Reflexiones en el tiempo

26/11/20

CRÓNICA DE UN NOMBRAMIENTO ANUNCIADO

 “...Yo me postulé solito. Desde que vi la Constitución (...) dije: —El Instituto y esta Constitución permiten hacer cosas que los planificadores hemos esperado toda nuestra vida—...”

 

Estas fueron las palabras con las que, el 6 de noviembre de este año, el Mtro. Pablo Benlliure (candidato a dirigir el Instituto de Planeación Democrática y Prospectiva capitalino), respondía a una de mis preguntas sobre la autonomía de su postulación.

El proceso para definir dicho nombramiento no es sencillo, pero podemos intentar simplificarlo en cinco etapas que vienen estipuladas en la Constitución local y en la Ley del Sistema de Planeación del Desarrollo de la ciudad.

Lo primero es integrar el Comité de Selección. Para esto, la Jefa de Gobierno tiene que hacer una lista de diez personas expertas en la materia y remitirla al Congreso.

De esas diez personas, el Congreso debe designar a cinco para conformar el Comité.

En tercer lugar, el Comité de Selección envía una terna al Congreso para que de ahí se elija a la persona que ocupará la Dirección General.

En la cuarta etapa del proceso, la Comisión de Normatividad, Estudios y Prácticas Parlamentarias hizo una evaluación de los tres candidatos y, el viernes 13 de noviembre, elaboró un dictamen con una propuesta final.

Finalmente, ese dictamen deberá ser aprobado por la mayoría calificada del Congreso (es decir, por 44 de los 66 legisladores que componen la Soberanía) y, de no alcanzar los votos, el Comité de Selección deberá enviar una nueva terna.

Hasta ahí todo se ve muy democrático. Este complejo aparato fue diseñado para garantizar que la persona titular del Instituto de Planeación, goce de plena autonomía.

Sin embargo, en la práctica esto no ocurrió así. Los que estuvimos involucrados en el proceso legislativo, pudimos darnos cuenta de quién iba a ser el elegido, incluso antes de que el Comité de Selección fuera integrado (si usted tiene curiosidad, puede constatarlo en un tuit que subí el 18 de septiembre del año en curso donde viene mi vaticinio).

En primer lugar, la evaluación fue una burla. Se trató de una somera calificación (del 1 al 10), de la “probidad” y la “solvencia” académica y profesional de los candidatos.

¿Usted conoce un “probidómetro”?, la probidad no se puede medir en una escala numérica: se es probo o no.

¿Por qué construir toda una simulación?, ¿por qué no simplemente cambiar el proceso para que la Jefa de Gobierno pudiera nombrar a quien ella considerara idóneo para el puesto?

Al final hasta la terna desapareció. Cuando los otros dos candidatos vieron que ni Demóstenes, con toda su elocuencia, podría cambiar la mente de la mayoría de los integrantes de la Comisión, decidieron pedir que sus nombres fueran retirados del Acuerdo acusando: “...una violación sistemática al proceso parlamentario”.

No parece legítimo pisotear así el espíritu de nuestra Constitución, para que se cumpliera sin tropiezos un nombramiento tan anunciado.

 

 



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9/11/20

INTERJET: SERVICIO PÚBLICO

 

“Viendo Pilato que nada adelantaba, sino que se hacía más alboroto, tomó agua y se lavó las manos delante del pueblo...”

Mateo 27:24


El 11 de marzo del año en curso, la Organización Mundial de la Salud tomó la determinación de declarar al COVID-19 como una pandemia.

A partir de ese momento, cada país empezó a tomar distintas medidas, con el fin de mitigar la propagación de este nuevo virus en sus territorios, incluyendo cierre de aeropuertos, hoteles y otras actividades relacionadas a la industria turística.

Esto llevó a que diversas aerolíneas tuvieran que cancelar o suspender vuelos para los que mucha gente ya había comprado boletos.

En el caso de Interjet, en lugar de ofrecer un reembolso económico a los pasajeros afectados por las cancelaciones, implementó un sistema de “vouchers” o “vales” electrónicos con vigencia de un año que, supuestamente, son canjeables por vuelos y que al ser la única opción, los viajeros se ven obligados a aceptar.

El problema con este mecanismo, tal como al día de hoy lo han denunciado miles de usuarios, es que la empresa sigue cancelando un gran número de vuelos por lo cual no es posible hacer uso de los vales (tan solo el pasado fin de semana Interjet suspendió casi 50 vuelos, afectando a más de 3 mil pasajeros). Así mismo, hay rutas que la aerolínea ya no brinda, por lo que los vouchers quedan inutilizables.

