“Nadie es tan valiente que no se ve perturbado por algo inesperado.”
Julio César
En 1940, cuando la Segunda Guerra Mundial estaba
en pleno apogeo, el primer ministro británico Winston Churchill,
acompañado por su puro y su vaso de whisky, ya empezaba a imaginar cómo
sería la reconstrucción económica de su país, sin descuidar lo
inmediato: las operaciones militares para derrotar a Hitler.
Este ejemplo encarna a la perfección aquella frase atribuida a
grandes mentes como George Bernard Shaw, Otto von Bismarck, James
Freeman Clarke y el propio Churchill: “El político piensa en la próxima
elección; el estadista en la próxima generación”.
Así, hoy el
llamado que impera en nuestro país, es para que el Presidente de la
República deje de ser lo que siempre ha sido, un político, y se
convierta en estadista.
Sabemos que el peor momento de la pandemia
por el coronavirus aún está por llegar y que las medidas de aislamiento
y distanciamiento social son sumamente importantes para mitigar el
golpe.
Pero, independientemente de cuánto más vaya a
durar el encierro, es necesario empezar a construir los planes para la
rehabilitación económica de México para que, en el momento en que las
condiciones de salubridad lo permitan, el aparato esté listo para
ponerse a trabajar de inmediato.
Es cierto, la reactivación tiene
que darse de manera gradual y selectiva. Sin embargo, no es necesario
elegir entre salud y economía si procedemos con cautela y
responsabilidad.
Por un lado, tenemos que comenzar a trabajar de
manera local. Hay que buscar la forma de apoyar a las pequeñas empresas y
a los comerciantes que han perdido sus negocios con capital semilla
para que se levanten y logren rehacer los empleos que se han perdido en
esta emergencia mundial.
Los municipios y las alcaldías tienen que
empezar a revisar, desde el confinamiento, cuáles son los trámites que
pueden ir agilizando para que sectores como el de la construcción, que
beneficia a una amplia parte de la población, se reactiven tan pronto
como sea posible.
Es urgente apoyar al campo, invertir en un
proyecto de independencia agrícola y aprovechar las condiciones
geopolíticas de México.
Estados Unidos está desesperado por
reabrir su economía y crecer rápidamente. Si actuamos con inteligencia
podemos engancharnos a esa necesidad y aprovecharla como un motor de
desarrollo.
Es cuestión de alinear el enorme potencial financiero
de nuestros vecinos con nuestra capacidad manufacturera. En esta
coyuntura, se abre la posibilidad de detonar nuestras industrias y
ayudar a millones de familias mexicanas que están sumidas en la
angustia.
Para lograr esto es necesario que todos los sectores se
involucren. Que el gobierno entienda que, si bien ya no vivimos en un
contexto de grandes empresas de Estado, el primer mandatario debe
convertirse en el pivote de ese desarrollo porque, de lo contrario, será
más difícil y nos tomará mucho más tiempo salir adelante.
Estamos
en una crisis global. La palabra “crisis” viene del griego κρισις
(krisis) y significa “separar” o “decidir”. Por lo tanto, “crisis” es
rompimiento y es análisis.
Es un punto crucial y decisivo. Sin
embargo, no hay crisis permanente: o se agrava y el pueblo o nación que
se rompe es aniquilado, o aprovecha la oportunidad que ofrece el riesgo y
resurge con más fuerza
Lo inesperado puede ser perturbador, pero también puede ser fuente de provecho.
Vicecoordinador del Grupo Parlamentario del PRD en el Congreso de la Ciudad de México.
Publicado en:https://www.elsoldemexico.com.mx/analisis/dia-uno-despues-de-la-pandemia-5205924.html
Twitter: @jorgegavino
Facebook: JorgeGavinoOficial
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