LA EXPLOSIÓN METROPOLITANA
Jorge Gaviño Ambriz
"Optimista es aquél que cree
poder resolver un atasco de tráfico
tocando el claxon."
Anónimo.
En estos días llegó a mis manos “La Explosión
Metropolitana”, del Centralismo a la Congestión, libro autoría de mi muy
estimado amigo Alejandro Ordorica Saavedra, a quien la columnista Tere Ponce
Vega ha llamado “un apasionado de la ciudad”.
En esta obra, presentada el año pasado en la XXXIII Edición
de la Feria Internacional del Libro, en el Palacio de Minería, Alejandro Ordorica
aborda el tema metropolitano con la premisa de abrir un espacio de reflexión
sobre lo que él mismo llama un “abrumador fenómeno urbano, económico y social
que cruza ya por doquier en la Nación”.
El libro, trata el tema de la explosión metropolitana
acontecida en diversos capítulos de la historia de México: desde Moctezuma
hasta Iturbide, con la delimitación del campo y la ciudad, así como con la
ubicación jerárquica de la población de acuerdo a su poder económico y
político; de Benito Juárez al Porfiriato, donde los liberales defendían su
concepción centralista como garante de integración nacional; de la Revolución a
lo contemporáneo, donde se observa lo que acontece en la ciudad de México “en
torno a la silla presidencial”, con los intercambios de información que
priorizan los flujos informativos de las grandes metrópolis; hasta experimentar
lo que el Colegio de Arquitectos y Urbanistas del Estado de México dio a
conocer en noviembre del año pasado, de que cerca de 700 mil viviendas ubicadas
en la Zona Metropolitana del Valle de México (ZMVM) están abandonadas por la
falta de planeación urbana sustentable, ya que se construyen desarrollos
habitacionales cada vez más alejados de la ciudad y de los centros de trabajo.
A esto hay que sumarle que fue hasta el año 2006, cuando
históricamente se destinaron recursos para obras y servicios metropolitanos
dentro del Presupuesto de Egresos de la Federación; y aunque en seis años la
partida presupuestal destinada para ello pasó de mil millones de pesos a tres
mil 500 millones, coincido con el autor que es necesario un Plan Nacional de
Zonas Metropolitanas basado en “un marco constitucional, acompañado de una
plataforma realista y visionaria de políticas públicas”; “un fondo para obras y
servicios metropolitanos” que otorgue recursos para las ciudades que exceden el
millón de habitantes, que son las que aparte de tener mayor población, tienen un
mayor PIB, actividad económica y problemas sociales; y el establecimiento de un
“Consejo Coordinador de Zonas Metropolitanas” con facultades ejecutivas.
El autor, en lugar de aportar un mero diagnóstico de la
explosión existente principalmente en la ZMVM, como lo hacen otras instituciones
tanto públicas y privadas, ofrece lo que la escritora Martha Chapa calificó
acertadamente de “una alerta para la ciudadanía” y una exigencia a los
gobernantes, así como propuestas y alternativas viables, capaces de ser
integradas en la Agenda Nacional del país.
Por lo tanto, no tengo empeño en recomendar ampliamente este
libro, el cual brinda a generaciones presentes y futuras, una solución adecuada
y viable a problemas históricos. Hasta la próxima
Twitter:
@jorgegavino
(Publicado el 21 de enero en El Sol de México)
(Publicado el 21 de enero en El Sol de México)
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