Durante meses, las personas que enfrentan esta situación se han quejado públicamente de la falta de acompañamiento por parte de las autoridades, como si fuera un asunto que correspondiera únicamente a la aerolínea y los pasajeros.

El 3 de noviembre, el tema llegó a la conferencia matutina del presidente. Ahí, Ricardo Sheffield, titular de la PROFECO, anunció que ese mismo día se emitiría una alerta para que los consumidores supieran del riesgo de establecer relaciones comerciales con Interjet.

Un día antes, el 2 de noviembre, Sheffield dio una entrevista donde declaró que la aerolínea: “Está engañando al público, dijeron que eran por otros motivos las cancelaciones de los vuelos del fin de semana y era porque no tenían para pagar el combustible. Es una empresa que está al borde de la quiebra.”

¿Al borde de la quiebra?, ¿sin dinero para pagar la turbosina?, ¿y nada más van a emitir una alerta?, ¿por qué la acción tibia y tardía?

El Gobierno de México parece haber olvidado que Interjet no es cualquier empresa: es una concesionaria del gobierno y, como tal, la propia autoridad es corresponsable de los daños y perjuicios que se ocasione a los usuarios.

Una “concesión” es un servicio público que el Estado brinda a través de un particular, pero esto no significa la renuncia o abandono por parte de la autoridad a las tareas concesionadas.

Al contrario: la concesión de un servicio público implica la subordinación del concesionario al control, la vigilancia y rendición de cuentas de la administración pública.

El Estado debe garantizar que una concesión se preste de manera adecuada, debe asegurarse que el servicio sea económico, continuo, eficiente y eficaz. Si esto no ocurre, puede retirar la concesión.

En lo que se refiere a Interjet, el gobierno federal, a través de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes, ya tuvo que haber intervenido para evitar que se lesione económicamente a los usuarios. Hace tiempo se debió de haber dado un “ultimátum” a esta aerolínea para que preste el servicio en los términos de la concesión.

Ahora sabemos que, incluso, hay un problema laboral, trabajadores que reclaman hasta dos meses de sueldo. Mientras tanto, la aerolínea sigue vendiendo boletos y la gente afectada sigue esperando que les devuelvan su dinero.

¿Cuándo intervendrán con mayor determinación las autoridades?, ¿intervendrán o, como Pilato, estarán esperando el momento adecuado para lavarse las manos?

 

 



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3/11/20

DÍAS DE MUERTOS

“Contemplar la luz es para los mortales la cosa más dulce...”
Eurípides
 

Cada año los mexicanos dedicamos el último día de octubre y los dos primeros de noviembre a conmemorar a nuestros muertos, siguiendo una tradición prehispánica que data de más de 3 mil años.
Se trata de un ritual que nos distingue de otras culturas por ser más una celebración o festejo, que una jornada solemne y triste. En esta época del año las almas vagan entre los vivos para visitar a sus allegados supérstites. Es una metempsicosis inversa, donde los espíritus regresan a disfrutar de sus ofrendas. 
El 2020 es diferente porque, además de los espíritus, la muerte también camina entre nosotros y nos obliga a permanecer en nuestras casas. Este año los panteones están cerrados por razones sanitarias y la celebración ha dado paso a un luto nacional de tres días, en memoria de las decenas de miles de personas que han fallecido a causa de la peste funesta.
El conteo diario de defunciones, el constante sonido de ambulancias, el monitoreo de la capacidad hospitalaria, los negocios cerrados, los lugares abiertos pero a la vez vacíos, los rostros cubiertos, han convertido al presente en una especie de lugar intermedio entre el mundo de los vivos (ese que se quedó antes de la pandemia) y el de los muertos.
Algo similar a lo que describe Homero, contemporáneo mediterráneo de nuestros ancestros mesoamericanos, cuando Ulises llega a los confines del Océano, a la ciudad de los Cimerios, para evocar a los muertos con sacrificios y libaciones y así poder hablar con el alma de Tiresias, el adivino ciego, que habrá de decirle cómo retornar a Ítaca (en este caso, son los fallecidos los que ayudan a regresar a casa a los vivos).
A diferencia de lo que ocurre en nuestras tierras, cuando Ulises hace el ritual y ve salir del Érebo las almas de los fallecidos (“mujeres jóvenes, mancebos, ancianos que en otro tiempo padecieron muchos males”), siente terror.
“¿Por qué, oh infeliz, has dejado la luz del sol y vienes á ver á los muertos y esta región desapacible?”, pregunta Tiresias y le pide a Ulises que lo deje beber de la ofrenda, “para que te revele la verdad de lo que quieras”.
Una vez proferidos los oráculos, el ciego adivino se despide y Ulises aprovecha para hablar con el alma de su difunta madre. El hijo intenta abrazarla pero ella se le escapa como una sombra.
Él le pregunta por qué huye cuando se le acerca, a lo que ella contesta: “...esta es la condición de los mortales cuando fallecen: los nervios ya no mantienen unidos la carne y los huesos (...); y el alma se va volando, como un sueño.”
Como un sueño: así la vida y, también, la muerte.
En el camposanto, todas las cruces sobre lápidas frías se estremecen con recuerdos de los que viven aún. El hijo recuerda al padre, no se encuentra en el hogar; el niño piensa en la madre que ya en la tierra no está...

