“El mexicano tiene muchas
burlas a cuestas.”
Jorge Ibargüengoitia
Son incontables las formas en que los problemas se nos manifiestan: incluso son a veces ineludibles. En los últimos años, un sinfín de circunstancias económicas y hasta tecnológicas han provocado que las estafas aumenten peligrosamente su recurrencia.
Antes de continuar tengo que asegurarme de dejar una cosa en claro: Ernestina Godoy, titular de la Fiscalía de la Ciudad de México, es una persona capaz, servidora pública bienintencionada, que pone su esfuerzo y dedicación para sacar adelante los problemas que aquejan a nuestra capital. Sin embargo, hay temas que parecen no avanzar: tal es el caso de los fraudes y las esquilmaciones.
Desafortunadamente los métodos varían: una llamada, un correo o un anuncio en redes pueden llevar a quien lo reciba a comprometer su estabilidad emocional y financiera.
Los defraudadores financieros no son precisamente recientes, además sus “técnicas” parecen ir evolucionando con tal de evadir a quienes osen investigar. Se han vuelto un dolor de cabeza para las autoridades, pero más aún para las personas que por apuros económicos ven en esos créditos y préstamos la solución aparentemente inmediata a sus problemas.
El asunto es grave y sus consecuencias legales muy difusas: se sabe que, desde hace casi tres años, hay “empresas” que ofrecen créditos donde la o el solicitante debe dejar su auto y los papeles del mismo en garantía, previa firma de un contrato mercantil (para cuadrar bien el fraude). Les piden que dejen el vehículo para un avalúo (para lo cual “debe esperar unas horas”), así como un depósito en efectivo para iniciar el proceso.
Las horas pasan, los problemas se ensanchan. La gente regresa esperanzada por obtener el dinero del préstamo y se encuentra con la desolación: el auto no vuelve. Luego, para que recuperen el coche, se les exige que se paguen miles y miles de pesos para que puedan recuperar el auto.
Es decir, la gente que busca un préstamo termina con una deuda mayúscula y, a veces, irresoluble. Los responsables están plenamente identificados, al igual que su ubicación y modus operandi. Son ya más de 50 casos cuyas víctimas han presentado las denuncias correspondientes y han solicitado orientación para la búsqueda de justicia. Desde noviembre de 2019 hay varias carpetas de investigación abiertas en la Fiscalía Especializada en Delitos Financieros de la Ciudad de México. Año y medio y la respuesta sigue siendo la misma: “tengan paciencia”. ¿Sería necesario esperar otros 24 meses para ver resultados?
La delincuencia organizada avanza, esquiva y salta, en tanto que la justicia va lenta y para nada segura. En cambio, los afectados tienen penas y deudas a cuestas, como decía Jorge Ibargüengoitia.
Son tiempos difíciles, las aves de rapiña buscan sacar provecho.
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