familia católico y un niño sagaz -¿Oye papá, qué significa omnipresente?, -Que está presente a la vez en todas partes, atributo sólo de Dios; -¿y entonces, por qué tienes que ir a la iglesia a rezar?, ¿por qué no puede hacerse desde casa?; -Buen punto, pero es mejor hacerlo en grupo; -Pero entonces, ¿por qué Cristo rezaba en soledad?; -¡No lo sé!; -¿Qué significa omnisapiente? –Es aquel que lo sabe todo como sólo Dios; -Pero entonces ¿por qué tenemos que confesarnos si Dios ya sabe qué pecamos y por qué tenemos que decir si nos arrepentimos, si sólo Él sabe si ya lo hicimos?... –¡Ya bájate del coche!, ¡se te hace tarde para el colegio!, ¡Hereje!...
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