 



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LOS 545 ULISES

“Incluso los dioses inmortales respetan al hombre que llega errante.”

Homero

El pasado 22 de octubre el New York Times (un periódico que el gobierno en turno ha señalado como “conservador”) publicó, en un pequeño recuadro de su primera plana, una noticia firmada por Caitlin Dickerson que resume en su encabezado una gran parte de la tragedia que viven los migrantes en nuestro continente: “Los Padres de 545 Niños Separados en la Frontera No Pueden Ser Encontrados”.

Esa es la factura, el costo, que el presidente Donald Trump estuvo dispuesto a pagar con su política “tolerancia cero” diseñada para disuadir a los migrantes de cruzar ilegalmente a Estados Unidos: si lo intentas y te agarramos, te quitamos a tus hijos.

La “tolerancia cero” empezó a implementarse oficialmente a partir del 6 de abril de 2018. Dos meses más tarde, distintos medios de comunicación reportaron que esta política no contemplaba ninguna medida para reunir a las familias que separaba. Las reacciones (nacionales e internacionales) fueron tan fuertes que el 20 de junio Donald Trump se vio obligado a firmar una orden ejecutiva para suspender el programa.

Unos días después, el 26 de junio de 2018, a raíz de una demanda presentada por la Unión Estadounidense por las Libertades Civiles (ACLU por sus siglas en inglés), una juez resolvió que la administración de Trump debía dar a conocer la cifra de las familias que hasta ese momento habían sido separadas y fijó un plazo de 30 días para que hijas e hijos fueran reunidos con sus padres.

En ese primer momento, las autoridades reportaron que 2,700 niñas y niños habían sido separados de sus padres después de haber cruzado a Estados Unidos.

Sin embargo, un reporte presentado en enero de 2019 por el Departamento de Salud y Servicios Humanos del gobierno estadounidense (HHS en inglés), confirmó que esta cifra era mayor: entre junio y noviembre de 2017, antes de que “tolerancia cero” se convirtiera en una política oficial, el gobierno de Estados Unidos puso discretamente en operación un programa piloto en El Paso, Texas.

Una vez que la existencia de este programa salió a la luz, la administración de Donald Trump se resistió a publicar los nuevos datos. En junio del año pasado, la corte volvió a intervenir y obligó al gobierno estadounidense a revelar las separaciones adicionales. El total conocido de niñas y niños separados de sus padres se elevó a más de 5,500.

Años después de que “tolerancia cero” empezara a implementarse y fuera cancelada, todavía quedan 545 niñas y niños migrantes que no han sido reunidos con sus familiares.

Todos estos adultos que cruzaron la frontera con sus hijos, fueron deportados sin ellos. ¿Cuál es la esperanza de encontrarlos?, estamos hablando de gente que salió huyendo de la violencia, del hambre, de la pobreza; de personas que saben que sus pequeñas y pequeños estarán mejor cuanto más lejos de Ítaca se encuentren (aun quedando en las manos de un tirano que se los arrancó de los brazos, hay tiranos peores y mentes más enfermas).

Ulises, dice Homero, es el que sabe “salir de un brasero ardiente”. Estos niños, igual que el héroe, estarán errantes. En su odisea habrán de aprender que la libertad es otra forma de regresar a ese pedazo de tierra que alguna vez dejaron.

“...el salir indemne es un retornar. Nadie sabe retornar como Ulises.”

 

 



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